Fecha de Lanzamiento
3/12/2020
Distribuidora
HandyGames
Plataformas
PlayStation 4, Xbox One, Nintendo Switch y PC
Versión analizada
Steam
Los juegos de sigilo son un género que aunque podría verse como algo menor, lo cierto es que a lo largo de la historia nos ha dado grandísimos títulos, como la saga Metal Gear, los Splinter Cell de Ubisoft o la saga Hitman, protagonizada por el Agente 47. Estos comparten muchos elementos en común, pero también tienen algo que le resta el suspense (especialmente en momentos concretos) que debería tener alguien que se está jugando la vida al infiltrarse en un lugar. ¿A qué me refiero con esto? Pues que está genial todo lo que proponen estos juegos, pero cuando eres un soldado altamente entrenado en el combate, manejo de armas y técnicas de supervivencia e infiltración… Pues se pierde mucho de la intriga y la tensión que tal situación podría generar si se manejara a alguien que no tiene la posibilidad de contraatacar. Y quiero pensar que este fue uno de los motivos que llevó a la creación del título que hoy busco analizar.

Desarrollado por los estudios indie de origen alemán Honig Studios y Quantumfrog, y publicado por HandyGames (quienes quizá os suenen por Chicken Police o Lock’s Quest), El Hijo: A Wild West Tale se trata del primer gran título de estos jóvenes equipos de desarrollo, quienes consiguieron en ferias tan importantes como la Gamescom hacerse con la nominación a mejor juego indie, ganando una cierta cantidad de fama que de seguro les vino como una excelente fuente de inspiración y motivación. Sin duda, El Hijo se trata de un juego que llama mucho la atención por su propuesta, su apartado gráfico y sus posibilidades, además de por su interesantísima ambientación, muy inspirada en las grandes obras del género western, pero… ¿Se trata de un buen título de puzles, sigilo y aventuras? ¿Qué tal está a nivel narrativo? ¿Y qué tal el apartado musical? Todo esto y más, a continuación.

 

Érase una vez en México

La historia de El Hijo nos traslada, como ya os imaginaréis, a las tierras de México a finales del siglo XIX, en la época en la que se desarrollan la grandísima mayoría de historias del género. Así, se nos narra la historia de una madre y su hijo, quienes tras la destrucción de su hogar a manos de unos bandidos deben huir y separarse. El niño se quedará encerrado en un enorme y antiguo convento al cuidado de los monjes que ahí habitan, mientras que la madre buscará huir y vagar por las tierras cual nómada, esquivando bandidos y sobreviviendo como sea. Así, durante el desarrollo del título iremos alternando el control entre ambos personajes, y poco a poco la historia de ambos se irá uniendo. Por lo general, me ha resultado una propuesta muy original y atrevida, especialmente al no usar nada de diálogos y al contarlo todo a través de la imagen, lo que es muy difícil de utilizar bien. Y sí, la propuesta es original, ¿pero funciona? Diría que por lo general sí, ya que la historia se siente bastante completa y, de hecho, su conclusión resulta bastante satisfactoria. Es cierto que en algún momento se echa en falta algún diálogo, pero por lo general esto está muy bien llevado.

Desde el minuto 1 el título rezuma amor por el western. El inicio evoca mucho al los primeros minutos de películas tales como Centauros del desierto, del maestro John Ford, y las secuencias de la madre rezuman un aire a spaguetti-western de serie b que le sienta muy bien, por lo que si sois fans del género creo que lo disfrutaréis mucho más. A todo esto se plantea una crítica social realmente interesante relacionada con la corrupción de los adultos y la iglesia y con la explotación infantil, y es algo que sienta muy bien al juego. Por otro lado, el título está perfectamente traducido al español (el título ya venía traducido de base, pero para el lanzamiento en nuestro país han traducido también el resto del juego), por lo que el tema del idioma no debería resultar un problema para nadie. La duración del título es algo escasa, alcanzando las 6 o 7 horas para completar los 30 niveles , pero teniendo en cuenta lo que trataré en el siguiente apartado, es una duración bastante buena y adecuada.

 

Recarga tu… ¿tirachinas?

A nivel jugable El Hijo se presenta como un juego de sigilo y puzles con perspectiva isométrica, en donde deberemos controlar a nuestro personaje para evitar ser vistos y poder escapar de cada nivel. Para poder conseguir esto, podremos buscar ayuda en las sombras (donde no nos pueden ver tan fácilmente los enemigos) o de nuestras herramientas, que podremos utilizar conforme las vayamos desbloqueando y entre las que destacan las piedras, los juguetes autómatas o el tirachinas. Pero aquí encuentro el primer problema, y es que todas las armas se sienten muy parecidas, y salvo momentos muy concretos da igual que herramienta uses, pues todas tienen el mismo uso y funcionamiento, lo que hace que se eche en falta no solo un mayor número de herramientas, sino también una mayor variedad de mecánicas. También podremos interactuar con muchos elementos del escenario, pero de nuevo aunque haya mucha variedad de elementos con los que se pueda interactuar, con la mayoría interactuaremos de la misma forma. Nuestra visión al movernos es limitada, y los escenarios son bastante amplios, por lo que para tener un mayor conocimiento del mismo podremos utilizar nuestra ave compañera para no solo ver mejor a los enemigos si no también la dirección a la que están mirando. Si estos te pillan, el nivel se acaba y deberás empezar de nuevo… Lo que puede ser algo frustrante, ya que el juego castiga bastante que te vean por mínimo que haya sido el vistazo.

