En los últimos coletazos de un 2018 de lo más productivo para la marca, Milestone nos proponía volver a subirnos de nuevo a lomos de una moto tras un correcto MotoGP18, en la tercera entrega de su saga más personal, Ride 3. Tras un cambio de motor con respecto a las anteriores entregas, mejoras en el sistema de control y un incremento de vehículos y circuitos considerable, aceleramos hacia quizá una de las mejores propuestas desarrolladas por el equipo italiano o, si no, al menos un esperanzador brote verde para el estudio.
Rodando hacia las estrellas
La propuesta principal del juego es hacernos disfrutar de los diferentes tipos de moto durante las carreras, tratando para ello de transmitir las sensaciones y diferencias entre cada uno de los diferentes tipos que se incluyen: Naked, Heritage (muy similar a Naked pero de corte más retro), 2 tiempos, Vintage, Maxienduro, Supermotard o motos de carreras, modernas o con más años a sus espaldas. El catálogo de carenados disponible asciende a más de 230 motos, sin contar los DLC, de los que existen tanto gratuitos como de pago y que aumentan el número de circuitos y pruebas disponibles si estamos dispuestos a abonar su elevado precio en el caso de los últimos.
Al arrancar por primera vez Ride 3, tendremos que crear a nuestro piloto, en un agradecido pero limitado editor, y nos encontraremos con un modo principal, o modo Carrera, que, bebiendo de títulos como la exquisita saga Forza Motorsport, y con añadidos propios de Milestone como la recolección de estrellas vista en Gravel, nos presenta diferentes eventos, como carreras (con máximo de 12 pilotos en pista) o torneos, separados por el tipo de vehículo que decidamos escoger (y que tengamos desbloqueado) y a los que iremos accediendo en base a las estrellas anteriormente mencionadas que tengamos en nuestro poder. Para acceder a nuevas motocicletas, monos o cascos con los que personalizar el juego, además de estas estrellas también obtendremos dinero en forma de créditos, que gastaremos en la tienda con este fin.
Este modo principal no es algo increíblemente novedoso, pero sí funciona bien en lo que pretende, que no es otra cosa que adaptar las pruebas y eventos a los diferentes tipos de motocicletas para que disfrutemos de sus diferencias.
Los modos para un jugador se complementan con las carreras rápidas, los eventos contrarreloj o las carreras de aceleración, además de los retos semanales que propone el estudio y que se van actualizando, de la misma manera que lo visto en el ya mencionado título de carreras off-road de Milestone. Para los 3 primeros modos, podremos competir con las motos de nuestros garajes o con una prestada, mientas que para los retos tendremos que usar la que nos indican.
El gran punto negro de los modos de juegos del título se encuentra en los modos para varios jugadores, o en la ausencia de ellos. El multijugador online, en el que disputar carreras simples y campeonatos o crearlos, funciona rematadamente mal, con un Matchmaking lento y un rendimiento en las partidas que asusta. Y no exagero, asusta de verdad, dado que no pararemos de ver aparecer y desaparecer a nuestros rivales como si fueran fantasmas. Y no contentos con esto, el estudio ha tomado la poco inteligente decisión de no incluir multijugador a pantalla partida, algo que personalmente no tiene explicación alguna, y más si se tiene en cuenta que el online no mantiene el tipo.
Una experiencia para todos
Como la gran mayoría imaginaréis, no soy experto ni un conductor con acceso a tantas modalidades de vehículos como las del juego, limitándose mi contacto con las motos a algún pequeño scooter de los que permite conducir el carné B en España, por lo que hablar de realismo en las sensaciones que transmiten las motos me resulta, cuanto menos, de una pedantería impropia. Lo que sí está claro es que las diferencias entre el manejo de las motos se han ajustado bien, teniendo que adaptar nuestras maneras de pilotaje a cada una de ellas. Por ejemplo, las Supermotard son ágiles y nerviosas, mientras que las de carreras nos exigen ir al máximo en cada vuelta, controlando los frenos y la forma de trazar las curvas.
