Fecha de Lanzamiento
06/06/2023
DISTRIBUIDORA
Activision Blizzard
PLATAFORMAS
PlayStation 5, Xbox Series, PlayStation 4, Xbox One y PC
VERSIÓN ANALIZADA
Xbox Series
La última entrega de la renombrada franquicia de juegos de rol y acción de Blizzard, Diablo IV, ya está aquí desde hace un par de días a nivel general (y algunos más para los jugadores que decidieron invertir en las versiones digitales premium). Si bien puede que a alguno le suene extraño, siento confesar que no soy uno de esos veteranos jugadores de Diablo que hay por ahí, pues en mi caso, el título de Blizzard que consiguió absorberme durante años no fue otro que World of Warcraft. Mi primera experiencia real con la franquicia fue con Diablo III, concretamente, con su versión de Nintendo Switch. Tiene gracia, según parece en vistas del clamor popular, me inicié con el peor juego de la saga, o al menos, eso parecen apuntar la mayoría de aficionados (pese a que las notas medias en Metacritic le hacen distanciarse mucho de lo que consideraría un “mal juego”). El caso, es que Blizzard parece haber girado su timón para cambiar el rumbo y buscar cierta redención tras la experiencia general con Diablo III, esforzándose por intentar recuperar la esencia de los juegos originales al tiempo que introduce elementos nuevos, alejándose así hasta cierto punto de la “decepción” que parece que supuso la tercera entrega para algunos de los veteranos de la serie.

Así pues, Blizzard se puso a trabajar en Diablo IV de la mano de Vicarious Visions (rebautizada a estas alturas como Blizzard Albany), en un esfuerzo conjunto por revitalizar la comunidad de Diablo (todavía más rota y cabreada después del lanzamiento de Diablo Inmortal y su política de micropagos, lootboxes y demás). Después de un buen puñado de horas y con muchas certezas y pocas dudas ante mi, puedo señalar desde mi humilde punto de vista, que este título tiene el potencial para conseguirlo, entre otras cosas por su oscura atmósfera con tonos artísticos más duros para mostrar un entorno inquietante y lleno de demonios, su satisfactoria y simplista jugabilidad de estilo RPG con elementos estratégicos, y por último, pero no por ello menos importante, por hacer gala de una historia que es realmente interesante e incluye directamente al jugador en el lado heroico central del viaje, siempre en compañía de algunos personajes atractivos y memorables. En definitiva, sí, mi experiencia ha sido placentera y no deseo más que finalizar este texto para seguir con mi partida (este es el mejor halago que puede hacerse de un juego y a la vez, una clara declaración de intenciones) ¿Listos para dar el salto a Santuario y pararle los pies a Lilith?

 

Lilith e Inarius, dispuestos a sacudir los cimientos de Santuario

Varias décadas después de los eventos desarrollados en Diablo III, donde el Conflicto Eterno entre los Altos Cielos y los Infiernos Abrasadores ha dejado a la humanidad luchando a duras penas por reconstruir sus vidas en Santuario (el mundo de los mortales), surge un nombre legendario: Lilith, Hija del Odio, Creadora del Santuario y La Primera Madre. Una vez desterrada al vacío por su amante Inarius por matar tanto ángeles como demonios para proteger a su descendencia Nephalem, Lilith ha sido convocada una vez más a Santuario para recuperar su poder, cautivar los corazones de la humanidad y consumir el mundo con odio.

Diablo IV presenta una narrativa compleja y matizada que se desarrolla a través de escenas cinemáticas bien elaboradas, diálogos atractivos y cautivadores libros de historia repartidos por todo el mundo. El conflicto entre Lilith, Inarius y los demonios del infierno plantea dudas sobre el verdadero enemigo y en quién se puede confiar. Esta desviación de la moralidad en blanco y negro de los juegos anteriores agrega una profundidad y complejidad muy necesarias a la narración, ya que te tratan con una narrativa convincente que te mantiene involucrado e interesado en el destino de Santuario. A su vez, la historia entrelaza con éxito misiones personales, eventos mundiales más grandes y una sensación de muerte inminente, lo que lo convierte en un viaje convincente de principio a fin.

