[Análisis] Warhammer 40,000 Inquisitor Martyr

[Análisis] Warhammer 40,000 Inquisitor Martyr

La franquicia Warhammer toca muchísimas modalidades de ocio muy diversas, la franquicia creada por Games Workshop está también muy presente en la industria de los videojuego con multitud de títulos que tocan géneros tremendamente dispares entre si.

Este es el caso de Warhammer 40,000 Inquisitor Martyr, el nuevo videojuego desarrollado por NeocoreGames que después de múltiples retrasos llega a PS4 y Xbox One el próximo 23 de agosto de 2018.

 

Historia

La trama está bien hilada y tiene cierto atractivo, pero si no eres conocedor de la licencia que trata, se hace bastante complicado entender algunas cosas y es fácil que te pierdas. Si en cambio tienes una base, puedes encontrarte con algunas referencias y guiños de esos que encantan al fan.

Durante la trama encarnamos a un Inquisidor, una suerte de agente imperial que tiene como misión principal dar caza a la herejía que, tras recibir una señal de un pecio espacial que se encuentra a la deriva, decide ir a ver lo que ocurre.

La nave en cuestión es la Martyr, una fortaleza flotante que aparentemente se encontraba perdida y ahora, a modo de introducción, la recorremos sufriendo las acometidas de demonios y agentes del caos pertenecientes a los Poderes Ruinosos que se encuentran ahora al mando de la nave.

Tras el prólogo vemos como somos capaces de escapar de la nave con vida justo antes de que esta desaparezca sin dejar rastro a otro punto de la Disconformidad.

El devenir de la trama nos lleva tener que encontrar nuevamente la nave perdida, y resolver diferentes misterios como averiguar que fue del Inquisidor Klosterheim, además de indagar sobre el por qué lideró una misión en su interior y la relación de todo esto con unas extrañas visiones que nos atormentan.

Jugabilidad

En lo jugable estamos ante un videojuego con una clara influencia de la saga Diablo, esto, le otorga una jugabilidad muy entretenida pero a la vez se abusa demasiado de la repetición de enemigos y situaciones, hasta el punto de llegar aburrir con el paso de las horas.

Esto quiere decir que, durante las primeras horas de juego, la jugabilidad tiene el poder de enganchar y se mantiene firme, pero cuando ya la cantidad de horas empieza a ser abultada, notas que la estructura de las misiones es demasiado parecida entre si, con escenarios que varían en simples detalles, pero que no distan muchos de otros y la variedad de enemigos no es para nada generosa; cosa que, además ensombrece el conjunto.

El videojuego se compone de las misiones principales, o misiones de campaña, que son las que giran en torno a la trama. Pero también existe una gran cantidad de misiones secundarias que, en la mayoría de casos, son algo trivial que tiene poco interés más allá de la propia mejora en si del personaje y el desarrollo del mismo. Con objetivos bastante insulsos y repetitivos, poco más tiene que ofrecer salvo la función de estirar las horas de juego un poco más pero sin romperse demasiado la cabeza.

Esta sensación es una constante y es una pena la verdad, porque tanto la historia como la ambientación tienen su atractivo, pero esa sensación de repetición hasta el agotamiento, confiando en que las mecánicas jugables sean suficiente para mantener el interés del jugador, terminan por emborronar un videojuego que podría haber llegado más lejos con un poco más de ambición por parte de los chicos de NeocoreGames.

Las misiones se pueden jugar tanto en solitario como en multijugador con amigos, a pantalla partida como con otros jugadores a través de internet; además de la opción siempre atractiva de jugar con gente aleatoria a través de la red.

En cuanto a la creación de nuestro personaje tenemos tres posibles clases: psíquico, cruzado y asesino. Dentro de cada una de estás existen tres subclases, aunque algo bastante anecdótico puesto que las diferencias no van van más allá de una simple habilidad.

A la hora de jugar, la clase escogida tampoco tiene una importancia capital en el devenir de la partida, puesto que las habilidades las determinará el equipo que llevemos equipado, y las diferencias entre si van unidas a si llevamos una pistola automática, un láser, un mandoble o una espada. La única clase que si se diferencia es el psíquico, que posee su propio árbol de habilidades.

El desarrollo del personaje se puede hacer lento por este motivo, y vuelca toda la importancia en el equipo que llevemos, el nivel general del personaje poco más tiene que el permitir equiparnos nuevas armas y mejorar nuestras estadísticas con el punto que nos otorga cada nivel ganado. Además de eso, con cada nivel recibiremos una suerte de caja de loot con nuevo equipo para mejorar a nuestro personaje.

Existen dos modos de juego principales, uno es el modo historia, que hace a su vez de iniciación para todos aquellos que se aventuran por primera vez en un ARPG y no tienen mucho más interés que revelar los secretos que esconde la trama. En cambio, existe un modo desafío que sube la dificultad de forma determinante con el incentivo de obtener mejores recompensas.

Gráficos y sonido

Gráficamente estamos ante un videojuego que no destaca demasiado. En cuanto a potencia bruta; digamos que no sorprende en ningún momento, pero si profundizamos y entramos a valorar la ambientación o la estética la cosa cambia.

La versión de Xbox One X, con la que se ha hecho el análisis, dispone de dos modos de juego diferentes, uno que prioriza la resolución llevándola hasta 1440p, y otra que la fija a 1080p pero mejora la fuidez del gameplay.

Los diseños en general logran captar la atmósfera y a la esencia de cuadragésimo primer milenio. Los escenarios son atractivos a la vista, pero se nota que hay unos patrones que se repiten, más eso no quita que estén repletos de detalles que los hacen muy atractivos.

El diseño de personajes es correcto sin más, los enemigos también están al nivel pero la falta de variedad es bastante alarmante. Solo existen unos 20 tipos de enemigos diferentes, lo que deriva en esa sensación de repetitividad con el paso de las horas.

Las cinemáticas son soberbias, llenas de la epicidad típica de la franquicia Warhammer, y la banda sonora que acompaña al título tiene algunas melodías bastante imponentes.

Además, conviene recordar que el videojuego nos llega con voces en inglés y subtítulos en perfecto castellano. El idioma se puede seleccionar en el menú.

Conclusión

Estamos ante un videojuego que intenta imitar la formula Diablo pero basándose en la estética y ambientación de la reputada saga propiedad de Games Workshop, Wharhammer. Conscientes de la importancia que tiene este universo, desde Neocore Games intentan hacer un juego que copie las bondades de la obra de Blizzard, pero se queda muy lejos, y no termina de explotar el potencial que aparentemente podría tener.

Con una trama buena, que se sigue por interés, pero que revela demasiados datos que pueden hacer que el jugador menos conocedor del universo Warhammer pueda llegar a perderse. Una jugabilidad que, como ya hemos dicho, intenta emular a Diablo, pero la sensación de monotonía y repetitividad aparece mucho antes de lo que sería deseable.

Gráficamente esta entre los estándares habituales de los ARPG, y su diseño artístico y ambientación reflejan de forma notable la atmósfera que debe transmitir un videojuego basado en el cuadragésimo primer milenio.

Finalmente, estamos ante un título que, sin grandes alardes, cumple con lo que se podría esperar de él. Un producto con buenas ideas, pero un planteamiento que no termina de alcanzar su potencial, no obstante, gustará a todos aquellos aficionados de la licencia Warhammer, e incluso a los amantes de los ARPG.