![[Análisis] Tunic [Análisis] Tunic](https://gaminguardian.com/wp-content/uploads/2022/04/tunic-review.jpg)

Con Tunic, como con otros tantos juegos, la apariencias engañan. Si bien desde fuera parece un intento descarado por imitar a The Legend of Zelda, una vez que profundizas en su mundo, te das cuenta de que es mucho más, llegando a refutar todo sobre el subgénero de los juegos como homenaje. Honra sutilmente los títulos que le precedieron, claro, pero también consigue avanzar con audacia de maneras ingeniosas y estimulantes. El juego no desperdicia ni un solo momento de su tiempo de ejecución e invita sin aliento a los jugadores a un viaje que, sin falta, cambiará la forma en que ven los videojuegos para siempre. ¿Vale la pena descubrir los secretos de Tunic? Por supuesto. Hay que mirar más allá del envoltorio.
¿Tienes tiempo para descubrir esta historia?
Una queja a menudo repetida sobre los juegos de FromSoftware es que son completamente opacos. Cuando se trata de la historia, eso suele ser cierto, pues como bien sabéis, el “lore” hay que buscarlo y confeccionarlo en su mayor parte, desde descripciones de armas y armaduras, a la narrativa ambiental de los propios lugares que visitamos, esas catedrales derruidas y esa opulenta sala del trono llena de cadáveres nos hablan, pero hay que conectar de forma constante con todo lo que vamos experimentando y atesorando por el camino, solamente así, seremos capaces de desentrañar la épica y la tragedia que suele acompañar a los mundos de Miyazaki y su equipo. Sin embargo, cuando se trata de las mecánicas de combate, Dark Souls son mucho más transparentes y accesibles, ya que puedes ir directamente a liquidar a todos los jefes de turno sin preocuparte mucho por la historia, y a buen seguro que hay un abultado número de jugadores que lo hacen, amigos del desafío, del reto que supone derrotar a estas bestias, pero que no tienen el suficiente interés para pasar de ahí. El problema con esto, es que se pierden una gran parte del contenido. Tunic, por otro lado, lleva la idea de ocultar su “lore” un paso más allá para que el jugador lo descubra todo, desde el idioma, que no puede interpretarse inicialmente por sus símbolos, hasta las páginas que componen el manual del juego, algo que, sin duda, hará arquear la ceja a más de uno.
Tunic comienza con un pequeño zorro solo en la playa, algo que a más de uno le recordará de forma casi instantánea al inicio de The Legend of Zelda: Link’s Awakening. Sin más explicación ni tutorial alguno, solamente te queda pensar en juegos similares y deducir cuáles pueden ser los botones de ataque, movimiento y demás. Sí, el movimiento funciona de esta manera. No hay botón de salto. No hay arma, todavía. Sin escudo. Gran parte del entorno está bloqueado. Vagas sin rumbo fijo y tropiezas con un palo, tu primera arma. Encuentras una estatua con un fuego y las hogueras de Dark Souls vienen a tu mente. Efectivamente, es un punto seguro. Con el tiempo, los enemigos darán buena cuenta de ti y llegarás lo que parece ser otra dimensión, de repente te quedas sin tiempo ni espacio y te encuentras con otro zorro más grande, ¿qué está pasando? Es complicado de saber a esas alturas de la partida…
En resumen, la historia de Tunic es una realmente destacable dentro del medio, siempre y cuando estés dispuesto a bucear en estas turbias aguas, tomándote así el tiempo necesario para aprenderlo todo. Aunque me gustaría hablar más sobre el tema, es complicado hacerlo sin entrar en demasiados detalles sin desvelar uno de los mayores misterios del juego, por lo que para evitar incurrir en spoilers de ningún tipo, me conformaré con decir que cada interacción, mecánica y enemigo tiene un papel que desempeñar en la historia de este intrépido y joven zorro. Hay una profunda melancolía arraigada en el corazón de la isla en la que se desarrolla el juego, y se manifiesta en todos los aspectos del diseño.
Un Soulslike que no reinventa nada
Tunic se juega como cualquier Soulslike, por lo que la gestión de la resistencia es uno de los pilares principales para seguir adelante y no morir en el intento (o al menos, hacerlo el menor número de veces posible). Bloquear y rodar, blandir la espada para asestar ataques pesados y ligeros, y perder parte de tu oro cuando mueres. El sistema de combate, como veis, es bastante básico, quedando lejos de reinventar la rueda ni nada por el estilo. El caso, es que no está tan bien implementado como en juegos similares como Death’s Door, por lo que es una pena que no sea un poco más fluido, matizado e interesante. Igualmente, los controles tampoco son del todo acertados, al menos, yo no tardé demasiado tiempo en desear que ojalá fuesen más intuitivos y se hubiesen ceñido un poco más a otros juegos del género.
