
Y de igual manera pasa con los videojuegos. Pese a haber juegos maravillosos de muchos otros géneros, al final del día, todos queremos sentir que hemos salvado el mundo. Sin ir más lejos, hace menos de un mes completé tanto Final Fantasy XVI como God of War: Ragnarök, y siendo los dos juegos memorables y dignos de cualquier tipo de elogio, está claro que God of War está un par de escalones por encima en el cómputo global, pero si se me tiene que venir un combate a la mente, no es ni contra Thor ni contra Odín, no, es contra el hijo de ruin de Barnabas, porque sí, Odín quería elevar al máximo la supremacía de los aesir y blablabla, pero Barnabas iba un paso más allá.
Y, si hablamos de videojuegos y superhéroes, aunque me encantaría hablar de la obra maestra que es Marvel’s Spider-Man 2 o cualquiera de sus precuelas, por desgracia para este análisis necesito mencionar al infame Marvel’s Avengers y a Marvel’s Guardians of the Galaxy, el juego mucho más que recomendable que se vio perjudicado por la existencia de los vengadores. Porque sí, Crystal Dynamics quiso hacer un juego como servicio con el reclamo que suponen los mayores héroes habidos y por haber en el MCU, pero fue un fracaso. Por suerte, aprendió de sus errores y ofrecieron un título centrado en los Guardianes, pero este no logró ni de lejos el reconocimiento que merecía; quien no ha aprendido del fracaso de Avengers es, sin duda, Suicide Squad: Kill the Justice League, el juego que vengo a analizaros hoy.

Esta no es la saga de la que me enamoré
Pese a no resultar obvio y, probablemente, la mayoría del público ignore esto, Suicide Squad: Kill the Justice League es la última entrega de la saga Arkham, esa que a día de hoy se sigue considerando por muchos (incluyéndome) la mejor saga de videojuegos de superhéroes jamás creada; y aunque me abstendré de comentar los juegos anteriores, ya que este es perfectamente jugable sin tener conocimiento alguno de ellos, no puedo evitar sentirme decepcionado.
En esta entrega se nos presentará el mayor miedo de todos aquellos que conviven con superhéroes: que venga un malo malísimo más poderoso que ellos y nos quedemos desprotegidos, pero… ¿Y si además, son nuestros héroes los que ahora quieren acabar con nosotros? Entonces, como se suele decir, situaciones desesperadas llevan a medidas desesperadas, por lo que, cinco años después de lo sucedido en Arkham, nos deberemos poner en la piel de la Fuerza Especial X (conocida coloquialmente como Escuadrón Suicida) para acabar con La Liga de la Justicia, que ha sido controlada por el malévolo Brainiac.
Como es inevitable, antes de tener la oportunidad de jugarlo para analizarlo, en las redes había un bombardeo de información por parte de aquellos que tuvieron acceso antes, razón por la cual estaba lleno de prejuicios negativos hacia el juego. No obstante, esto benefició mi experiencia inicial en el juego, pues lo primero que encontré fue unas excelentes líneas de diálogo fieles a la personalidad de nuestros ¿héroes?, haciéndonos creer que este juego no viene a sacarnos el dinero, de hecho, lo que os garantizo que os sacará es más de una carcajada por las jocosas interacciones entre ellos. Harley Quinn, Capitán Boomerang, Deadshot y Rey Tiburón forman un pintoresco grupo con cuatro personalidades que a priori no pegan ni con cola, pero que poco a poco lograrán ir encajando hasta convertirse en un verdadero escuadrón.
En su misión para nada bajo amenaza de explotarles la cabeza si desobedecen a Amanda Waller, deberán eliminar a Flash, Linterna Verde, Batman y Superman, siendo Wonder Woman la única capaz de haber resistido al control mental. La narrativa no es demasiado compleja debo decir, y deja en evidencia que desde un inicio el juego estaba planteado de una manera bastante distinta a la que ha terminado saliendo al mercado. Aún así debo decir que las primeras horas de partida mostraban destellos narrativos dignos de Rocksteady, pues si estos eran excelentes en algo era en el desarrollo de personajes, y hasta llegar al combate con Flash, no había una sola línea de diálogo de la historia principal que sobrase, absolutamente ninguna.