En este aspecto, es de aplaudir la profundidad y el significado de sus personajes en general. Los personajes de Diablo IV tienen roles significativos en la historia, lo que aporta una capa adicional de complejidad a la narrativa. Personajes como Lorath Nahr, que anteriormente tenía papeles menores, ahora juegan un papel fundamental en la trama general. Especialmente destacable el papel de la antagonista, Lilith, que brilla como un personaje destacado con su naturaleza cruel, sádica y, sin embargo, encantadora, difuminando las líneas entre el bien y el mal, haciendo gala de una serie de capas que la hacen más una presencia que se asienta cómodamente en el gris en lugar de ser una presencia puramente siniestra. Posee una asombrosa variedad de dicotomías: despiadada pero afectuosa, intrigante pero suave y manipuladora pero sincera. Inarius, por su parte, el arcángel cocreador de Santuario, también pasa mucho tiempo frente a la pantalla con gran efecto. Si bien uno asumiría que, en el mejor de los casos, sería una fuerza alineada claramente en el bando de los que luchan por el bien o la luz y, en el peor de las cosas, una simple figura neutral, desde bien pronto se presenta también como una figura con muchas capas en su personalidad y se muestra misterioso con motivaciones ambiguas. Y, vaya, esas escenas en las que se encuentra son increíblemente tensas y visualmente impresionantes, al igual que cuando es Lilith la que se deja ver con bajo el foco protagonista; fácilmente entre los mejores momentos de la historia que Blizzard haya podido dar a los jugadores.

 

Mucho por hacer en un mundo al borde del abismo

Esa mezcolanza entre dungeon crawler y hack-and-slash que siempre ha caracterizado a Diablo y lo ha hecho tan adictivo para el público en general, se mantiene estoicamente en esta cuarta entrega, con ese toque tan familiar que sonará a los veteranos y gustará a los novatos. Si bien esta entrega no introduce innovaciones revolucionarias en el género, demuestra que no es algo que necesite, ya que sobresale en lo que se propone hacer. El juego moderniza la franquicia a la vez que toma prestadas ideas de otros juegos como Path of Exile, Lost Ark o Torchlight, pero los ejecuta a la perfección. La falta de experimentación a favor de una mecánica bien establecida da como resultado un juego que tiene éxito en prácticamente todos los niveles.

Diablo IV pone al servicio de los jugadores un total de cinco clases a elegir: bárbaro, druida, nigromante, pícaro y hechicero. Si bien hablaré de ellos como arquetipos, con la forma en que se seleccionan las habilidades para crear versiones muy diferentes de cada uno, puede que no sea justo resumirlos demasiado, ya que cada clase ofrece un estilo de juego único y divertido. Las mecánicas de clase que se desbloquean a lo largo de la campaña mejoran aún más la distinción de cada personaje, agregando profundidad y variedad a tus partidas. Así pues, es posible que cada personaje que comparta clase disponga de un arsenal completamente diferente de habilidades, ya que los árboles de cada clase son un componente estratégico esencial. Este excepcional sistema de construcción permite optimizar tu personaje ofreciendo una profundidad y flexibilidad incomparables. Desde densos árboles de habilidades hasta poderosos glifos, sin olvidarse del impacto del equipo en tu personaje, que no es baladí, permitiendo transitar diversos caminos y estrategias. La capacidad de extraer ventajas clave del equipo y ajustar el árbol de habilidades de tu personaje (es posible reiniciarlo al completo por un módico precio) garantiza que experimentar con diferentes construcciones siga siendo agradable y accesible. Y quizás, en este apartado vea uno de los pocos puntos negativos de mi experiencia, la imposibilidad de guardar diversos perfiles de árboles de habilidades para cambiarlos en función de la situación sin necesidad de rellenar todos los puntos de cero.

Ir de aquí para allá por las mazmorras mientras vas aniquilando a hordas de enemigos es una experiencia siempre agradable, ya que el combate es equilibrio y fluido. Cada enemigo o grupo de ellos representa un desafío (especialmente en el caso de los enemigos élite) que pondrá a prueba nuestra propia build para resistir diversos escenarios posibles, permitiendo que las escaramuzas sean significativas y gratificantes. Las peleas de jefes son espectaculares y constan de varias fases, poniendo a prueba tus habilidades y tu pensamiento estratégico. El sistema de combate se parece bastante al de Diablo III, aunque con varios refinamientos que han contribuido a que esta cuarta entrega valga más la pena. Por supuesto, la dificultad irá en relación al nivel de mundo, por lo que si buscas un reto mayor, no dudes en escoger la segunda dificultad, recomendada en principio para jugadores ya acostumbrados pero que, incluso no siéndolo tanto, brinda la experiencia más óptima de juego.

