El estudio independiente polaco Flying Wild Hog lanzó en el año 2013 el regreso de esta mítica serie, bautizando el título simplemente como Shadow Warrior al mismo tiempo que presentaba una mentalidad de diseño que buscaba recrear el estilo de los grandes FPS de los 90s, al mismo tiempo que aportaba un toque más cercano (al menos en lo jugable) a títulos como los de la franquicia Bioshock. Su éxito (auspiciado por la genial distribución de Devolver Digital, maestros de lo independiente) permitió el desarrollo de una secuela que, aunque mantenía muchos de los elementos que triunfaron en la primera entrega, no consiguió alcanzar las cotas de calidad de su predecesor, decepcionando incluso en algunos de los elementos con los que el título buscaba innovar y que no casaron entre los fans. Tras esto la serie entró en un hiato destacable que ha durado hasta nuestros días, ya que en pleno 2022 sale a la luz Shadow Warrior 3. En esta nueva entrega el equipo polaco decide mirar a los grandes exponentes del género en la actualidad para, así, dotar de un toque fresco y moderno a su nueva entrega. ¿Qué tal le sienta la nueva mentalidad de diseño al título, y qué tal está el juego? ¿Es divertido, o se siente como algo más pobre que sus predecesores? Pues no nos andemos con rodeos, y veamos qué tal está el título en el análisis completo, que podéis leer a continuación.
El camino del guerrero está plagado de enemigos… y de bromas pesadas
La historia de Shadow Warrior 3 nos pone en la piel, una vez más, del bueno de Lo Wang, un ex-shogun corporativo que debe salvar al mundo del ataque de un enorme y poderoso dragón que ha acabado con las vidas de sus amigos y de todo el mundo en su aldea. Su gran habilidad en el uso de armas no será suficiente para cumplir con su cometido, y es por ello que necesitará la ayuda de su antiguo enemigo, Zilla. Juntos, deberán conseguir despertar el poder de una máscara ancestral al mismo tiempo que aumentan su arsenal y consiguen la ayuda de otros personajes mitológicos. Su inicio in medias res nos sumerge de lleno en la acción, y tanto esto como el uso de flashbacks hacen que la historia se sienta especialmente ágil… A pesar de que su calidad no sea la más alta. Si la tuviera que definir en pocas palabras, diría que es “pobre pero eficaz”, ya que es predecible y no inventa nada nuevo a pesar de que su frenetismo hace que en ningún momento llegue a cansar y que no deja ningún momento de respiro al jugador. Es una historia que está ahí más por aportar un contexto narrativo al juego que por el interés de contar algo único e interesante. No esperéis algo revolucionario, si no simplemente pasar un buen rato y, como no, reír hasta hartaros con los chistes y chascarrillos que suelta el protagonista, que sin duda son de lo mejor del juego.
En este sentido me han gustado mucho los personajes, siendo todos especialmente carismáticos y memorables, aunque el que se lleva la palma es Lo Wang, un personajazo que me ha recordado a cierto mercenario bocazas interpretado en el cine por Ryan Reynolds y que funciona a la perfección como el personaje principal. También tiene su similitud con el queridísimo Duke Nukem, algo que me ha devuelto de lleno a los FPS más clásicos. Dejando esto a un lado, cabe destacar que el juego puede ser perfectamente disfrutado sin haber jugado a las entregas anteriores, y que la traducción al español del título es realmente buena, permitiendo acceder al mismo a cualquier jugador versado en nuestro idioma.
¿Sois más de katana, o de escopeta?
A nivel jugable Shadow Warrior 3 abandona por completo el diseño de los títulos anteriores para apostar por un estilo más centrado en el plataformeo y en el combate contra un grupo elevado de enemigos en el que la clave no solo se encuentra en hacer uso de todas nuestras armas, si no en saber usar con cabeza los elementos presentes en el escenario. Así, contamos con un arsenal muy variado en el que podemos destacar armas tales como la katana Cola de dragón (que nos permite destrozar a los enemigos cuerpo a cuerpo para ganar munición), la escopeta Antidisturbios (recomendable a media distancia, y capaz de hacer un daño enorme sobre los enemigos), el fusil Basilisco (que permite cargar poderosos títulos a larga distancia) o el lanzagranadas Toro Carmesí (capaz de dañar a cualquier enemigo, sea cual sea su distancia), funcionando cada uno de estos de forma única y diferente y siendo perfectos para una gran cantidad de opciones y situaciones. El movimiento del personaje es realmente ágil, y el título juega con esta idea al hacer que la clave esté en movernos todo el rato durante los combates, pudiendo así pillar los puntos débiles de los enemigos al mismo tiempo que se forja una sensación de agilidad y frenetismo como pocas veces se ha visto. Los combates son realmente divertidos, a pesar de que los enemigos no son tan interesantes como deberían, siendo lo único que me han fallado durante la campaña. Quiero decir, mientras que el sistema de disparos me ha convencido (a pesar de no ser el más preciso del mercado) y el diseño de sus mapas me ha gustado bastante, creo que se podría haber jugado más con la idea de los enemigos, pues estos no se salen de los arquetipos básicos que podríamos encontrar en cualquier juego del género, además de que no dan tanto pie a que juguemos con el cambio constante de armas.