El problema es que un juego no vive de sus primeras horas, aunque son estas las que logran cautivarte. Aquello que se planteaba interesante poco a poco va perdiendo su brillo, y no precisamente por el escuadrón que, probablemente, es de lo poco que se salva, sino principalmente por tomarse a chiste a La Liga de la Justicia. Porque no, no tenían suficiente con hacer que un supervillano controlase a toda la liga a la vez, sino que el trato de esta es lamentable, haciendo pasar por chiste de mal gusto a aquellos capaces de salvar el planeta una y otra vez; y soy incapaz de comprender por qué pasar de ser buenos a ser malos ha llevado consigo una trama decadente según se avanza en vez de jugar con la dualidad y el combate mental con el héroe que aún vive. Y no, no me trago que los encargados del guion no tuvieran el talento necesario porque, como ya he dicho, la narrativa en torno a Flash vislumbraba una fantástica campaña que no llega nunca.
Para acabar, el endgame, el famoso endgame de los juegos como servicio, en este caso es… desolador. Tratando de no hacer spoiler, me pregunto, ¿en qué cabeza cabe que después de matar a La Liga de la Justicia nos apetecería jugar al gato y al ratón con un maníaco cerebral? Es más, la simpleza con la que se presenta y desarrolla nuestra «persecución» a Brainiac le quita aún más peso a todo lo sucedido con los superhéroes, haciéndoles parecer unos panolis por haberse dejado manipular por un proclamado supervillano de este calibre. Decepcionante. Triste y decepcionante. Este, aún así, promete expandirse de buena manera con la llegada de las temporadas gratuitas (todos los micropagos están enfocados a cosméticos), pero ni he podido comprobarlo, ya que aún no hay ninguna disponible, ni creo realmente que vaya a haber alguien jugando aún para entonces. De todas maneras, imagino que el añadir nuevos personajes jugables como el Joker y «más narrativa» (permitidme dudar de la calidad y relevancia de esta), puede ser un buen incentivo para aquellos que sean fans acérrimos de DC.

Pium, pium… ¿pium?
Dejando de lado el apartado referente a la historia y con ello mi decepción, pasemos a hablar de la jugabilidad de Suicide Squad: KTJL. Hay dos cosas que nos quedan claras desde el principio: la primera es que nos topamos ante un looter shooter que no trata ni de disimular su vertiente de juego como servicio, la segunda es que en ningún momento se ha pensado en el juego como un single player a pesar de que la mayoría lo disfrutaremos así. Además, a esto se le suma un gunplay… justito. Pero bueno, hablemos.
Y como los últimos serán los primeros, comenzaré dejando clara una cosa: tenemos escenas muy bien desarrolladas al inicio del juego a la hora de reclutar al Pingüino y a Hiedra Venenosa como NPCs para que estos sean absolutamente innecesarios a lo largo del juego; en primer lugar porque desaparecen por completo de la trama y en segundo y más importante, porque las mejoras que nos ofrecen son aleatorias (pudiendo sacar armas peores a las que ya tenemos) o simplemente no suponen un cambio ni en cómo jugamos ni en cuánto más fácil podremos matar. Esto se debe principalmente a que el gunplay es justito, y aunque esto se trata de disimular utilizando distintos tipos de armas (fusiles, subfusiles, pistolas, escopetas, armas pesadas…), la triste realidad es que el frenesí del combate hace resultar indiferente el arma que uses, ya que lo único que marcará la diferencia es la cantidad de daño que hagas, porque las diferencias en distancias, cadencia y demás características se solventan fácilmente con una movilidad prácticamente absoluta.

