Hemos completado el juego y esperado al lanzamiento de un parche que fue anunciado al poco de ser publicado, además de compararlo con su primera parte, Ori and The Blind Forest, para que, con una imagen más clara y calmada que la que pueden arrojar las prisas de una review al uso, podamos comprobar juntos qué virtudes y defectos tiene este tapiz recorrido por el más valiente espíritu de los bosques. ¿Qué os parece si exploramos este nuevo mundo juntos?
El espíritu de los bosques se hizo mayor
Una vez hechas las presentaciones, la aventura comienza donde terminó la primera parte y mantiene, a grandes rasgos, las señas de identidad que hicieron de aquella un juego más que destacable: un mapa que explorar (aunque en esta segunda parte es mucho más vasto) a base de saltos y correteos, derrotando enemigos, con zonas secretas y otras que van estando disponibles al ir obteniendo habilidades de movimiento que vamos desbloqueando paulatinamente de forma muy orgánica, y cuyas mecánicas se van fusionando para llegar a desatar todo nuestro potencial como jugadores, consiguiendo que, una vez dominemos el sistema de control, llevemos a cabo verdaderas virguerías enlazando combinaciones de saltos y desplazamientos para cumplir nuestros objetivos.
Objetivos que también se han visto incrementados con respecto a la aventura original donde, siendo realistas, solamente teníamos en mente completar la historia principal. La exploración del mapa completo, en el caso de Ori and the Will of the Wisps también se ha resuelto, de nuevo, de una forma muy natural, ya que tendremos a nuestra disposición diferentes misiones secundarias que, sin ser el paradigma de la originalidad, nos permiten darle un sentido extra a recorrer todos los parajes del juego, más allá del puro completismo. Además, las recompensas por ir completando las diferentes secciones del mapa son de lo más prácticas, por lo que esto también invita a alargar la vida útil de un título que yendo “a matacaballo” nos durará unas 9 horas, pero que si queremos completar con solvencia, nos llevará más de 18. Como decíamos antes, no se trata de la propuesta más original, apoyándose evidentemente en su primera parte, pero ha sabido recoger lo visto en estos últimos años en títulos como el brillante Hollow Knight y ha sabido evolucionar para bien. Adición de bosses, en la justa medida para no cambiar sus propias señas de identidad, la mencionada inclusión de misiones secundarias y objetivos opcionales… quizá si que tenemos una ligera disminución de dificultad general, corregible, eso sí, si elegimos la dificultad difícil, que sí presenta un reto lo suficientemente atractivo para los jugadores más veteranos en estas lides.
También tendremos acceso a diferentes tipos de ataques y potenciadores, que profundizan en la jugabilidad de los combates y el plataformeo, facilitándonos la labor en grado sumo, sobre todo al final de la partida. En definitiva, el juego nos plantea un sistema de control y mecánicas exigente pero equilibrado, que una vez dominado nos hará sentir que tenemos el control, cosa que al principio nos parece improbable al morir de una mala mirada de un enemigo de lo más ridículo.
El videojuego como arte
Quizá el sello distintivo de este juego no es que haya marcado un antes y un después argumentalmente, sino la forma de plasmar la idea y los sentimientos que provoca al jugador. Amistad, lealtad y valentía son algunos de los valores que se ponen en liza aquí sin elementos gratuitos, tratando temas tan graves y necesarios como la concienciación ecológica, el bullying o las enfermedades mentales, y sin necesidad de recurrir a la violencia gratuita o al mal gusto. Todo ello ha sido rodeado de una atmósfera que representa las diferentes estaciones y condiciones que podría sufrir una zona de las características del Amazonas, tejiendo un tapiz colorista que, mientras se explora, se hace uno con el jugador y con los cuatro elementos (tierra, aire, agua y fuego) que constituyen el todo de nuestro planeta, impactando con ello no solo en los sentimientos del jugador, sino en cada uno de sus sentidos.
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Y aunque pudiera parecer que el sentido más “atacado” por Ori and the Will of the Wisps (que también) es el de la vista, para nosotros donde brilla desmarcándose de cualquier otro título del género es en el apartado sonoro. Gareth Cocker regresa a la franquicia creando una de las bandas sonoras más bonitas y apropiadas a cada momento que se han visto en los últimos años, y los efectos acompañan a cada acción de Ori de forma sobresaliente. Para las voces de los distintos personajes con los que nos cruzaremos, se ha recurrido de nuevo a algo visto en otros juegos, un idioma inventado que muchas veces nos hará sacar una sonrisa. Pero que esto no nos saque del tema, estamos ante una masterpiece sonora que aconsejamos disfrutar con cascos o con un equipo de sonido a la altura de esta creación.
Pese a su brillantez, estamos ante un diamante que podría estar mejor pulido, no cabe duda, siendo la mayor de sus pegas sus problemas de rendimiento. No vamos a negar, por mucho que nos haya encantado el juego, que antes de la actualización de hace unos días, no funcionaba todo lo bien que debería. ¿Quizá debido a que Unity ya no da más de sí? No lo sabemos, pero lo que sí podemos asegurar es que, pese a que siguen ocasionándose algunos parones y bugs que afean la experiencia, el rendimiento en general parece haber mejorado mucho. Lo que sí nos gustaría decir rotundamente es que Microsoft debería apostar por esta franquicia como uno de sus buques insignia, y con una merecidísima posición de honor.
Nuestro camino por Ori and the Will of the Wisps
No podíamos despedir nuestro recorrido por el juego sin mostrar lo mucho que hemos disfrutado y sufrido (para bien) con él, en un gameplay completo sin comentar, ojo con los spoilers eso sí, que os hemos preparado en varios capítulos, para terminar de convenceros de que debéis darle una oportunidad a esta aventura sin necesidad de dar una nota numérica, simplemente apostando por lo que habéis leído y podéis ver más abajo como tarjeta de presentación de uno de los mejores, por no decir el mejor, plataformas de la generación.
Conclusiones
Ori and the Will of the Wisps puede presumir de ser, con total seguridad y rotundidad, uno de los mejores videojuegos del 2020. La evolución sobre su predecesor y el conocimiento y perfeccionamiento de las mecánicas de otros títulos, los sentimientos que provoca al recorrerlo y la madurez al presentarlos, su excelso apartado visual y sonoro y su maravilloso sistema de control hacen que pasemos por alto los errores de un motor que parece no dar más de sí, presentándonos uno de los mejores juegos de plataformas, si no el mejor, que se han hecho para la actual generación de consolas. No exento de errores de rendimiento, como decimos, parece que el lanzamiento de su primera actualización los ha reducido en gran medida, lo que lo hace un título que debéis jugar sí o sí, sin excusas.