Es así que, sin tener un qué determinado a comentar en ellas, siempre trato de generar una sensación de proximidad en base a mis experiencias de vida como jugador e incluso personales de vez en cuando, según lo que las horas dedicadas al título en cuestión me hayan provocado, pues si coincidimos mínimamente, sabes que mi análisis será más afín a ti de lo que quizá otros lo sean, y si no coincidimos, como mínimo comprendes de mejor manera mis argumentos.
No obstante y por desgracia, esto no será así en este análisis, pues el juego de hoy me ha generado poco más que indiferencia. Y, ojo, esto no es un veredicto ni mucho menos, pero sí debo admitir que llevo un rato tratando de introducirlo y al final he creído más conveniente explicar por qué no logro hacerlo, irónico, ¿no? De todas formas, no quiero alargarme más de lo debido, por lo que pasamos ya a hablar de Clash II, el nuevo juego de Prime Bit Games SA que, tras un año y medio, abandona el acceso anticipado para lanzarse como juego completo.
Fantasía en el medievo
No os quiero mentir, no voy demasiado de la mano de juegos como Civilization VI o similares, pues no es un género que me entretenga ni me llame la atención, pero al ver un par de tráilers de Clash II me convencí de que esta forma híbrida entre los juegos de estrategia que disfruto y los que no me acercaría un poco más a los segundos. Nada más lejos de la realidad.
Primeramente el juego nos ofrece un modo campaña que nos ofrecerá una historia con dos puntos de vista: el de los “Heathens”, liderados por Elena, y el de los “Purians”, liderados por Harwig de Travil. Ambas facciones pretenden hacerse con el control de las tierras mágicas del continente de Karkhan, aunque tras los eventos sucedidos en la primera entrega de la saga, son los Purians los que mantienen la mayor parte del dominio. De todas maneras, como digo, podremos empuñar la espada a favor de ambos bandos (en diferentes campañas, claro) a lo largo de seis misiones con un punto final en común: Nifateys, el reino donde se labrará la batalla final de nuestras historias.
Cabe destacar que para comprender la historia de esta entrega no es necesario haber jugado la primera, pues a pesar de ser una secuela directa con un time-skip de décadas de por medio, esta puede funcionar como una historia independiente per se. Aun así, no considero que valga la pena planteárselo tampoco, pues en términos de narrativa, esta historia no tiene nada interesante que contar.
Como aficionado tanto del medievo como de la fantasía que me considero, temo decir que esta obra me ha dejado completamente frío, primeramente por la manera de narrar, y es que nos topamos con textos que aparecen sobre una pantalla con un diseño simple de fondo, y diálogos, sobre el mismo fondo, situados en la parte inferior de la pantalla y en pequeña escala, prácticamente diciéndonos que apretemos el botón de skip all, pues no nos son de ningún interés.
Y no solo la forma de narrar, también el qué se cuenta, carece de todo tipo de épica clásica o fantástica siendo este el atractivo principal de la época medieval, ¿de qué me sirve tener que decidir entre un bando u otro si la ambientación y sus presentaciones son pobres o inexistentes? No logran conectar con el jugador y hacerle sentir que este conflicto va con él, terminando escogiendo un bando más al azar que con premeditación. Lastimosamente, hay entre poco y nada que elogiar a la narrativa de Clash II.
Juego por turnos… ¿propios?
Como ya he comentado, no soy demasiado afín a juegos de estrategia como estos, pero creo firmemente que ni siquiera un fan del género podría defender esto.
Nos encontramos con un mapa de “mundo abierto”, donde parece que tenemos libertad de movimiento, pero realmente está de lo más pautado con barreras que te fuerzan a seguir una línea de crecimiento y mejora. Esto no es malo, de hecho, es de lo más lógico pues debemos mejorar constantemente el nivel de nuestras tropas y con qué unidades las conformamos; aun así, tienes la posibilidad de elegir en algunos casos si librar o no según qué batallas o el orden en el que hacerlo.
Ahora, lo que se me asemeja terrorífico, y no lo digo con tal de exagerar, es que el movimiento por el mapa ocupe un número de “acciones” por turno, mientras que solo nos movemos nosotros. ¿Por qué tengo que hacer clic en finalizar turno cada vez que se me agotan las acciones si el resto del mapa no interactúa? Los turnos, dentro del mapa, no sirven de nada.
