De la mano de Blowfish Studios llega Storm Boy: The Game. Estamos ante la adaptación de Storm Boy, un libro para niños escrito en 1964 por Colin Thiele. En el juego, conoceremos la historia de Storm Boy, y como cambió su vida al conocer a su pelícano, Mr. Percival.

Al tratarse de una adaptación de un cuento para niños, Storm Boy tiene mucho más de historia y mucho menos de juego de lo que cabría esperar. Es una experiencia corta, intensa y con un apartado artístico precioso.

 

Pero lo importante es, ¿merece la pena el juego? Dentro análisis.

 

Pon un pelícano en tu vida

El juego parte de una premisa muy simple, acompañaremos a un joven muchacho en sus excursiones por la playa. En esta playa, nuestro protagonista (Storm Boy) encontrará desprotegidos a unos polluelos de pelícano, y a partir de ahí, su vida no será la misma. Veremos como sucederán las estaciones en esa playa, y como Storm Boy cogerá cada vez más cariño a sus nuevas mascotas.

No esperéis un gran desarrollo, ni unos personajes muy profundos, ni una trama compleja. Esta es la historia de un chico y sus pelícanos.

Puede que, hasta aquí, el desarrollo os parezca muy idílico, pero, como en toda historia, hay altibajos. Surgirán complicaciones y habrá momentos para el relax y la diversión, todo ello acompañado de nuestros emplumados amigos.

El tono del juego es muy calmado. Desde el estudio desarrollador ya aclararon que querían que así fuera, que querían centrarse en ello, y realmente lo han conseguido. Tanto lo que nos cuentan, como las actividades que realizaremos, serán de lo más relajantes, todo ello acompañado de una banda sonora agradable y un apartado visual muy resultón y bonito.

 

Un juego que, claramente, no es un juego.

Puede que me repita mucho con esta frase, pero es importante acercarse a Storm Boy: The Game sabiendo a lo que vamos. No estamos ante una gran aventura. Por mucho que el apartado artístico nos recuerde a juegos como RiME no estamos ante algo parecido. Estamos ante una pequeña y corta historia, que nos involucra como jugador lo justo para hacernos sentir algo.

El juego se desarrollará en una especie de scroll lateral, la gran mayoría de las veces solo podremos ir hacia delante o hacia atrás. Mientras nos movemos de un lado a otro por los escenarios (la playa) un texto irá apareciendo a medida que avancemos. En estos textos se nos irá contando la historia y los acontecimientos del juego. De vez en cuando, el texto hará referencia a algún objeto o momento en concreto y entonces tendremos la oportunidad de interactuar con él y realizar un sencillo minijuego.

Estos minijuegos serán los únicos momentos de “auténtico” gameplay que tendremos a lo largo de la aventura. Consistirán en acciones variadas que realizaremos junto a Storm Boy y Mr. Percival, como por ejemplo, buscar conchas, nadar, dibujar en la arena o alimentar a Percival. Ante nosotros tenemos una de las mayores pegas al juego pues, al ser ya corto de por sí, y tener un desarrollo tan simple, cabría esperar que estos minijuegos supusieran algo más de reto o dificultad. Nada más lejos de la realidad. En cada minijuego utilizaremos como máximo, un total de dos botones y, no contentos con ello, podremos realizar las acciones una y otra vez, pues ninguna de estas actividades tendrá un fin o una meta. Estas acciones no están destinadas a alcanzar una puntuación o a conseguir un fin, están ahí simplemente para “disfrutar del momento”.

 

Algo que no gustará a todos

Esta filosofía, pausada y relajante, en la que solo realizaremos estas pequeñas tareas por gusto, se pega contra un muro una vez que vemos que los minijuegos son insulsos y simples. Cuando nos damos cuenta de que, al tirarle la pelota a tu pelícano, este te la trae, y puedes repetir hasta el infinito sin ninguna recompensa te hace plantearte porqué lo estás haciendo.

Mientras lo jugaba, me daba la sensación de que un niño pequeño, disfrutando del juego como si de un cuento se tratase, si que podría ver virtud y diversión en estas actividades. Sin embargo, para un adulto poco entretenimiento suponen.

He destacado varias veces que el juego es corto, ahora vamos a entrar un poco más en detalles. Completé Storm Boy en algo menos de 20 minutos y en algunos minijuegos estuve un rato largo, simplemente para ver si había algún fin al que llegar. Además, el juego está en un completo e íntegro inglés, lo que supondrá una piedra más en los hombros del que, a estas alturas del análisis, estuviera mirando esta historia con malos ojos.

 

Al César lo que es del César, Storm Boy es precioso

El estilo artístico del juego desborda amor por los cuatro costados. El apartado visual es colorido y con unos tonos muy vistosos y armónicos. Su apartado gráfico está cuidado, representando a la perfección unos personajes y paisajes que parecen una mezcla entre óleos y acuarelas. Como ya comenté antes es muy parecido al RiME de Tequila Works, y esta comparación es algo muy beneficiosa para el juego de Blowfish Studios.

La música también es un acierto, acompañando en todo momento a las diversas situaciones que se nos presentan y, alguna de ellas, quedándose dentro de nuestras cabezas durante horas. Quizá la única pega es que tengamos tan pocas de estas melodías, o podamos disfrutarlas durante tan poco tiempo.

Conclusión

Storm Boy: The Game es lo que es. Si cualquiera espera un “juego” al estilo clásico no va a encontrarlo aquí. Estamos ante una historia, contemplativa y relajante, sin muchas, o con ninguna pretensión jugable. Una obra artística remarcable que no sabría muy bien si catalogar realmente como juego. Si tenéis hijos pequeños seguro que podréis disfrutar de esta historia junto a ellos. Si pienso en la evolución de los cuentos clásicos que mi padre me contaba de pequeño, puedo imaginar a cualquier padre con su hijo frente a Storm Boy.

Estamos ante algo diferente, y cualquiera que se acerque con curiosidad debe saber esto antes que nada. Si buscáis algo más, este no es vuestro título.