Esta es la idea principal que se encontraba tras el éxito del principal rival de este juego, DOOM Eternal. Y es que en el título de Bethesda la gracia estaba en que cada enemigo era más vulnerable a un tipo de arma específico, lo que hacía que los combates se articularan como una especie de rompecabezas frenético e imprevisible que siempre dejaba absorto al jugador. Aquí, por el contrario, encontramos un conjunto de enemigos que son llamativos pero que pueden ser fácilmente derrotados con cualquiera de nuestras armas, haciendo que todo sea algo más monótono de lo que debería. Por ende, aunque los combates son divertidos sí que pueden llegar a alcanzar un punto en el que se hagan algo tediosos o repetitivos. Ojo, que esto no hace que el juego no sea divertido, simplemente considero que hay un claro potencial desperdiciado, pues encontramos grandes ideas en elementos tales como las eliminaciones (pues cada eliminación nos permite usar durante un tiempo limitado un arma única extraída del rival) o en las mejoras (tanto del personajes como de las armas, que en muchas ocasiones modifican por completo el estilo de juego). Por último, cabe destacar que la exploración y el plataformeo son realmente sencillos, pero funcionan a las mil maravillas: permiten descansar de la acción y ofrecen niveles muy vistosos y entretenidos. En general, es un juego muy divertido pero que no termina de ofrecer lo suficiente para mantenerse a la altura de sus competidores.
¿Dragones? ¿En oriente?
A nivel visual el juego llama especialmente la atención por su diseño artístico, donde encontramos una selección de diseños de personajes, enemigos y escenarios realmente vistosos basados en el folklore japonés. La elección de catalogar a los enemigos como yokais no es casual, pues en muchos casos sus diseños están directamente extraídos de la cultura del país del Sol Naciente y de otras naciones de Asia. No ha habido un diseño que no me haya disgustado o que me haya parecido que desentona, lo que dice mucho a favor del título. Sus escenarios son preciosos, mostrando un uso del color muy interesante que oculta las notables carencias técnicas del título y que, en más de una ocasión, ayuda a guiar al jugador (en un sistema que recuerda a Mirror’s Edge, a pesar de que no está tan bien logrado). Sobre el apartado gráfico y técnico del título, cabe destacar que nos encontramos ante una factura técnica notable, que no alcanza a los triples A pero que se mantiene de forma notable al presentar unos modelos detallados y unas eliminaciones muy vistosas. Sin embargo, no se pueden obviar los problemas de resolución, lo vacíos que están algunos escenarios o los problemas que se pueden llegar a encontrar en relación a la caída de frames o en cuanto a bugs, pues a lo largo de mis 5 horas de juego he encontrado una buena cantidad (y algunos incluso me han llevado a reiniciar el título). Creo que el juego no está mal del todo a nivel gráfico, pero sí que le habrían venido bien un par de meses extra de desarrollo.
Por último, a nivel sonoro encontramos un trabajo bastante notable tanto en relación a la banda sonora como en relación al doblaje, que brilla especialmente en las actuaciones de sus protagonistas. La BSO funciona muy bien a pesar de no ser especialmente memorable, y los efectos de sonido son realmente buenos, especialmente los de las armas. He salido bastante conforme en este apartado, pues si bien nada me ha volado la cabeza sí que me ha resultado decente el trabajo presentado.
Conclusión: la mejor entrega de una saga que aún tiene espacio para mejorar
Shadow Warrior 3 se trata de la mejor entrega de la serie, gracias en parte a su apuesta por una jugabilidad más ágil y cargada de acción y por su enfoque en el humor y el plataformeo, siendo estos los platos fuertes del juego. Aunque el título se siente como una versión algo descafeinada de Doom Eternal, que esto no os haga perder el interés: esta entrega es el punto de encuentro perfecto entre los shooter de la vieja escuela y los más recientes, siendo un título repleto de luces y de sombras pero que puede ser disfrutado por cualquier jugador. La verdad es que puedo recomendarlo a cualquier jugador, pues es un juego cortito y no precisamente complejo, perfecto para desconectar y para pasar un buen rato. No esperéis un juego perfecto o una obra maestra, pues hay mucho que mejorar, pero siempre vienen bien esta clase de títulos, cuyo objetivo no es otro que entretener. Y en eso Shadow Warrior 3 cumple a la perfección.
Antonio Gallardo
Normalmente escribiría algo profundo que contara más sobre mi... ¿Pero de verdad alguien lee esto? Bueno, en ese caso... Me gustan los videojuegos y el cine. A veces unos más que otros, ya sabéis como funciona. Si queréis saber más, solo tenéis que leer lo que escribo.