Al combate más básico se le suman otra serie de útiles como armas mágicas, que tienen una variedad de efectos diferentes en combate, amén de permitir diversas combinaciones y usos que el juego nunca explica. Por otro lado, hay armas arrojadizas, como los petardos y las bombas de hielo, que añaden un giro adicional al combate, resultando especialmente interesantes a la hora de enfrentarse contra grandes grupos de enemigos o jefes poderosos. También hay diversos consumibles que pueden contribuir a otorgarnos un plus en la recuperación de resistencia, salud y mejora de ataque. Como colofón, hay habilidades especiales que alteran algunas de las propiedades básicas de Tunic.
Si eres un jugador paciente que disfruta nada más que descifrar el mundo y la historia de un juego, posiblemente Tunic se convierta rápidamente en uno de tus juegos favoritos. Es un título que revela sus secretos y mecánicas muy gradualmente, pero descubrir un nuevo camino oculto o cómo abrir esa puerta que no te permitía avanzar, siempre es emocionante. En este lento pero inexorable y constante goteo de contenido, se produce una curiosa dualidad. En ocasiones, sientes que el diseño de niveles es sobresaliente, con atajos y áreas nuevas constantes, pero a su vez, sientes una falta de claridad a la que la cámara fija no le ayuda en nada, dejándote un poco frío, casi como si el juego te invitase a tener que buscar una ayuda extra por internet. Hay momentos en los que Tunic me emocionaba, mientras que en otros, sentía que directamente no valoraba el tiempo del jugador.
Una bonita odisea
Sin embargo, pese a las discrepancias que pueda tener sobre su jugabilidad, es difícil negar que el arte de Tunic es realmente muy atractivo, sin duda, uno de sus grandes alicientes, ya que entra rápidamente por los ojos. Gráficamente, las cosas son impresionantes con hermosos modelos, iluminación increíble y animaciones sólidas. La diversidad tanto en los tipos de enemigos como en los biomas de nivel también es reseñable. No hay muchos detalles en ninguna parte, pero los tonos pasteles suaves y los bordes redondeados sugieren un mundo bucólico. Pero ojo, no os dejéis engañar por las apariencias, en ese mundo, al igual que en cualquier título del género, todo desea mataros… por lo que, pese a ser aparentemente tranquilo, es mucho más hostil de lo que parece.
Tunic hace gala de una gran banda sonora que se mantiene durante todo el juego, aprovechando al máximo su poderosa partitura atmosférica. Cada región cuenta con un tema musical único que se adapta al diseño ambiental de una manera que es casi imposible de describir. La música realza todo lo que te rodea, dando vida incluso a los lugares más simples de una manera nueva. Si bien es cierto que no hay una gran cantidad de efectos sonoros, los pocos que hay sirven a la causa de forma efectiva, notándose ciertamente esa intención de mantener el audio en mínimos. En cuanto a las voces, directamente no las hay, y es por eso que toda la responsabilidad auditiva recae sobre los temas que componen el juego y sus efectos sonoros.
Conclusión
Tunic es un título increíble, pero siempre que tengas presente lo que te vas a encontrar, ya que puede tornarse en una experiencia muy frustrante para aquellos que no sean su público objetivo. El jugador al que va enfocado esta obra es alguien que tiene paciencia, que no le importan los combates desafiantes ni la resolución de rompecabezas y, claro está, no se rinde ante callejones sin salida ni obstáculos. Para esas personas. Tunic es un encantador ARPG inspirado en Zelda que se desarrolla en algo más grande de lo que sugiere su estilo, brillando especialmente por sus magníficos gráficos, su increíble música y su intrigante historia. Si es vuestro primer Soulslike… bueno, es posible que el desafío, especialmente potenciado por la opacidad del juego, reacio completamente a mostrarte hasta lo más básico, pueda suponer una barrera infranqueable. Sea como fuere, el hecho de que el título esté disponible en Xbox Game Pass, puede ayudaros fácilmente a solventar la duda de si estáis en el lado de los que amaran Tunic, o si por el contrario, sois de los que lo aborreceréis a los pocos minutos.

Kalas
Veterano en esto de escribir sobre videojuegos, pero un día me cansé y decidí fundar mi propia web. No soy amante de las marcas, sino de los buenos juegos, aunque Nintendo ha estado muy presente en mi infancia. Sobrevivo en mi lucha por convertirme en un especialista en Asia Oriental.
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