En general, una de las grandes fortalezas del juego de Blizzard radica en la libertad que ofrece en su jugabilidad y contenido. Poco importa que estés decidido a avanzar directamente a piñón fijo en la campaña principal, centrándote en maximizar la construcción de tu personaje o involucrando a otros jugadores en el PvP, eres libre de disfrutar de la actividad que prefieras en el momento que desees, incluso mezclar unas y otras cosas e ir alternando, al igual que acostumbraba a hacer un servidor. No pasa mucho tiempo hasta que la experiencia se expande y abre ante nosotros un gran mapa esperando a ser explorado, lo que te da la libertad de completar los actos de la campaña en el orden que prefieras. La escala de nivel está vigente en todo momento para los enemigos para garantizar que te encuentres con una experiencia constantemente desafiante independientemente de tus prioridades, por lo que nunca vas a sentir que llegas demasiado fortalecido a una misión principal por haber invertido tu tiempo en mazmorras y misiones secundarias. No obstante, tiene el coste asociado de que la progresión de nivel se sienta un poco menos gratificante.

Si bien es perfectamente posible disfrutar de Diablo IV en solitario, es innegable que el componente social hace brillar especialmente a esta experiencia, siendo especialmente disfrutable en cooperativo, que puede ser en línea o multijugador local con hasta dos jugadores (yo por ejemplo llevo una partida junto a mi pareja, amén de otras dos individuales). El mundo compartido también presenta zonas de jugador contra jugador (PvP), donde los jugadores pueden probar sus habilidades unos contra otros. Asimismo, el juego dispone de Cross-Play y, mientras vas haciendo tu partida tranquilamente, coincidirás con diversos jugadores que pueden proporcionarte un bonus simplemente por estar cerca, o ayudarte a completar un evento (o contribuir tú mientras otros lo hacen), por lo que no es necesario crear un grupo per se. Estas características multijugador brindan una oportunidad tanto para el juego cooperativo como competitivo, haciendo que cada minutos que pasemos a los mandos del juego sea una experiencia atractiva para una amplia gama de jugadores.

 

Santuario nunca se sintió más “vivo”

Uno de los aspectos más cautivadores de Diablo IV es su impresionante presentación visual y lo pulida que está en general. Los gráficos han recibido una mejora significativa si se comparan con su predecesor, con modelos de personajes muy detallados, entornos bellamente diseñados e impresionantes efectos de partículas que realmente sumergen a los jugadores en este universo macabro. Ese diseño de arte que se escora por lo gótico es magnífico en todo momento, todo elevado a un nivel superior gracias a un impresionante sistema de iluminación que da nueva vida a los parajes infernales que visitas. Todo se entremezcla para darte la sensación de estar realmente viviendo la antesala del fin del mundo, un antecedente de lo que está por llegar con pueblos decrépitos y gente muy asustada, caminos llenos de diablos, bestias del averno, esqueletos, carros destrozados y muchos cadáveres por doquier; creando una espeluznante escena, una atmósfera oscura que queda patente en la destrucción que ha sufrido el mundo de Santuario y que no parece ser ajena a ningún lugar, una que además, ha conseguido afectar al ánimo y la salud mental de sus pobladores. Todo sin olvidarse de las cinemáticas, que son simplemente grandiosas, especialmente con Lilith en pantalla. En definitiva, Diablo IV logra crear con gran éxito una atmósfera inquietante y visualmente cautivadora, un mundo creíble en todo momento en relación a sus eventos.

Por otro lado, es igualmente encomiable la banda sonora del juego, que se con reminiscencias de los títulos anteriores en su icónica música, hace un gran trabajo a la hora de transmitir la desesperación y el abandono del mundo de Santuario. Mientras te aventuras por tierras ignotas, te acompañará música un tanto tranquila y lúgubre que llena la atmósfera con energía, mientras que cuando te encuentras con un gran grupo de enemigos, se vuelve un poco más intenso. No obstante y como es de esperar, la música realmente se eleva a la enésima potencia durante los combates contra jefes. En cuanto a los efectos de sonido, escuchar cómo se rompen los huesos del esqueleto cuando los cortas en pedazos con un hacha o montones de cadáveres que explotan a tu alrededor, suena increíblemente realistas y te sumerge aún más en el momento. El lanzamiento de hechizos también suena fantásticamente, ya sea desatando los ciclones que arrancan la carne de los impíos o el atronador crujido de ataques de rayos encadenados que fríen la piel de demonios y hombres cabra por igual.

