Fecha de Lanzamiento
04/02/2021
Distribuidora
Graffiti Games
Plataformas
PlayStation 4, Xbox One, Nintendo Switch y PC
Versión analizada
Nintendo Switch
Desde ROBI Studios nos sorprendieron, en un Nintendo Direct hace unos meses, con el anuncio de Blue Fire, un juego que nos proponía un oscuro mundo de acción y plataformeo. Con una marcada estética superdeformed, y una paleta de colores de lo más llamativo, el juego entraba directamente por los ojos. Pues bien, en GaminGuardian ya hemos podido jugar Blue Fire, y hoy os traemos un análisis con todo lujo de detalles.

Adentraos con nosotros en el devastado reino de Penumbra. Toca convertirse en una ágil sombra, en un ser a medio camino entre la luz y la oscuridad. Es hora de empuñar nuestras hojas y ponernos la capa. Bienvenidos a Blue Fire.

 

Fuego azul en Penumbra

Blue Fire comienza en un oscuro reino, con una vasta panorámica de un gran castillo. Dentro de esa enorme mole, en un tubo experimental, iniciará nuestra aventura. Tras romper el cristal y emerger al mundo, ya capa y espada en mano, comenzaremos con la exploración. Pronto descubriremos un altar donde oiremos una voz, una voz que nos insta a salvar a un antiguo dios. Así, nuestra tarea pasará a ser la de despertar a las antiguas deidades del mundo, dioses que se encuentran en grave amenaza y han sido casi consumidos por la oscuridad y la corrupción.

En un principio el juego hace gala de una narrativa sumergida total, muy en la línea de juegos como Dark Souls. A lo largo del juego comprenderemos más sobre el reino, su pasado e incluso sobre nuestro personaje, pero todo lo aprenderemos a través de conversaciones con otros personajes o descripciones de objetos.

De vez en cuando algún personaje protagonizará una pequeña escena, aunque serán raras las veces en las que tengamos este placer. Sin embargo, al contrario que en la obra de Fromsoftware, Blue Fire no consigue generar el mismo interés en el jugador. En general los escenarios, enemigos y personajes se sienten genéricos, faltos de carisma o personalidad. Tenemos el bioma verde en el que hay algunas plantas, el bioma mecánico, el bioma rocoso… todos los escenarios son tropos muy manidos en los juegos de aventuras. A Blue Fire le falta la chispa en estos elementos necesaria para hacerlos propios. Y esto es una lástima, pues su personaje principal sí que derrocha carisma propio.

 

Una mezcla de elementos y géneros que sonará a muchos

Blue Fire coge forma gracias a la influencia de distintos géneros y juegos conocidos por todos, creando así su propia y particular esencia. En muy resumidas cuentas, nos encontramos ante una aventura en tres dimensiones centrada en el combate y el plataformeo con toques muy marcados de metroidvania. El título utiliza el backtracking de forma continua, consiguiendo de manera constante artefactos y habilidades que nos permitirán mejorar nuestra movilidad y poder. De esta manera, en cada una de las zonas siempre habrá algún resquicio al que no podremos acceder desde el principio, teniendo que revisitarla más tarde tras conseguir los guantes de escalada de turno, el gancho de turno o el doble salto de turno.

Y hablando de nuestra movilidad y nuestras habilidades, el punto fuerte de Blue Fire es sin duda el plataformeo. Los saltos, piruetas y avances no solo son una forma de movimiento entre niveles, sino que además forman algunas de las fases más desafiantes y divertidas del título. Estas fases requieren de toda la concentración y habilidad del jugador, y se vuelven difíciles en un momento muy temprano de la aventura. Por otra parte, muchos de los elementos que componen estos momentos se sienten muy artificiales, conjuntos de bloques flotantes que giran y se mueven continuamente, como si de repente entráramos a un mundo protagonizado por cierto fontanero mostachudo. Estas fases, en general, son la esencia de Blue Fire y aunque distan mucho de ser perfectas son el reclamo principal para el jugador ávido de un plataformeo exigente.

En cuanto al combate, el juego recuerda de manera muy notoria a Zelda: The Wind Waker, solo que simplifica la fórmula a bloquear la vista en un enemigo, rotar a su alrededor, esquivarle y atacar sin piedad. Tendremos algunas habilidades y magias útiles para luchar, aunque en honor a la verdad cabe decir que estas se usan más como simples artilugios, y su sensación kinestética dista mucho de ser algo digno de alabar. Por poner un ejemplo, para parar un ataque podemos invocar un escudo que nos rodea, pero el feedback, tanto visual, como sonoro, como jugable es totalmente nulo, por lo único que sabemos que ha funcionado es porque no recibimos daño. De hecho, los combates contra los primeros jefes del juego se resumen básicamente en pulsar dos botones, lo que hace que una parte importante del título se perciba como aburrida y anodina.

