[Análisis] MotoGP18

La mitad que llevamos de este 2018 está siendo bastante productiva para el equipo de Milestone ya que, tras ofrecernos hace unos meses Gravel, un divertido título de carreras off-road, ahora nos ponen a los mandos de las motocicletas más potentes del mundo, en la que sin duda es su saga fetiche, la basada en el campeonato del mundo de motociclismo, MotoGP18. Tras unos años en los que la saga parece un pelín estancada, ¿serán capaces los italianos de volver a reencontrarse con la corona de laurel?

Licencia para acelerar

Como en las anteriores entregas de la saga, tenemos a nuestra disposición la licencia completa de este gran circo. Esto quiere decir que todas las escuderías, motos, circuitos y pilotos de las categorías MotoGP, Moto2 y Moto3 estarán presentes y accesibles, categorías a las que se les ha sumado la Red Bull Rookies, con motos menos potentes que las de Moto3 y en las que los pilotos más jóvenes y prometedores intentan dar el gran salto a los tres campeonatos mayores.

Una vez nos ponemos a los mandos, tenemos varias opciones en las que disfrutar de esta jugosa licencia, siendo éstas bastante conservadoras, todo sea dicho. Así, podemos participar en modos rápidos para un jugador, donde encontramos Fin de semana de Gran Premio, Campeonato, Contrarreloj y diversos tutoriales. Además de estos, no puede faltar a la cita el modo Trayectoria, en el que más tiempo emplearemos y el más profundo, dentro de sus limitaciones.

En este modo, crearemos a nuestro futuro campeón en base a unas plantillas faciales bastante estándar y contadas opciones estéticas, y arrancaremos nuestro periplo por la competición desde lo más bajo, adquiriendo experiencia y accediendo a escuderías y categorías más prestigiosas según nuestras actuaciones en la pista. Además, participaremos del desarrollo de la moto (a partir de Moto3) mediante puntos de mejora que iremos obteniendo durante los distintos fines de semana que componen los campeonatos.

La ausencia más destacada dentro de los modos para un jugador es, sin duda, la de no poder disputar los desafíos clásicos, ni tener acceso a esas motos míticas de las que sí pudimos disfrutar en la edición pasada.

En cuanto a los modos multijugador, no presenta modo en pantalla partida local y se limita a los modos online, donde no tarda en encontrar partida, pero el rendimiento en las ocasiones en las que hemos tratado de completar una carrera ha sido bastante decepcionante, aunque como dijimos en el anteriormente mencionado Gravel, quizá sea más porque la gente no cuida sus conexiones que por el código de red en sí. En el menú existe una opción de competición para eSports que todavía no se encuentra habilitada.

Y aunque parezca un poco trivial, hay que hablar positivamente del modo foto, donde se nos permite realizar instantáneas personalizadas muy chulas y que nos harán creer que estamos a pie de pista.

Las mejoras han llegado, pero no nos dan para hacer la ‘Pole’

El sistema de control ha mejorado sustancialmente, trasmitiendo sensaciones muy creíbles y diferenciadas entre cada uno de los diferentes tipos de motos a los que tenemos acceso, ya sea entre categorías o entre escuderías. El menú permite ajustar una serie de parámetros que acerca el título tanto a los más novatos en los juegos de carreras en circuito o motos en general, como a los más exigentes, siendo el modo Pro el más cercano a lo que debería ser conducir una bestia del calibre de las que podemos elegir. Cuanto mayor sea el grado de realismo que estemos dispuestos a asumir, más satisfactoria será cada posición que escalemos en las carreras, y más puntos sumaremos a nuestra tarjeta de presentación ante el resto de jugadores.

Dentro de que el apartado jugable es bastante satisfactorio, gracias sobretodo a las vertientes en el acceso al título, es en la IA y en la gestión de las colisiones donde no podemos dejar escapar una reseña negativa. En cuanto al primer punto negro en lo jugable, encontramos a unos rivales que a veces parecen no saber donde están, comportándose como auténticos locos, provocando en más de una ocasión accidentes que fulminan nuestras aspiraciones al éxito. Y en el segundo, íntimamente relacionado con el primero, vemos cómo el resultado de un impacto contra una moto rival depende de una tirada de dados donde la IA en el 99% de casos no besa el asfalto y nosotros sí, aunque a veces sean desafíos a las leyes de la física y la gravedad. Pero es que hay otros, a 300 km/h, en los que el resultado es un golpecito en el que una de las dos motos frena y, ale, a seguir.

El incremento de la calidad general del aspecto gráfico, siendo éste el cambio más significativo con anteriores juegos de la serie, nos permite por fin disfrutar de un motor gráfico a la altura de la generación, o al menos, en parte. Las anteriores entregas adolecían de tener un motor obsoleto, y en esta, como decimos, ya podemos contemplar y disfrutar de una recreación de motocicletas y pilotos bastante más realista. Pero esta mejora en la estética general del título no ha sido todo lo buena que debería, y es que en ocasiones, se producen emborronamientos y tirones impropios de unas máquinas capaces de mover cosas como God of War o el océano de Sea of Thieves. También resulta un poco frustrante que el precio a pagar en consolas (no así en PC) sea que la tasa de imágenes por segundo haya descendido a 30 fps frente a los 60 de las anteriores entregas.

Artísticamente es correcto, haciendo hincapié en la orografía y condiciones de cada emplazamiento en el que se desarrollan las carreras, y donde destaca entre los 19 circuitos la carrera nocturna en Bahrein, pero con algunos altibajos que provocan cierta sensación de que se podría haber dado más de sí. Los efectos climáticos de temperatura o precipitaciones están bastante conseguidos, tanto a nivel visual como a nivel de comportamiento sobre los neumáticos de nuestras monturas.

Que rujan los motores

No podemos cerrar el análisis sin hablar del apartado sonoro, que sin duda, es uno de los puntos más favorables del juego en cuanto a efectos se refiere. Si antes hablábamos de la diferencia de comportamiento entre los diferentes carenados, los efectos sonoros que los diferencian son muy acertados también, así como la sensación del público cuando pasamos por zonas clave de los circuitos y nuestra posición en carrera, o cuando adelantamos. En cuanto a la música, podría haber acompañado un poco mejor, pero los efectos la eclipsarían, por lo que no molesta.

Conclusión

Milestone nos trae las motos más rápidas del mundo un año más, y en esta ocasión es indudable que se ha dado un paso adelante en calidad, pero todavía queda trabajo para convertir su saga en un must para los amantes de los juegos de velocidad. MotoGP18 es un título jugablemente disfrutable, con gráficos más vistosos que nunca y con un adictivo modo trayectoria, pero que adolece de errores que los que no sean fans de la competición oficial no podrán obviar y algunos pasos atrás que no son lógicos. Pese a ello, no hay que olvidar lo accesible de la propuesta a todos los niveles y la capacidad de entretener, cosas que se deben tener en cuenta a la hora de realizar la compra de un videojuego.