Por último y, en relación al tema del sonido, no puedo dejar de señalar que, para mi sorpresa, la calidad del doblaje en español a nivel general en Diablo IV es una sorpresa mayúscula. No solamente en los personajes principales como Lilith, cuya voz corre a cargo de la reconocible Olga Cano (Carol en The Walking Dead), sino incluso en NPCs en los que uno esperaría una relajación en ese sentido, se ha optado por un doblaje profesional de pesos pesados con grandes nombres como Rafael Azcárraga, Jesús Barreda o Ana de Castro, entre otros muchos que han aportado su granito de arena a hacer de Santuario un lugar con alma propia. De hecho, una de las interpretaciones que más me sorprendió es la de un NPC que te otorga una misión secundaria en una de las salidas de Kyovashad, un padre completamente destrozado hablando entre gritos y sollozos con el espíritu de su hijo.

 

Conclusión

Diablo IV es prácticamente todo lo que se le podría pedir a un videojuego. Revistiéndose con esa oscura y adictiva esencia, supone el regreso más triunfal de la serie de Blizzard, uno que conseguirá cautivar a propios y extraños gracias a su atrayente historia, su magnífico mundo lleno de actividades por hacer y, finalmente, una puesta a punto audiovisual de primer nivel. Asimismo, la libertad de juego y el sistema de elementos deterministas brindan una experiencia refrescante y personalizada, aunando complejidad con flexibilidad para crear una experiencia que seguramente consumirá a cualquier jugador durante cientos de horas.

¿Hay algo negativo en toda esta experiencia? Bueno… siendo sinceros y pese a darle vueltas a la cabeza, no se me ocurre demasiado. Podría hablar de la tienda con monedas compradas con dinero real, que obviamente son siempre una molestia y máxime en un videojuego que se ha lanzado a la venta a precio completo, nada que ver con un juego gacha gratuito de móvil. Además, los precios no son demasiado baratos si uno tiene en cuenta el gasto asociado a la compra del juego. Lo único positivo de este tema es que, al menos, solo es posible adquirir (al menos por el momento) elementos cosméticos, por lo que no se ofrece una opción pay-to-win para subir de nivel rápidamente o comprar equipamiento destacable.

Siguiendo por lo negativo, en base a la absurda cantidad de equipo que suelen dropear los enemigos, cofres y recompensas de misiones, la inclusión de vendedores de equipo y armamento tampoco tiene mucho sentido más allá de venderlos todo lo que nos estorba en el inventario. Por último, destacaría algún que otro problema de latencia puntual (algo intrínseco a cualquier juego como servicio con obligatoria conexión constante) y que, si bien es posible completar la experiencia en solitario, es mucho más disfrutable en compañía, por lo que si tu intención es jugar en solitario de forma habitual, puede que la experiencia te sea un pelín menos grata.

Sea como fuere, Diablo IV es en términos generales el juego que hemos estado esperando, un esfuerzo encomiable por parte de Blizzard para ofrecer una secuela que seguramente complacerá tanto a los fans nuevos como a los veteranos de la franquicia.

Sinopsis
Santuario, una tierra antaño devastada por la guerra entre los Altos Cielos y los Infiernos Abrasadores, ha vuelto a caer en las tinieblas. Tras eones en el exilio, un siniestro ritual ha invocado a Lilith, hija del Señor del Odio, Mefisto. Ahora, mientras el odio amenaza con consumir Santuario, el mal avanza y surge una nueva ola de cultores y adoradores que reciben con regocijo la llegada de Lilith. Solo unos pocos tendrán el coraje para hacer frente a esta amenaza…
Pros
Una historia oscura y atrayente que te invita a avanzar para conocer más
Un sistema de combate adictivo y pulido, sencillo pero con opciones
Un Santuario enorme plagado de actividades y visualmente muy acorde
El trabajo audiovisual, especialmente en cinemáticas, es simplemente brutal
Contras
Algún problema puntual de conexión durante los primeros días
Una tienda con dinero real en un juego a precio completo...
9.5
IMPRESCINDIBLE
Kalas

Veterano en esto de escribir sobre videojuegos, pero un día me cansé y decidí fundar mi propia web. No soy amante de las marcas, sino de los buenos juegos, aunque Nintendo ha estado muy presente en mi infancia. Sobrevivo en mi lucha por convertirme en un especialista en Asia Oriental.