Supongo que este pensamiento se pasó por la mente de todos los integrantes de Sand Door Studios, un pequeño equipo independiente localizado en París quienes tenían un único y ambicioso objetivo: captar la atención de la industria a través de un primer proyecto único en su especie. Tras múltiples lluvias de ideas y borradores, el equipo comenzó el desarrollo del título conocido a día de hoy como Lysfanga: The Time Shift Warrior, un curiosísimo juego de acción que mezcla el frenetismo de los hack n’ slash con el cuidadísimo diseño de los juegos de puzles, todo ello sin dejar a un lado la creación de un mundo exótico y vibrante. Es innegable que el proyecto ha conseguido acaparar los focos, y más aún teniendo en cuenta que detrás de su producción y distribución se encuentra nada más y nada menos que un gigante de la industria como es Quantic Dream, estudio conocido por Heavy Rain o Detroit: Become Human. Lysfanga: The Time Shift Warrior apunta a ser un título único en su especie, pero… ¿Tiene lo que hay que tener para triunfar? Veámoslo en el análisis completo que, como siempre, podéis encontrar a continuación.
A través de las vistosas tierras de Antala… y de los reinos perdidos en el tiempo
Lysfanga: The Time Shift Warrior nos pone en la piel de Imë, una prodigiosa guerrera versada en el manejo de armas cuerpo a cuerpo que ha sido designada como la protectora del mítico reino de Antala. Si tiene que saltar a la acción no es precisamente porque el reino se encuentre en una época de paz y prosperidad, si no porque ha ocurrido una verdadera catástrofe: los reinos que en un principio habían desaparecido acaban de regresar repletos de unas criaturas demoníacas conocidas como Raxes. Imë no estará sola en la lucha contra estos seres, pues contará con la inestimable asistencia de la diosa del tiempo, quien le confiere la prodigiosa habilidad de volver unos segundos en el pasado para luchar junto a sus versiones anteriores. ¿Cómo podrá resolver un problema tan grande, y qué papel juega su misterioso hermano gemelo? Desde el primer minuto, la historia de Lysfanga plantea una enorme variedad de interrogantes que, por norma general, resultan interesantes y llamativos, si bien hay ciertas subtramas e historias que no terminan de cuajar. Así, la historia central del título parte de una premisa potente que se desarrolla de forma satisfactoria si bien peca de no tener un casting de personajes secundarios excesivamente interesante. Es más, me ha resultado más memorable el lore de Antala y el resto de reinos que el trasfondo de los personajes que participan en la historia, incluyendo, por desgracia, a la protagonista. Imë es una heroína singular que, a decir verdad, no acaba de resultar carismática, y mientras que su hermano parece algo más interesante, tampoco termina de despegar en ningún momento.
¿Hace esto que la historia sea desechable? No, pues si bien los personajes no terminan de cuajar, el universo que se plantea resulta fascinante. Cada escenario resulta único y llamativo, presentando una creatividad sin precedentes que evidencia el potencial del equipo detrás del juego. Algunos de los giros que presenta la historia están bien llevados, especialmente de cara al tercer acto del título. Su arranque es interesante y, si bien puede contar con algún que otro problema de ritmo, por norma general la historia se desarrolla de forma ágil y con una gran capacidad para generar intriga. Mención especial a la traducción al español de la que hace gala el juego, que está muy bien cuidada y que demuestra que en Quantic Dream tienen un gran compromiso por localizar los juegos que se lanzan bajo su sello.
Repite y mejora, aún tienes tiempo
Hablar de la jugabilidad de un proyecto tan único como Lysfanga: The Time Shift Warrior puede llegar a ser realmente complejo, y más teniendo en cuenta la enorme variedad de ideas y géneros que se entremezclan dentro del juego. El título de Sand Door Studios es tanto un juego de acción en vista cenital como un título de puzles, en donde tendremos que jugar de dos formas completamente distintas: primero de forma pausada, analizando el escenario y planeando la mejor estrategia para acabar con los enemigos, y después de forma ágil y frenética, realizando las acciones pensadas previamente para acabar con los enemigos y completar el escenario. Pero… ¿Cómo es esto posible? Bueno, pues porque la estructura de Lysfanga nos lleva a recorrer escenarios lineales compuestos por pasillos y “salas de combate”. Estas están plagadas de enemigos, trampas y barreras que tendremos que derrotar y superar haciendo uso de nuestras habilidades temporales. De hecho, solo podremos superar cada “sala de combate” una vez hayamos derrotado a todos los enemigos dentro de la misma dentro del tiempo límite. ¿Que no hemos podido acabar con todos antes de que se acabara el tiempo? No pasa nada, pues volvemos atrás en el tiempo y, mientras nuestro “yo” anterior repite sus movimientos, nuestro nuevo “yo” se encarga de terminar la tarea. Sobre esta idea gira todo el juego, ofreciendo un sinfín de variaciones que en ningún momento dejan de sorprender… A pesar de que, llegados a cierto punto, la estructura tan arcaica del título puede llegar a hacerse repetitiva, ofreciendo muy poca variedad de actividades y mecánicas. Es decir, mientras que el combate en Lysfanga resulta siempre sorprendente y divertido (gracias a su buen puñado de habilidades y su ágil sistema de control), se echa en falta algo más que hacer en el juego. La exploración se siente realmente vacía, y cuando digo que su diseño de niveles es lineal es porque durante la mayor parte del tiempo estaremos recorriendo pasillos que, salvo por algún objeto secundario que se puede obtener, están sorprendentemente vacíos.
Mientras que en la mayoría de sus apartados presenta tanto luces como sombras, es en el tratamiento artístico y visual donde Lysfanga consigue despuntar más, ofreciendo un trabajo realmente bueno que podría considerarse, incluso, como el aspecto más memorable y pulido de todo el título. Así, Sand Door Studios apuesta por un estilo visual heredero del arte oriental en el que se entremezclan estructuras inspiradas en la arquitectura árabe y diseños de personajes vinculados al tarot con una notable gama cromática compuesta por tonos azules y dorados. Sus diseños son vibrantes y memorables, sintiéndose en todo momento creativos y para nada repetitivos. Su universo es precioso, y el juego hace gala de un apartado gráfico sorprendentemente cuidado en el que brillan con especial fuerza los efectos de los ataques y movimientos, así como el cuidado de los escenarios y de los modelos. Eso sí, el aspecto de los enemigos sí que me ha resultado algo más endeble, inferior en cierto modo al de los personajes principales. En cuanto al pulido, el título goza de un excelente trabajo tanto en la falta de bugs como en el mantenimiento de un rendimiento estable. Es quizá en su apartado sonoro donde el juego más flojea, ofreciendo un catálogo de canciones bastante olvidable.
Conclusión: Una idea brillante que nunca deja de sorprender
Lysfanga: The Time Shift Warrior es una experiencia única dentro de la industria, que mezcla con maestría conceptos que, en manos de cualquier otro estudio, quizá no habrían encajado tan bien. Eso sí, por mucho que consiga ofrecer un buen diseño de niveles y un genial sistema de combate, el juego presenta problemas que no deberían pasarse por alto, como ocurre con su desechable banda sonora o su mal sistema de exploración. Lysfanga es un título de acción y puzles recomendable que demuestra el enorme potencial de Sand Door Studio.
Antonio Gallardo
Normalmente escribiría algo profundo que contara más sobre mi... ¿Pero de verdad alguien lee esto? Bueno, en ese caso... Me gustan los videojuegos y el cine. A veces unos más que otros, ya sabéis como funciona. Si queréis saber más, solo tenéis que leer lo que escribo.