[Análisis] Bendy and the Ink Machine

[Análisis] Bendy and the Ink Machine

De vez en cuando aparece un proyecto indie que, sin saber muy bien cómo, llama tu atención de forma repentina.

Este es el caso de Bendy and the Ink Machine, un videojuego de terror y puzles desarrollado por The Meatly Games y Joey Drew Studio, que consiguió llamar mi atención por la personalidad que desprende su apartado artístico, y resultó ser una agradable sorpresa.

Historia

En el videojuego encarnamos a Henry, un antiguo animador jefe de Joey Drew Studio, estudio detrás de un famoso personaje de animación llamado Bendy, y que recibe una invitación, años después de su marcha, para visitar el estudio de animación.

Al llegar al estudio, no tardamos en comprender que algo ha cambiado, lo que anteriormente había sido un gran estudio de animación ha mutado hasta convertirse en un lugar terrorífico, donde el misterio y los sobresaltos abundan por encima de todo.

La historia tiene cierto atractivo, no nos ofrece una trama demasiado elaborada ni enrevesada, pero lo que nos cuenta en las 5 horas de juego mantiene el interés la mayor parte del tiempo y da lugar a situaciones variadas.

 

 

Jugabilidad

Bendy and the Ink Machine nos ofrece un videojuego de terror donde se combinan con cierto gusto los rompecabezas, la exploración y las partes de acción a lo largo de los cinco capítulos que componen la historia principal.

Los rompecabezas se suceden a lo largo de todo el videojuego, no ofrecen una dificultad demasiado acusada, y las soluciones son bastante más evidentes de lo que cabría esperar. Al final, casi todos se resumen en conseguir cierto objeto para avanzar o activar una serie de palancas para abrir la puerta por la que necesitamos cruzar.

Quizás no es difícil sentir que estos podrían ser algo más variados entre sí, pero como ya hemos dejado claro anteriormente, el juego necesita que avancemos, y es por ello que no busca ofrecernos demasiada oposición.

En la aventura también hay lugar para la acción. No está demasiado presente, al menos durante los primeros capítulos, pero con el paso de los mismos si se hace más presente e incluso nos hace enfrentarnos contra algún que otro enemigo.

En cuanto a esto, los enemigos no son demasiado variados: existen tres o cuatro tipos a lo sumo, aunque también nos lleva a enfrentarnos con otros que podríamos calificar de jefes finales; cuyos combates se ven empañados por unas mecánicas en ese apartado bastante mediocres, pero cuyo atractivo queda patente en otro apartado.

En ciertos momentos, es bastante frustrante ver como mueres a manos de los mismos enemigos una y otra vez por fallos ajenos a ti, pero reconociendo, no obstante, que son situaciones aisladas.

El sigilo también tiene su espacio en el título, es un recurso necesario a la hora de evitar enemigos al encontrarnos desarmados, pero es bastante sencillo, y salvo algún enemigo que no voy a mencionar para no entrar en terreno de los spoiler, no va más allá de evitar la confrontación directa.

En caso de cometer un error, solo nos queda la posibilidad de huir y ocultarnos en una suerte de armarios que, por alguna extraña razón, hace que los enemigos dejen de buscarnos pese a que nos ocultemos en sus narices.

 

Gráficos y Sonido

Gráficamente, estamos ante un videojuego de una belleza sublime. Un apartado artístico que simula lo que podría ser los trazos de cualquier dibujo de cómic. Una apariencia cartoon que apuesta por unos tonos sepia que provoca cierto terror, a la vez que otorga una personalidad notable a la obra.

Comenzamos nuestra partida en lo que es un estudio de animación perfectamente ambientado, que hace a su vez de tutorial y donde los sustos y la tensión están bastante presentes; al menos en sus inicios, pero que terminan por diluirse tras repetirse en exceso.

Existen diversos escenarios por donde transcurre el videojuego, ese estudio de animación, con apariencia modesta, se interconecta con otros escenarios más grandes que esconden algunos de los puntos álgidos del videojuego en cuanto al apartado técnico.

No puedo dejar de mencionar los problemas de rendimiento incompresibles que sufre el videojuego, caías de framerate tan evidentes que afectan muy negativamente y que en algún momento pueden desembocar en una muerte inesperada.

Es algo tristemente habitual que estos problemas hagan acto de presencia, al menos en la versión de PS4 Pro, bajo la que se ha realizado este análisis, empañan la experiencia de forma incomprensible e inaceptable pese a tener en cuenta que estamos ante un proyecto modesto.

El juego se encuentra traducido al castellano en sus textos, y en líneas generales está bien, pero en algunos puntos, hay expresiones imposibles de contextualizar que da la impresión de que esta localización se ha hecho con cualquier programa de traducción y perjudica a la hora de comprender los hechos que se nos trasladan.

En cuanto al apartado sonoro, el videojuego nos ofrece voces en inglés y unas melodías o efectos de sonido notables, que apuntalan perfectamente el principal punto fuerte de este título: su ambientación.

Conclusión

Finalmente, Bendy and the Ink Machine nos ofrece un videojuego de puzzles y terror, cuyos valores de producción modestos empañan en cierta medida lo que podría ser uno de los mejores videjuegos de corte independiente del año.

La historia de Henry y Joey Drew Studio es bastante entretenida y sabe mantener el interés a lo largo de 4 o 5 horas de juego que nos ofrece a lo largo de sus 5 capítulos. Es perfectamente rejugable, pues existen al menos dos caminos diferentes que explorar.

Un videojuego que apuesta por una serie de puzzles no demasiado ingeniosos pero que cumplen, y un terror basado de forma principal en sustos, pero que acaban por parecer algo descafeinados por la excesiva repetición de los mismos.

Con un apartado artístico soberbio que desprende personalidad por los cuatro costados, el título se ve un poco empañado por un rendimiento bastante discutible, siendo de esperar que terminen por arreglar más pronto que tarde.

Estamos ante un videojuego independiente que cojea en muchas cosas, es de suponer que la falta de presupuesto ha sido un factor muy importante, pero con todo, tenemos una obra que consigue hacernos pasar un muy buen rato a los mandos.