Las opciones de control permiten disfrutar del título a los más veteranos y también a los menos duchos en el género o a aquellos que quieran disfrutar de las carreras sobre ciclomotores, permitiendo que el juego sea todo lo exigente o accesible que queramos y divertido, que es lo principal.
Como decimos, es muy gratificante disfrutar de la velocidad que transmiten estos vehículos, pero como en los modos de juego, a nivel jugable también tenemos un pequeño borrón que, aunque no fastidie la experiencia, no podemos dejar de remarcar. Este punto negativo no es otro que el comportamiento de la IA, como ya ocurriría con MotoGP18: volvemos a tener rivales que no se comportan deportivamente, y que provocan accidentes en lugar de evitarlos, quedando en evidencia principalmente en las carreras con las motos más ágiles en circuitos revirados, al tener menor resistencia a los impactos.
Una vuelta al mundo con grandes vistas
Los circuitos y diferentes pruebas a los que tendremos acceso en Ride 3 nos harán recorrer todo el globo, teniendo acceso a pistas míticas reales como Laguna Seca, o trazados más abiertos en paisajes turísticos como Tenerife. La recreación de los circuitos tiene un nivel aceptable, con un cuidado nivel de detalle pero a veces pecando de estar un pelín vacíos de vida. Algo muy satisfactorio por contrapunto son los efectos de luz en las versiones nocturnas de los mismos, y sobretodo la presencia de la lluvia, que resulta muy sutil pero efectiva en la modificación del rodaje de los neumáticos y bonita de ver, lástima no haber aprovechado la experiencia adquirida con Gravel para meter algo más de barro a las carreras.
Lógicamente Ride 3 cuenta con el Modo Foto que ya nos pareció todo un acierto en MotoGP18 y que nos permitirá dejar constancia de esta experiencia como podéis ver en las imágenes que acompañan al análisis.
Como no podía ser de otra manera en un juego que funciona como homenaje a las dos ruedas, es en las motocicletas y en las físicas donde encontramos el gran paso adelante del estudio en este título. Las diferentes recreaciones de las mismas (con datos casi enciclopédicos), el nivel de detalle con el que están tratadas y la gestión de los distintos firmes (si nos salimos, por ejemplo) o los impactos, donde ya no sufriremos las injusticias o las ilógicas situaciones del juego del mundial de motos de Milestone, demuestran que la desarrolladora está aprendiendo de sus errores y permiten ilusionarnos con sus futuros juegos, habiendo sido el pasado año un 2018 en el que el estudio ha ido in crescendo, siendo esto algo que celebrar en todo caso.
Otra mención especial merece el editor de vehículos de Ride 3, que no hace más que reafirmar lo que decíamos de lo cuidado de las motocicletas: es sencillamente genial, y nos permite tanto personalizar las motos a nuestro gusto a nivel visual y a nivel mecánico, como descargar las obras de arte que suele hacer la comunidad.
Conclusión
La propuesta más personal de Milestone, Ride 3, cierra un 2018 donde el estudio ha crecido y aprendido de sus errores, con un juego donde las motocicletas vuelven a ser las protagonistas y donde destacan la mejora en las físicas y el aspecto general del juego, principalmente en los vehículos y su accesibilidad para todos.
La sensación de velocidad (mejorada al disfrutar del juego en Xbox One X o PS4 Pro, capaces de mover el juego a 60 cuadros por segundo) está muy bien resuelta y el apartado sonoro, donde también quedan evidentes las diferencias entre las motocicletas y con una banda sonora que acompaña sin molestar, terminan de redondear un producto ilusionante y a tener en cuenta.
En lo negativo, los excesivos DLC para completar la experiencia, la ausencia de modos en pantalla partida o el mal funcionamiento del online y una IA que sigue siendo mejorable emborronan pero no opacan un título notable.