Una aventura íntima y especial
The Red Lantern empieza a fuego lento, con una conversación en una furgoneta en una oscura carretera nevada. Nuestra única compañía será nuestro perro, y pronto quedará claro que nuestra meta es prepararnos para convertirnos en un gran musher. Tras esto solo quedará reclutar un equipo canino, recogiendo a perretes de distintos refugios. Si sois como yo probablemente seáis incapaces de rechazar a ningún bichito, aunque el juego deja esa opción para poder personalizar nuestras partidas. Tras conocer a los que serán nuestros fieles compañeros comenzaremos nuestra aventura, cuyo primer objetivo será el de alcanzar nuestro nuevo hogar, una casita iluminada por una linterna roja (Red Lantern). El resto del tiempo nuestra meta será únicamente llegar a la casa con la linterna roja.
Sin embargo, no esperéis una aventura grandilocuente, The Red Lantern apuesta por una propuesta más cercana. El soliloquio de nuestra protagonista y los ladridos de nuestros perros serán nuestra única compañía. Y a pesar de esto el juego consigue seguir siendo interesante, entrañable y personal. Nuestros peludos compañeros (y nosotros) tendremos problemas, los superaremos juntos, progresaremos y nos cogeremos cariño mutuo.
Estamos ante un viaje de supervivencia, afecto, amistad y superación, todos ellos valores que el juego consigue transmitir.
Un roguelike fuera de su categoría
En cuanto a su apartado jugable, estamos ante una propuesta rompedora dentro del género roguelike. La acción se desarrollará “sobre railes”, tomando nosotros decisiones básicas sobre las acciones que realizamos en cada run. El verdadero quid de la cuestión de cada iteración estará en nuestro uso de los recursos, como la comida, los botiquines o la leña. En cada intento nos enfrentaremos a distintas situaciones dependiendo de nuestras decisiones; escasez de comida, frío, cansancio, ataques de animales… multitud de incidentes sucederán en nuestro camino, y será nuestro liderazgo como musher el que guíe la expedición al éxito o al fracaso. Además, como era de esperar, en cada run mejoraremos como exploradores, por lo que cada vez partiremos más y más preparados.
Hay que recalcar, sin embargo, que el auténtico núcleo de The Red Lantern está en sus momentos más íntimos, en los pequeños detalles, en las conversaciones e incluso en las sensaciones que transmite cada viaje. Incluso cuando toca ponerse serio y disparar el juego encuentra personalidad propia, proponiéndonos un pequeño minijuego de coordinación.
Nuestra protagonista habla en todo momento con un tono cercano, jovial y familiar, haciendo que rápidamente empaticemos con ella. Y que decir de nuestros peludos compañeros. A pesar de ser perros, cada uno tendrá una marcada “personalidad” (¿perronalidad?), teniendo sus manías, miedos y fortalezas, haciendo que los queramos tanto o más que a nuestro personaje principal.
Puede que The Red Lantern sea un roguelike atípico, uno que quizás no buscaría jugar si me apetece jugar un roguelike propiamente dicho. Pero lo que es indudable es que me ha parecido una propuesta valiente, sencilla y cercana al corazón. Puede que como videojuego estemos ante algo más cercano a un walking simulator, pero con una clara fórmula de repetición cíclica. Y esto puede lastrarlo de cara al público general.
Silencio polar, naturaleza y sencillez
Minimalista es quizás la palabra que mejor defina el apartado artístico de The Red Lantern. Una vez más el juego apuesta por la sencillez, con gráficos estilo “low-poly” y un único escenario nevado en su planteamiento. No obstante, a pesar de su más que obvia monotonía, el juego consigue transmitir una calidez y una personalidad únicas, con escenarios bellos y “personajes” expresivos. No estamos ante ningún portento gráfico, y desde luego la escasez de personajes humanos y la única existencia de varios tipos de animales no ayudan a la variedad, pero tampoco podíamos esperar otra cosa de un juego ambientado en la tundra ártica. Algunas animaciones, sin embargo, si que se notan inexplicablemente robóticas, algunas tan importantes como el inicio de carrera de nuestros perros, animación que veremos constantemente.
En el apartado sonoro el juego vuelve a cumplir con su cometido, con un doblaje al inglés de la protagonista brillante, cercano y carismático. Los sonidos de la naturaleza, así como los efectos sonoros más generales también cumplen un papel sencillo pero bien elaborado. La banda sonora, por su parte, cuenta con un par de temas melódicos que nos acompañan de manera perpetua en nuestros viajes, haciendo de la aventura algo relajante y natural.
Algo destacable sería el tema de la traducción del juego, y es que nos llega completamente en inglés. Además, algunas de las expresiones utilizadas llegan a ser técnicas o incluso propias de lenguajes coloquiales más difíciles para aquellos que no dominen bien dicho idioma. Esto, dado el claro enfoque en los diálogos del título, puede llegar a suponer un problema para algunas personas, razón por la cual he creído necesaria su mención en este análisis.
Conclusión
The Red Lantern retuerce la fórmula clásica de los roguelike para adaptarse a un enfoque más centrado en su historia, su cercanía y las viscerales sensaciones que puede transmitir la naturaleza. Una experiencia única y personal en la que la familiar voz de su protagonista, y la relación con nuestros perros, serán el hilo conductor de toda la experiencia. The Red Lantern sabe a lo que va y no intenta engrandecerse con vanas esperanzas de grandeza, es plenamente consciente de que lo bueno puede estar en los pequeños detalles.
Sin embargo, si sois fans de los roguelike clásicos quizás sintáis que os falta acción, frenetismo o combinaciones de iteraciones posibles. El título apuesta por otro acercamiento. Un planteamiento en el que lo importante es más personal, pausado y simple.
A pesar de todo, y siendo justos, como videojuego llega a quedarse un poco corto, por lo que cuesta recomendarlo a todo el mundo.