Eso es especialmente notorio cuando lo que debería ser tu mayor atractivo se acaba viendo opacado, haciendo que lo realmente divertido sea el hecho de que tú mismo te propongas hacer «disparos imposibles». A esto sumémosle que existen un número limitado de misiones lo cual resulta preocupante teniendo en cuenta que, como looter shooter, se nutre de las misiones que vayas encontrando por el mapa, sin embargo, tanto estas como las que forman parte de la historia no salen de «escolta este convoy», «rescata a estos civiles», «protege esta zona» o «destruye esta zona», y esto… literalmente sin variar los enemigos… acaba oliendo un poco a chamusquina. Afortunadamente, por decirlo de alguna forma, el juego es consciente de lo soporífero que es en este aspecto, por lo que se presta a condicionar los combates obligándote a dar headshots o no permitiéndote realizar golpes cuerpo a cuerpo, y muchos más hándicaps que, siendo honestos, ni mirarás hasta que ver que no haces daño y si te resulta tedioso te irás de la misión sin más.
Y como comentaba, este juego está demasiado enfocado al cooperativo, de hecho en las misiones encontraremos una cantidad insana de enemigos que no es realista pensar en cargarse uno solo con compañeros controlados por IA, si no queremos perder el tiempo limpiaremos a base de granada y ataques especiales, evidenciando que esa Rocksteady que te ofrecía una magnífica saga del caballero oscuro enfocada a un jugador ahora no son más que cantos de sirena. Aunque el problema principal no radica solo en las misiones, que es lo realmente tedioso, sino en lo desmotivador que resulta cada uno de los combates contra jefes; me duele incluso decirlo, pero es que la dificultad es inexistente más allá de no cansarte de repetir patrones. De hecho, y esto solo os importará a los que hayáis jugado la saga Arkham, el combate contra Batman genera verdadero dolor, no por tener que matarlo, sino porque a Batman lo mataron desde el primer momento en el que decidieron desarrollar el juego y no lo vimos venir.
Es más, parte de esta no dificultad con los jefes, aparte de seguramente querer quitárselos rápido de encima, nace de querer darle algo que hacer a las cuatro personas que presuponen que jugarán la misma partida, haciéndolos especialmente golpeables ya sea por darles una hitbox enorme por razones extrañas o, por otras razones extrañas, ofrecer muchas hitbox distintas en el mapa de combate.

En resumen… tenemos una base de operaciones que no pisaremos, un montón de misiones por el mapa que o bien ignoraremos o bien odiaremos de tanto bucle, combates tan frenéticos como repetitivos y unos jefes finales decepcionantes. ¿Pinta bien, verdad? Pues, por absurdo que parezca después de tanta crítica, debo admitir que yo me he divertido bastante jugando. Porque, ya sabéis, lo cortés no quita lo valiente, y si te dedicas únicamente a realizar las misiones que el propio juego te obliga a hacer, estas son muchísimo más disfrutables, especialmente si, como digo, te impones objetivos tú mismo. En mi caso, algo que me motivaba bastante era poder eliminar solo con disparos a la cabeza o desde el aire, según la cantidad de enemigos que hubiera.
Y sí, sé que resulta de lo más contradictorio, pero creedme cuando os digo que una vez entiendes que este no es un juego de la Rocksteady que recuerdas, y te lo tomas como lo que verdaderamente es: una campaña del Fortnite ambientada en DC (diría que me he pasado de faltoso, pero no he sido yo quien ha pisoteado el Arkhamverso), el juego gana enteros pues te centras solo en disparar a enemigos genéricos y con muy escasa variedad mientras te encaminas a cargarte a La Liga de la Justicia.
Y… hablando de movilidad, esto sí es divertido, esta vez de verdad. Igual que muchos admirábamos el balanceo de telaraña en los juegos de Spider-Man, aquí sin duda no se quedan cortos siendo, tristemente, uno de los puntos más destacables del juego: cada personaje tiene un estilo de movilidad único que hará que nos demos vueltas por Metrópolis antes de llegar a nuestros destinos. Capitán Boomerang utilizará la supervelocidad canalizada en, sí, un boomerang; Rey Tiburón utilizará su súper fuerza para realizar saltos prácticamente antigravitatorios; Deadshot usará una mochila propulsora y Harley Queen, irónicamente, utilizará un bat-dron.

