Fecha de Lanzamiento
27/03/2025
Distribuidora
Rebellion
Plataformas
PlayStation 5, Xbox Series y PC
Versión analizada
PlayStation 5

El apocalipsis ha sido un escenario muy recurrente en la ficción, pero pocas con acento británico. Mientras el imaginario postnuclear suele centrarse en desiertos norteamericanos, guerras globales o sociedades al borde de la extinción, Atomfall, desarrollado por Rebellion, propone una versión más contenida, más sucia y más sombría del colapso. Inspirado en hechos reales —como el desastre nuclear de Windscale en 1957, el peor accidente nuclear en la historia del Reino Unido—, el juego plantea un escenario alternativo en el que la radiación ha dejado cicatrices profundas no solo en el paisaje, sino en la psique colectiva.

En este contexto, Atomfall nos lanza a un mundo en reconstrucción forzada, plagado de secretos, paranoia y fanatismo, donde el enemigo no siempre lleva uniforme. A medio camino entre el survival y el RPG narrativo, esta es una propuesta que apuesta por la tensión atmosférica, la exploración pausada y una carga narrativa inusualmente pesada para el género. ¿El resultado? Una experiencia densa, inquietante y, aunque no exenta de irregularidades, con un enfoque muy personal del postapocalipsis.

 

Radiación, religión y represión

La historia de Atomfall se sitúa en una Inglaterra alternativa, devastada tras un accidente nuclear catastrófico. El Gobierno ha sellado regiones enteras bajo cuarentena. Lo que queda fuera del control estatal se ha convertido en tierra de nadie, poblada por bandas de saqueadores, comunidades autosuficientes y cultos religiosos nacidos al calor del miedo. En medio de este caos, el protagonista —un ciudadano aparentemente corriente— se ve envuelto en una red de conspiraciones, manipulaciones científicas y fanatismo, mientras intenta descubrir qué ocurrió realmente en la zona cero… y por qué el Gobierno lo quiere silenciado.

Uno de los puntos fuertes del juego es su narrativa fragmentada, que no se limita a las misiones principales. Muchos de los detalles importantes se descubren a través de cartas olvidadas, grabaciones ocultas, conversaciones opcionales o documentos de archivo. Esta estructura invita a una exploración lenta y reflexiva, en la que la información se siente más valiosa que el simple progreso.

El tono recuerda por momentos a producciones como Chernobyl o S.T.A.L.K.E.R.: más opresivo que épico, más paranoico que heroico. Hay una crítica sutil, pero constante a los sistemas de control, al autoritarismo bajo pretexto de protección, y a cómo el miedo puede convertirse en una herramienta de dominación.

 

Exploración con pausa, decisiones con peso

Atomfall combina elementos de aventura narrativa, exploración en primera persona y mecánicas de RPG ligero, sin llegar al combate sistemático de un shooter tradicional. El juego gira en torno a la tensión constante: no por hordas de enemigos, sino por la incertidumbre de lo que hay detrás de cada puerta cerrada.

La progresión se basa en moverse por un mundo semiabierto, dividido en regiones conectadas entre sí. Cada zona tiene sus propios personajes, amenazas y secretos. A lo largo del juego, el jugador interactúa con facciones (como milicianos locales, grupos científicos clandestinos o cultos fanáticos), y sus decisiones afectan tanto al desenlace de misiones como a la percepción del entorno.

El combate está presente, pero no es el centro de la experiencia. El uso de armas es limitado, y muchas veces evitado si se opta por el sigilo o la persuasión. Las armas improvisadas, la gestión del inventario, la recolección de suministros y la exposición a zonas contaminadas añaden una capa de tensión que obliga a pensar antes de actuar.

Los puzles ambientales, la manipulación de maquinaria antigua y la búsqueda de rutas alternativas a través de estructuras colapsadas o refugios subterráneos forman parte del núcleo jugable. En este sentido, el diseño recuerda al immersive sim, con soluciones múltiples a los problemas.

Uno de los aciertos del título es su sistema de conversación: las elecciones de diálogo no solo alteran el curso de ciertas misiones, sino que definen tu reputación entre personajes clave, abriendo o cerrando caminos según el tipo de personaje que construyas: sumiso, inquisitivo, violento o manipulador.

 

Nostalgia contaminada

El apartado visual de Atomfall no persigue el realismo extremo, pero encuentra su propia identidad en un estilo que combina estética retrofuturista con decadencia industrial. Los escenarios están repletos de detalles que cuentan historias sin palabras: carteles gubernamentales descoloridos, maquinaria oxidada, viviendas abandonadas que aún conservan las huellas de sus habitantes.

La paleta de colores apuesta por tonos apagados: verdes enfermizos, marrones terrosos, grises metálicos. La niebla radiactiva es una presencia constante, y algunos efectos visuales imitan las distorsiones por radiación o contaminación, contribuyendo a una sensación constante de amenaza. Los personajes secundarios tienen animaciones funcionales, aunque algo rígidas, y las expresiones faciales cumplen sin destacar. No es un juego que deslumbre técnicamente, pero sí logra mantener una atmósfera coherente y efectiva.

En lo sonoro, el juego brilla especialmente. La música es minimalista, basada en drones ambientales, zumbidos electrónicos y notas de cuerda tensas que evocan soledad y sospecha. El diseño de sonido ambiental es detallado: escuchar cómo cruje un edificio abandonado o cómo se filtra la lluvia radiactiva en un refugio cerrado es parte esencial de la inmersión. Por otro lado, el doblaje es competente, con actuaciones creíbles y una buena variedad de acentos que refuerzan la identidad británica del título.

 

Postapocalipsis en clave británica, con personalidad propia

Atomfall no es un juego para quienes busquen acción constante ni gratificación inmediata. Es una experiencia pausada, tensa, profundamente atmosférica, donde la exploración y la narrativa importan más que el disparo o el loot. A través de su ambientación opresiva, su historia cargada de conspiración y su diseño de mundo contenido, pero significativo, Rebellion firma una obra que, sin revolucionar el género, encuentra su propia voz.

No está exento de fallos: su ritmo puede parecer lento, algunas animaciones delatan su presupuesto intermedio, y las mecánicas de combate podrían pulirse más. Pero si se valora lo que propone —un enfoque narrativo del apocalipsis, una inmersión casi literaria en un mundo roto—, lo que ofrece es más que satisfactorio.

En un panorama saturado de mundos abiertos clónicos, Atomfall brilla no por su tamaño, sino por su tono. Un apocalipsis distinto, más íntimo, más real.

atomfall
Sinopsis
Atomfall, un juego de acción y supervivencia inspirado en hechos reales, se desarrolla cinco años después del desastre nuclear de Windscale, en el norte de Inglaterra. Explora la zona ficticia de cuarentena, rebusca, fabrica, realiza intercambios, lucha y ábrete paso a través de un paisaje rural británico lleno de personajes extraños, misticismo, sectas y agencias gubernamentales corruptas.
Pros
Narrativa rica, con crítica política y tono maduro
Exploración tensa y ambiental, con énfasis en decisiones
Dirección artística coherente y atmósfera opresiva
Banda sonora y diseño de sonido destacados
Contras
Ritmo lento que puede no encajar con todos los públicos
Animaciones algo rígidas y expresiones faciales limitadas
Combate funcional, pero poco pulido
7
Recomendado
Etiquetas:

Veterano en esto de escribir sobre videojuegos, pero un día me cansé y decidí fundar mi propia web. No soy amante de las marcas, sino de los buenos juegos, aunque Nintendo ha estado muy presente en mi infancia. Sobrevivo en mi lucha por convertirme en un especialista en Asia Oriental.