Las cicatrices incurables de la guerra
Con una historia dividida en cuatro capítulos, Ad Infinitum es una experiencia de terror psicológico con implicaciones dramáticas contando una historia desgarradora sobre los horrores de la guerra y una familia destrozada por ella. Así pues, rápidamente estamos en la piel de un joven soldado alemán, al que, de repente, se le da por radio la orden de comenzar una ofensiva a todas luces suicida obligándole a saltar a primera línea junto a su fusil, corriendo a trancas y barrancas por las trincheras entre ensordecedores ruidos de explosiones y gritos agónicos de soldados de uno y otro bando. No hace falta señalar que lo que sigue es desgarrador. Y es sólo el comienzo. Los verdaderos horrores de la Gran Guerra, utilizada aquí como telón de fondo y mucho menos explorada en general que la Segunda Guerra Mundial, se muestran aquí como fértil terreno para un horror realista que pronto dejará paso al pesadillesco terror psicológico. ¿Qué de todo esto es real y qué es un síntoma del trauma sufrido entre las trincheras? Eso es algo que habrá que descubrir…
Entre trincheras y habitaciones familiares
Ad Infinitum divide la acción en dos secciones diferenciadas en cada capítulo. Al principio de cada capítulo, comenzamos en la cama de nuestra habitación, en la gran casa familiar, una vacía y llena de recuerdos. Por supuesto, no faltarán los susurros, los ruidos extraños, los problemas con la iluminación o la aparición de figuras o puertas que se cierran. Es la sección más íntima, la relacionada de forma más directa con la familia, sus diferentes miembros y sus inclinaciones y formas de ver las cosas y, a la vez, la forma en la que la guerra y la pérdida han ido moldeándolos con el tiempo. Durante estos momentos de exploración estamos completamente a salvo, aunque es posible que uno no lo sienta de esa forma, pues todo se conjuga para hacerte creer que nunca estás solo, que hay presencias de algún tipo, por lo que la sensación general no será de seguridad. Mientras intentas resolver diferentes rompecabezas para avanzar, descubrirás notas que te brindan una idea de tu familia, comenzarás a reconstruir la narrativa del juego. Posiblemente, la mayor fortaleza de Ad Infinitum resida en la forma en que entrelaza el miedo incluso en los aspectos más mundanos de su experiencia.
Después de resolver una tarea principal en una búsqueda de objetos por los pasillos y salas que componen la casa familiar, la tensión aumentará y Ad Infinitum dará paso a la siguiente gran sección, la Gran Guerra, con especial atención a las trincheras, poniéndonos nuevamente en peligro al devolver al pasado, reviviendo el traumático conflicto. No obstante, los soldados no será un problema en esta ocasión, pues lo que te atormenta y persigue son horrendas bestias sedientas de sangre, que te llevarán a preguntarte si estás reviviendo una pesadilla o estás atrapado en una. Hay monstruos que representan diversos problemas de la guerra como el hambre, mientras que otros suponen una clara representación de los traumas de los distintos miembros de esta familia, y cada uno responde a diferentes estímulos para ayudarte a evitarlos, ya que, a fin de cuentas, es imposible enfrentarse a ellos de forma directa. Así pues, mientras vamos cumpliendo las diversas tareas necesarias para poner fin a este bucle bélico, habrá que buscar la forma de sortear a los enemigos haciendo uso de lo que haya en nuestro entorno, bien sean escondites o gas venenoso. Sí, en cierto modo no es muy diferente a lo que se hace en la mansión, pero aquí el peligro está garantizado.
Posiblemente más de un jugador pueda llegar sentir después de una sesión de juego que Ad Infinitum no les presenta, en general, suficientes situaciones de peligro. Es hasta cierto punto comprensible en la casa familiar, pero en las trinchera la cosa cambia, si bien no inicialmente, pues a veces hay largos períodos de tiempo en los que no sucede nada interesante. Es en estos momentos de repetitivos paseos entre las mismas trincheras es cuando puedes notar que tu interés decae. No obstante, las cosas siempre mejoran con el paso del tiempo, y los capítulos suelen terminan con una suerte de tensa “pelea” contra el jefe de dicha sección, que suele solventarse corriendo de aquí para allá mientras vamos activando determinados elementos. Es en estos momentos en los que el juego te pide que tomes decisiones relacionadas con los monstruos que generó tu tragedia familiar, y depende de ti mostrarles misericordia o perpetuar su oscuridad, y el juego responderá y se transformará según cómo reaccionas hasta el final. ¿Mostrarás misericordia en momentos de necesidad o te dejarás dominar por tu lado más violento? En cualquier caso, terminarás en tu habitación con un fragmento de espejo, uno que, una vez completado, te permitirá verte de una vez por todas.