 

Esta hoguera también me suena

Y claro, en los tiempos que corren, y hablando de inspirarse en según que juegos, no podía faltar la inspiración de cierta obra de un estudio japonés… estoy hablando amigos, de Dark Souls. Y antes de que os caigáis de vuestra silla quiero aclarar que no, Blue Fire no es “el Dark Souls de los juegos de plataformas”, lo que no quita que coge muchas ideas de la obra de Miyazaki.

Para empezar, cuando muramos reapareceremos en el último punto de control habiendo perdido todas nuestras divisas. Para recuperarlas tendremos que volver, sin morir, al lugar donde perecimos, para tocar un espectro que dejamos tras nuestra muerte. Y creedme, vais a necesitar cada una de las monedas de cambio del juego. En Blue Fire casi todo cuesta dinero. Avanzar a una nueva zona a veces cuesta dinero, comprar mejoras en la tienda cuesta dinero, desbloquear los puntos de control cuesta dinero… el juego entero gira en torno a la moneda que recibimos al romper objetos. Y este es uno de los grandes problemas del título. Pues ninguna de estas acciones es barata y más de una vez me he visto en la situación de arquear una ceja ante el exorbitado precio de un simple punto de control.

Todo esto genera una dificultad artificial totalmente paradójica, pues el juego en ningún momento es difícil por su gameplay, sino que se vuelve farragoso por la absurda cantidad de almas que necesitamos para avanzar y la inmensa penalización que tenemos por morir. También es importante recalcar que la aventura tiene, de vez en cuando, ciertos picos de dificultad muy bestias, sobre todo a nivel de plataformeo, por lo que animo a aquellos que disfruten del juego a tener paciencia ante los escoyos que puedan presentarse en el camino.

 

Un apartado artístico genérico con pinceladas de preciosismo

Blue Fire juega, tanto en su historia como en su apartado visual, con una breve paleta de grises. Y esto lo digo en todos los sentidos. Al comenzar la historia, los colores que se arremolinan a nuestro alrededor son principalmente el blanco, el negro y los grises, todos salpicados de vez en cuando con alguna mota de azul, rojo o verde. Todo esto, mezclado con el simpático apartado low-poly del juego, daba al conjunto un estilo propio, una personalidad única. Sin embargo, como un hechizo, esa personalidad no tarda mucho en desvanecerse, y el juego pronto pasa a utilizar verde y marrón para la zona boscosa, ocre y verde para las alcantarillas, marrón para zonas pedregosas… ¿veis ya por donde voy?

En algunas obras, sobre todo en las de corte indie, una selecta aunque limitada paleta de colores puede hacer magia con la ambientación y es una lástima que Blue Fire no haya tirado por ahí.

A su vez, el diseño artístico de los escenarios y enemigos queda muy corto en todo momento, volviendo al limbo de lo genérico y sintiéndose falto de personalidad. Esto contrasta especialmente con el diseño de su protagonista y algunos personajes secundarios, que insuflan vida y carisma propios a una obra que intenta, por todos los medios, medrar entre su público gracias a su personalidad.

En cuanto al apartado sonoro, el juego destaca con sus melodías por encima de sus efectos durante el juego. Las composiciones que nos acompañan en nuestra aventura, en su mayoría orquestales, consiguen acompañar al jugador de manera natural, no resultando discordantes en ningún momento. La música acompaña, pero no enamora, podría decirse, quedándose nuevamente en un limbo del más puro color gris.

 

Conclusión

Blue Fire consigue tomar forma propia gracias a multitud de ideas tomadas de experiencias que nos marcaron a todos. Pinceladas sacadas de The Legend of Zelda, Hollow Knight o incluso Dark Souls se mimetizan en un juego de aventuras en 3D con una estética personal muy marcada. Su plataformeo, exigente y con un buen control es realmente divertido, a pesar de que en ocasiones se sienta demasiado artificial. Es una pena que el combate sea tan vacuo en cuanto a sensaciones y mecánicas, pues de otra manera estaríamos hablando de un juego realmente notable. Aún así, Blue Fire es una buena apuesta para todo aquel entusiasta de las plataformas que busque una aventura diferente.

[Análisis] Blue Fire
Sinopsis
Imaginad despertar en una fría cápsula de laboratorio, romper tu prisión de cristal y adentrarte en un sombrío y devastado reino. Estamos en Penumbra, una tierra antaño gloriosa y ahora olvidada. Seremos una sombra, un destello de acero, una salvación para el reino. Nuestra tarea no será fácil, pero ya nada lo es. Bienvenidos a Blue Fire.
Pros
El plataformeo es desafiante y divertido
El apartado artístico tiene toques preciosos de color y carisma
Contras
El combate es absurdamente repetitivo, fácil y falto de mecánicas
El juego coge mucho de muchos otros títulos pero se queda a medio gas en la mayoría de los casos
6.5
Aceptable