Por otra parte, que la movilidad con todos sea divertida es por desgracia algo que debemos agradecer más que disfrutar casi, porque, volviendo a que el juego está enfocado principalmente en el cooperativo, encontramos que únicamente el personaje al que controlemos durante la misión recibirá experiencia. Esto tratan de solventarlo haciendo que, para cada misión (especialmente para las de jefes, que hay una para cada uno) haya un personaje motivado que tendrá bonificaciones de combate, pero vaya… que va a ser lo mismo: disparar, recoger escudo y munición y seguir disparando. Todo esto para que tras cada misión nos den una caja de loot que virtualiza aún más la función del Pingüino & cía., y experiencia para un árbol de habilidades para nada motivador cuyas mejoras son poco más que «haz un combo de tanto para ganar un pequeño porcentaje de daño para un tipo de acción concreta».
Por último, cabe destacar que el juego está constantemente conectado a servidores online de Warner Bros., incluso jugando en solitario, por lo que si en algún momento deciden cerrar los servidores y no llega a ser cierto el rumor respecto a un parche para jugar offline… habremos, literalmente, tirado el dinero.
Las verdaderas pinceladas de Rocksteady
Aunque me he quejado mucho y criticado casi cada aspecto del juego, lo cierto es que en el apartado artístico parece que estemos hablando de un equipo completamente distinto. No tanto por el talento o la calidad, pues salta a la vista que detrás de Suicide Squad hay grandes profesionales, sino por el cariño dedicado a la realización del trabajo. Es así que el trabajo gráfico presente en este título es sobresaliente, no diría que es el techo de la generación porque no lo considero así, pero es indudable que está cerca.
Esto es especialmente notorio si hablamos de modelados de personajes, los cuales están cuidados al detalle demostrando de nuevo la marca personal de Rocksteady, dando vida y realismo a todo personaje medianamente importante; en el caso de nuestros protagonistas, especialmente de Harley Quinn, encontraremos un sinfín de expresiones faciales distintas e idóneas para cada situación, deslumbrándonos especialmente con las distintas cinemáticas del juego en las que a ratos sentiremos que estamos viendo una verdadera película. También cabe destacar un gran uso de la iluminación allí donde se podían permitir ser creativos, pues aquí nos topamos con un mundo mucho más luminoso a diferencia de la saga Arkham, además de una enorme profundidad de campo y un gran diseño de la enorme Metrópolis y sus llamativos y poco convencionales edificios.

A nivel sonoro, nos encontramos con una banda sonora notable pero sin llegar a destacar, aunque quizás por la sobrecarga de estímulo visual en combate que esta quedaba relegada a un segundo plano. Sin embargo, lo que sí hay que destacar es el gran trabajo en el doblaje al castellano, contando con un doblaje completo apoyado en una gran localización que no se corta un pelo en ser faltosa, macarra y malhablada, tal y como esperábamos del Escuadrón Suicida.
Conclusión
En conclusión, a modo de respuesta breve: no creo que valga la pena comprar Suicide Squad: Kill the Justice League. ¿Eso significa que no es un buen juego? Para nada. No considero que sea un juego a recomendar, como mucho a un gran fan de DC o de algún personaje jugable en concreto (sí, sé que solo Harley Quinn tiene fans), pero queda lejos de ser un mal juego. A pesar de tener una gran cantidad de cosas achacables y que ensucian la saga Arkham y a La Liga de la Justicia en su conjunto con una historia que va de muy bien a querer quitársela de encima pronto, creo que la descripción ideal para este juego es una gran cantidad de talento desaprovechado.
Muy a mi pesar, el nuevo título de Rocksteady se me hace difícil de asimilar, después de tanto retraso y tanta repercusión mediática por lo que planteaban desde el inicio, no han sabido darle la vuelta a la tortilla y, sin ser el terror que se comenta por redes, te recomiendo esperar a que el juego esté muy bajo de precio y tengas otros tres amigos con los que jugarlo si de verdad quieres darle una oportunidad, al final, quien sabe, salvando las distancias, Destiny 2 también comenzó siendo de lo más criticado y supieron redirigirse a uno de los mejores juegos como servicio existente. Y aunque dudo que esto suceda aquí, espero que aquellos que habéis comprado este juego tengáis la oportunidad de ver cómo mejora con la llegada de las temporadas, puesto que ahora, lastimosamente, no es un título por el que valga la pena pagar.