No es la mente lo único a reparar
Aparte de que su ritmo a veces está fuera de lugar, Ad Infinitum también tiene otra serie de problemas, al menos en su versión de PlayStation 5, que es la que se ha utilizado para la realización de esta reseña. Comenzando por los problemas menores, hay algunos glitches visuales muy raros, desde el disparo del fusil hasta los ondas que se forman al pisar por el agua, que muchas veces van a destiempo. Por otro lado, si bien el juego tiene subtítulos en español como opción, hay unos cuantos textos que se han quedado sin traducir del inglés, desde notas escritas hasta señales o incluso diálogos. Por otro lado, hay bugs graves que literalmente te obligan a reiniciar el juego. Uno de ellos, tuvo lugar durante un momento de persecución mientras corría por una zona llena de agua y tablones, pasando por encima de un tablón y teletransportándome directamente a una estructura de maderones de la que no podía salir de ninguna forma. Estos bugs de teletransportación los he vivido hasta en tres ocasiones, aunque solamente este me obligó a cargar partida por imposibilidad de continuar. En otra ocasión, simplemente pulsé el botón de pausa y la música de fondo dejó de sonar, el juego se congeló en el menú y no permitía salir ni hacer nada, por lo que tuve que volver al último punto de guardado. Ya veis que a Ad Infinitum le hace falta algún que otro parche que vaya arreglando todos estos fallos.
A nivel gráfico, el juego es cumplidor. La casa está fantásticamente diseñada al detalle y los juegos de luces funcionan bien para crear tensión, especialmente cuando tienes que hacer uso de la linterna de dínamo en la oscuridad de las trincheras. Igualmente, las aberraciones creadas para hacer las veces de jefes de zona están diseñadas de forma que parezcan haber salido de las mismísimas puertas del Infierno, haciendo que quieras alejarte de ellas lo más rápido posible. Por supuesto, el juego tiene sus flecos también, especialmente en el diseño de personajes humanos, pero bueno… Quizás el mayor problema en este sentido es que, a pesar de ser un juego con unas configuraciones gráficas limitadas, es decir, no hay modo rendimiento o modo gráfico, sufre en su desempeño, con un rendimiento algo pobre durante las varias horas que dura la experiencia. Eso sí, no en todo momento.
La banda sonora de Ad Infinitum es inquietante, con repentinos estallidos de marchas y piezas clásicas de principios de siglo. La actuación de voz es otro aspecto sorprendentemente positivo, desde cartas que se leen en voz alta, soldados amigos y enemigos hablando o gritando, hasta gritos y chillidos que escucharemos a lo largo del juego. Sin embargo, la mejor parte del diseño sonoro del juego es el silencio. El título sabe cómo crear temor y atmósfera aprovechándose de esto, antes de que el sonido vuelva a estar en primer plano.
Conclusión
Ad Infinitum es una experiencia sobre la guerra y sus consecuencias, los traumas asociados y los problemas familiares, que si bien no aporta nada nuevo al género, es capaz de entretener durante unas horas, siempre y cuando sus fallos técnicos lo permitan. En cuanto a la jugabilidad, existe la combinación habitual de exploración, sigilo y acertijos, amén de la clásica falta de combate convencional para obligarte a huir y esconderte de la amenaza. No obstante, pese a la falta de originalidad e innovación, hay algo convincente en la propuesta que consigue atraparte y tirar de ti para que sigas avanzando, cual soldado que se arrastra por una enfangada trinchera en pos de salvar la vida. Si bien la obra de Hekate no va a ser un imprescindible del horror para prácticamente nadie, esta mezcla familiar de unos y otros títulos tiene algo que ofrecer para cualquiera que decida darle una oportunidad.
Kalas
Veterano en esto de escribir sobre videojuegos, pero un día me cansé y decidí fundar mi propia web. No soy amante de las marcas, sino de los buenos juegos, aunque Nintendo ha estado muy presente en mi infancia. Sobrevivo en mi lucha por convertirme en un especialista en Asia Oriental.