[Análisis] Cat Quest III

Soy de los que piensan que los videojuegos, como cualquier arte, nunca estarán hechos para todos los públicos, pues cuando tú estás creando el producto tienes siempre en mente la clase de jugador o espectador que disfrutará de él. De esta manera, antes de comenzar con Cat Quest III me resultó imposible no pensar que me encontraría un juego para niños sin demasiada cosa a rescatar para un jugador más adulto, especialmente viendo y leyendo reviews de sus dos predecesores (entre ellas, nuestra review de la segunda entrega), sin embargo, los cinco años de espacio y trabajo entre Cat Quest II y la entrega de la que hablaré hoy, han dado luz a un juego que ha superado bastante mis expectativas (aunque cabe recalcar que estas tampoco eran demasiado altas).

Aún así, como alguien que se está formando en la crítica profesional tanto para hacerla como para recibirla, considero que he adquirido una capacidad más que suficiente de comprender contextos y hablar siempre desde estos, valorando los esfuerzos por ampliar horizontes o, de manera contraria, regirse por estos y maximizar lo que pueden ofrecer; con esto, por ejemplo, es fácil darse cuenta de que Borderlands es una peli que poca gente disfrutaría, pero que los fanáticos de la franquicia pueden tomar como una falta de respeto, y es que es muy sencillo ver cuándo alguien quiere bailar sobre el éxito de un título y cuando se quiere hacer honor a él, y en el caso de Cat Quest III tengo claro que los creadores son grandes aficionados al género que nos ofrecen. Hablemos de ello.

 

Una aventura de zarpas tomar

He intentado varias combinaciones de palabras para este título, y si esta os parece mala, creedme si os digo que es con diferencia la mejor que se me ha ocurrido. Pero bueno, hablando del juego y no de mi falta de ingenio, algo que siempre aprecio en este tipo de entregas es el no necesitar haber jugado ninguna de las precuelas, primero de todo porque son escasos los aspectos narrativos existentes, pero también porque lo poco que necesitas saber viene introducido por una cinemática inicial que, desconociendo si tiene relación o no con los juegos anteriores, nos hace conocedores del contexto del juego. Así pues, nos embarcamos, nunca mejor dicho, en una aventura pirata donde deberemos surcar los mares en busca del tesoro de la Estrella Polar.

Poco más se nos ofrece a nivel narrativo más allá de la presentación de los que serán nuestros enemigos durante toda la aventura: los “pirratas”, que como podéis imaginar, son piratas rata, por lo que ya de primeras partimos con una ventaja puramente biológica, y es que es el gato el que caza al ratón, y no será menos en Cat Quest III.

 

Gran gestión de la duración

Con Cat Quest III, al igual que con la mayoría de juegos destinados a un público infantil, se puede terminar en no más de 10 horas (amén del tiempo que cada uno decida dedicar al complecionismo del juego), y algo digno de elogio es que en este juego no dejas de progresar, pues aunque la base del combate es de lo más sencilla: esquivar, disparar, espadazos y magias, cada poco rato obtendremos distintas mejoras de atributos o equipamiento que aportarán diversidad y diversión a nuestras peleas. Esto hará que el jugador adulto no sienta que está estancado o que está ante un juego de niños (pese a ser consciente de estarlo), sino que encontramos incentivos más que suficientes para que en ningún momento se nos haga cuesta arriba el avance en nuestra aventura.

Esto se ve reforzado por la ausencia de linealidad, permitiéndonos explorar el mundo de Cat Quest III a nuestra conveniencia, lo cual nos llevará en la mayoría de casos a movernos por zonas que difieran tanto para bien como para mal, y es que me he topado con enemigos que he barrido de cuatro ataques al igual que con jefes de zona a los que he tenido que matar dando muuuuchas vueltas y esquivando tantos ataques como los que yo he llegado a dar.

El mapa ofrecido en Cat Quest III es bastante más grande de lo que me esperaba para ser un juego de mundo abierto para público infantil, y en este se presentan islas y mazmorras (algunas de ellas, aunque pocas, en un 2D bastante bien ejecutado) que contendrán varios puzles sencillos para el jugador adulto y experimentado pero con la dificultad suficiente para que el chavalín que se está iniciando en este tipo de juegos no lo resuelva de primeras y obtenga una recompensa a la altura del desafío.

Pese a que el combate parte de una base sencilla como ya hemos comentado, existe una variedad de enemigos notable, lo que da bastante juego al tipo de estrategia que llevemos contra ellos, especialmente cuando se trata de jefes potentes pues tienen patrones de combate que si te despistas y no vas con el nivel y la build suficiente te puedes llevar algún sustito. Aun así, como digo en el párrafo anterior: se nos presenta un pequeño reto para el hombre, pero un gran reto para el chaval (este juego de palabras ya ha sido mejor, ¿eh?).

Por otro lado, y aunque yo no he podido probarlo ya que no he tenido con quién, existe un modo cooperativo que, si se realiza algún tipo de locke del estilo que uno solo puede atacar cuerpo a cuerpo y el otro solo a distancia, creo que puede ofrecer un rato más que agradable en pareja en un juego cortito para pasar una tarde entretenida.

 

Apartado audiovisual

En cuanto al diseño tanto del mapa como de personajes es evidente que se busca un estilo lo más infantil y sencillo posible, es por eso que todos los enemigos están sonriendo y su paleta de colores es viva dentro de que se busca siempre el uso de colores más oscuros, además, la “violencia” del combate y el asesinato de enemigos en ningún momento es lo suficientemente explícita como para caer en aquello de “los videojuegos vuelven violentos a los niños”, pues las animaciones nunca muestran sangre o heridas, simplemente usan patrones de destellos sobre el personaje para que el jugador sepa que está golpeando.

La banda sonora es simple, pero funcional: el público objetivo del juego no apreciará piezas musicales épicas o especialmente complejas, sino que buscará algo simpaticón con buenos efectos sonoros al moverse, y en estos aspectos es mucho más que cumplidora. Hay que sumar también un buen voice acting al inglés, que aunque hubiese deseado tener en castellano (al igual que los textos), la poca cantidad de diálogos hará que esto no suponga un verdadero inconveniente. En resumen, Cat Quest III ofrece un trabajo audiovisual notable y digno de ser reconocido.

 

Conclusión

Cat Quest III es, sin duda, un juego muchísimo mejor de lo que esperaba, y que “invita” a los adultos a pasar un buen rato en un juego para niños (más aún para aquellos padres y madres que quieran introducir a sus peques en el mundillo de los videojuegos), cosa que cogerá aún más fuerza con la próxima llegada de El Escudero Valiente (cuyas primeras impresiones podéis leer aquí); por tanto, pese a que el juego no da para un resumen demasiado amplio de lo ya comentado, sí que genera una sensación inamovible, y es que todo aquel que cuente con un chavalín en casa encontrará en Cat Quest III una gran inversión.

Al final, cuando un desarrollador tiene cariño a su producto, al género y a los videojuegos en general, se nota, y este Cat Quest III es la obra que culmina el trabajo y esfuerzo constantes de The Gentlebros (cuya web os dejo por aquí, por si queréis ver el resto de sus juegos), por tanto, como alguien que tenía unas expectativas de lo más bajas, no puedo hacer más que felicitarles por el resultado obtenido.