Los enemigos se mantienen estáticos y expectantes de que decidamos lanzarnos a combatir con ellos en caso de que tengamos una probabilidad de ganar alta o media, en caso de que la probabilidad sea baja, ya te lo adelanto yo: es nula. El resto de elementos del mapa son campamentos a saquear, minas de oro, pequeños asentamientos donde reclutar tropas y un pequeño etcétera de lugares de poco interés y que nos aportarán entre poco y nada.
Y, como cabe esperar, a la hora de combatir volvemos a los turnos; aunque antes de eso deberemos posicionar a las tropas por nuestra zona y decidir si queremos combatir o dejamos que el combate se resuelva automáticamente por simulación. En caso de querer controlar la disputa, que para eso estamos en un juego de estrategia, nos reencontramos de nuevo con los puntos de acción, aunque aquí tienen todo el sentido que no tienen al movernos por el mapa.
Se consumirán puntos de acción en base tanto a las casillas que pretendamos movernos como por atacar y según la distancia del ataque para magos, arqueros y similares. Esto hará que por fin tengamos la sensación de que nuestras acciones tienen consecuencias, dado que dejar mal posicionada a una unidad puede traducirse en su inevitable muerte en el turno del enemigo, y una vez estas fallecen no hay marcha atrás.
Y aunque soy absolutamente partidario de las muertes definitivas en los juegos de estrategia, esto pierde mucha gracia al no generar ningún tipo de apego a las unidades, pues a diferencia de Fire Emblem o Valkyria Chronicles, aquí no hay más que NPCs completamente reemplazables, por lo que nos dará absolutamente igual sacrificar piezas o perderlas por un error de posicionamiento pues a la que exploremos un poco el mapa encontraremos un sustituto para esta. De hecho, si no fuera por lo que el comandante te aporta en batalla y porque su caída supone el game over, este sería otro NPC al que le cogemos cero aprecio.
Finalmente, el juego nos ofrece un modo de uno contra uno en un mismo ordenador, donde podremos enfrentarnos a un amigo si es que ambos consideráis que la mejor manera de pasar vuestra tarde es combatiendo en Clash II… pero, bueno, creo que el resultado será este:
Apartado audiovisual
Visualmente, y teniendo en cuenta que hablamos de un videojuego de aparentemente bajo presupuesto, se desenvuelve de manera correcta en el diseño del mapa y en la no presencia de bugs ni fallos notables al interactuar con los distintos elementos que se presentan. La paleta de colores es acertada y los diseños de los personajes son aceptables teniendo en cuenta la prácticamente nula variedad de modelos, recalcando así en la imposibilidad de coger algún tipo de apego a nuestras tropas.
No obstante, cabe destacar que el arte del juego en general está bastante logrado, pues en las pantallas de carga nos topamos con distintas imágenes estáticas con un estilo pictórico que ameniza la espera mientras se generan mapas, aunque debo decir que esto es relativamente rápido teniendo en cuenta, de nuevo, el más que probable bajo presupuesto con el que se contaba.
La banda sonora es probablemente lo más destacable del título, ofreciendo una gran ambientación en el medievo gracias al uso de instrumentos y ritmos típicos de la época, aunque peca de escasez en su variedad. Aun así, en vez de hablaros de ella, podéis escuchar el recopilatorio que compartieron los desarrolladores en 2021.
Conclusión
Clash II no es un juego para todo el mundo, y me atrevería a decir que cumple justito para aquellos fanáticos del género de estrategia al más puro estilo Civilization. La exploración por el mapa deja demasiado que desear y la no existencia de una narrativa lo suficientemente interesante imposibilita que el jugador se enganche o se interese lo suficiente por el título, que se sostiene únicamente por un sistema de combate sin demasiada complicación, pero que logra cumplir con lo que se le requiere: dificultad mínimamente desafiante y muerte definitiva para las tropas que den un paso en falso.
Así que, en conclusión, no puedo recomendar Clash II, pero tampoco me negaría a echarle un ojo si eres un verdadero gran amante del medievo y los juegos de estrategia.