En cuanto al diseño de niveles, en general me ha parecido muy bueno, sin haber ningún nivel en concreto que desentone o que baje el nivel. Y aunque este tipo de juego podría, dado a la falta de variedad de mecánicas o herramientas, hacerse muy pesado o repetitivo bastante pronto, lo cierto es que la cantidad de niveles es ideal, el título finaliza cuando debe y no se alarga, una vez lo terminas sientes que has jugado lo que deberías. En ese sentido, muy bien por el equipo de desarrollo, ya que ha dado bastante contenido sin que se sienta corto ni excesivamente largo. Por último, y antes de pasar al apartado gráfico y sonoro, destacar que no hay muchas diferencias jugables entre la madre y el hijo, ambas son bastante interesantes y divertidas, aunque personalmente me ha gustado más la parte de la madre porque se siente mucho más tensa. Y esto está relacionado con lo que os contaba en la introducción: en ningún momento tenemos armas para defendernos, estamos rodeados en un entorno hostil en el que el mínimo error puede ser nuestro fin. Y esa sensación está muy bien llevada, me ha parecido realmente de lo mejor del juego.

 

Wild, Wild West

El apartado visual del juego es uno de sus mejores puntos, ya que tanto a nivel gráfico como a nivel artístico cumple y bastante bien. El estilo artístico es simple pero bastante llamativo, te atrapa desde el primer momento, y me ha parecido una buena mezcla entre la línea clara del cómic europeo (por su simpleza y color) y la animación actual (algo en la línea de El Tren Infinito). Es muy atractivo y creo que se realiza un muy buen trabajo. Si os soy sincero, pocos fallos puedo encontrar aquí, más allá de que quizá no habría venido mal una mayor variedad en el diseño de enemigos. Pero vaya, es una queja algo menor.

Por último, el apartado sonoro de este título es bastante interesante. Al narrar la historia sin diálogos tanto la imagen como el sonido ganan una mayor fuerza, y este último toma el protagonismo durante gran parte del juego. La banda sonora me ha parecido muy buena, remitiendo (al igual que la historia) a las grandes cintas del género western, y eso nunca es malo. Los efectos de sonido son también decentes y te sumergen de lleno en la propuesta del título.

Conclusión: De tal palo, tal astilla

El Hijo: A Wild West Tale es un juego sencillo y directo, que desde el primer momento pone las cartas sobre la mesa y plantea las mecánicas que se irán repitiendo durante el resto del juego. Su corta duración y su buen diseño de niveles consigue que no termine de hacerse repetitivo, aunque tampoco le habría venido nada mal un mayor número de mecánicas y una mayor variedad en el funcionamiento de las mismas, además de más elementos secundarios, ya que el juego no es muy rejugable. Sea como sea, solo por su interesante planteamiento narrativo, ambientación y música creo que merece la pena darle una oportunidad, y si sois fans del western creo que os gustará aún más.

[Análisis] ‘El Hijo: A Wild West Tale’
Sinopsis
El Hijo es un emocionante juego de sigilo de spaghetti-western, en el que guías a un niño de 6 años en su búsqueda para encontrar a su madre. El viaje comienza cuando una granjera y su hijo, El Hijo, son atacados por bandidos que arrasan su granja hasta el suelo. La madre decide dejar a El Hijo en un monasterio aislado para protegerlo. Sin embargo, El Hijo decide que la vida monástica no es para él y decide escapar. El Hijo es un juego sigiloso no violento. En cambio, la violencia se intercambia con el juego travieso y juguetón de un niño pequeño. El juego de sombras está en el núcleo de la partida y El Hijo a menudo tendrá que esconderse. Sin agregar nuevas mecánicas innecesariamente, el juego se extiende naturalmente, a medida que las variaciones de las mecánicas existentes se introducen gradualmente y se van combinando entre sí para aumentar el desafío. Estos giros en la mecánica familiar a menudo son producto de los entornos variados y cada vez más peligrosos que El Hijo debe atravesar para alcanzar su objetivo final.
Pros
A nivel narrativo se siente original y está bien llevado
El diseño de niveles cumple sin tener ningún bajón
El apartado artístico es excepcional
Contras
Falla en la variedad de mecánicas
Pocos elementos secundarios, lo que afecta a la rejugabilidad
7.5
Recomendado
Antonio Gallardo

Normalmente escribiría algo profundo que contara más sobre mi... ¿Pero de verdad alguien lee esto? Bueno, en ese caso... Me gustan los videojuegos y el cine. A veces unos más que otros, ya sabéis como funciona. Si queréis saber más, solo tenéis que leer lo que escribo.