Testament: The Order of High Human parecía tener todo lo que pedía en un juego y más. A fin de cuentas, el primer juego desarrollado íntegramente por el estudio Fairyship Games (conocidos por su labor en el controversial Shame Legacy) se plantea como una obra de fantasía oscura que mezcla ideas propias del RPG occidental con un diseño de niveles inspirado en el subgénero “metroidvania”, todo ello marcado por un sistema de combate que, indudablemente, remite al presentado en la serie The Elder Scrolls. Sinceramente… ¿A quién no le engancharía una premisa así? La base es muy sólida, y la demo demostraba que, aunque aún le quedaba trabajo al estudio para pulir muchos de sus apartados, el juego prometía bastante. ¿Queréis saber qué tal ha acabado saliendo el título, y si merece o no la pena? ¡Pues dentro análisis!
Una historia de venganza en una época perdida
Testament nos traslada a una época oscura y decadente en la que el otrora radiante reino de los altos humanos ha caído presa de las garras de la oscuridad, personificadas en el temible Arva. Su hermano, el rey inmortal de los altos humanos Aran, fue traicionado y despojado de su poder debido a las artimañas de Arva, por lo que deberá recorrer el reino de Tessara con el objetivo de poner fin a esta tiranía y acabar con el mal que azota el mundo. La historia no es que sea especialmente interesante, pues peca de ofrecer un sinfín de tropos vistos hasta la saciedad en el ámbito de la fantasía junto a una nula construcción de lore, lo que hace que no sintamos en ningún momento que estamos descubriendo un gran mundo repleto de historias y personajes, si no un lugar abandonado en el que realmente no hay nada que contar. Y esto es una auténtica pena, pues las piezas que el juego plantea (ciertos personajes y las relaciones entre estos) podrían dar muchísimo juego, pero no hay nada de evolución ni de interés por parte del juego por hacer que el jugador se enganche a conocer más sobre el mundo de Tessara. Esto, en un juego que busca ser la primera entrega de una saga, es algo que no tiene ningún tipo de lógica.
Lo que sí que me ha gustado de la ambientación del juego es la forma en la que se construye el entorno lúgubre y perdido, haciéndote sentir a través de los textos (que son bastante escasos) y la actitud de ciertos personajes que estás en un lugar corrupto y ruin, donde un paso en falso puede suponer la muerte. Sin embargo, ni Arva ni Aran consiguen presentar una personalidad atrapante, teniendo un conjunto de diálogos tediosos y con demasiada exposición que agotan a la mínima. Tampoco ayuda que la historia, que podría resolverse en unas pocas horas, se alargue de forma excesiva, haciendo que el juego se extienda artificialmente. Eso sí, ninguno de estos problemas son tan graves como la terrible traducción al español que trae consigo el juego, pues no solo presenta un nivel excesivo de errores gramaticales, traducciones erróneas y otros problemas similares, si no que el tratamiento de la localización da a entender que se ha utilizado una IA o un programa de traducción. Es terrible la forma en la que se ha traducido el juego, impidiendo incluso que los jugadores puedan comprender muchos de los diálogos presentados.
Una mezcla de espada y brujería a la altura de la realeza
Como buen rey inmortal, Aran es capaz de utilizar un conjunto de habilidades único que le darán una gran ventaja en el campo de batalla. Esto se traslada en la forma que tenemos de combatir a los enemigos, pudiendo utilizar nuestras armas cuerpo a cuerpo (principalmente espadas) y hechizos lanzados directamente con las manos para hacer un gran daño. También podremos hacer uso de los reflejos del rey para poder realizar ágiles esquives y grandes saltos, permitiéndonos estos últimos avanzar a través de grandes templos y bosques. Vaya, nuestro protagonista parece que puede hacer de todo, y lo cierto es que esto hace que el sistema de combate sea el apartado más interesante y divertido de todo el juego, pudiendo ser definido como una versión más frenética del sistema de combate visto en la serie The Elder Scrolls. Si bien es cierto que no inventa nada nuevo, no se puede negar que es divertido lanzarse a luchar contra los enemigos… Si es que no morimos en el intento.
A fin de cuentas, Testament no es precisamente un juego sencillo, y su curva de dificultad hará que en la segunda mitad del juego tengamos que estar constantemente planteándonos como enfrentarnos a cada combate. ¿Merece la pena lanzarse de forma directa a por los enemigos, o quizá lo ideal sea utilizar el sigilo? ¿Y si los ataques a distancia son más efectivos? Hay una buena variedad de ataques, habilidades (el sistema de subida de niveles del juego nos permitirá adquirir habilidades extra) y armas por utilizar, lo que unido a la buena movilidad del protagonista hace que sea bastante divertido luchar y derrotar a los enemigos (si bien la variedad de estos es bastante limitada, y pasaremos la mayor parte del tiempo luchando contra el mismo conjunto de criaturas). Otro aspecto que me ha gustado bastante es el componente de plataformeo del juego, pues muchas de las zonas que exploraremos nos exigirán dar saltos y escalar superficies, algo que no suele ser muy común en los juegos de rol occidentales. La mezcla resulta todo un acierto, pues otorga al título una más que necesaria variedad de mecánicas. Lo que quizá no funciona tan bien son sus puzles, pues son demasiado similares entre sí y excesivamente sencillos, planteándose en la mayoría de casos como simples rompecabezas que pueden ser resueltos en segundos.
En busca del reino condenado
Pasando a hablar del tratamiento visual de Testament, he de decir que he quedado algo frío con el resultado del juego. Durante la demo ya se podía ver que, aunque se presentaban varios problemas de texturas y animaciones, el resto de elementos prometían estar a la altura de lo que se espera en un juego de estas características. Y aunque se han mejorado algunos apartados, como es el caso del color y de la iluminación, lo cierto es que el juego acaba decepcionando no solo por los problema citados, que no se han solucionado, si no por la falta absoluta de originalidad en sus diseños. El mundo de Tessara es muy cliché, y no hay ninguna criatura, personaje o estructura que no hayáis visto previamente en otros juegos. Es fantasía poco inspirada, que es lo peor que le puede pasar a este género. ¿Lo bueno? Los escenarios son vistosos y la iluminación está bien cuidada, así como la variedad cromática y el uso de tonos oscuros para resaltar la estética lúgubre. ¿Lo malo? Que muchos assets, así como las texturas de los objetos y las animaciones, pecan de estar poco trabajados, lo que se une a la falta de personalidad del diseño artístico del juego.
Por otro lado, encontramos un rendimiento algo inestable al sufrir ciertas ralentizaciones durante los combates y al llegar a nuevas zonas. El resto del juego funciona bien… Salvo por los bugs y los errores, que son constantes y muy notables. A nivel sonoro, el título destaca por presentar una banda sonora musical épica y solemne que, aunque no tiene mucho protagonismo, funciona realmente bien, mientras que su doblaje… Bueno, digamos que su doblaje podría ser mucho mejor.
Conclusión: Una idea prometedora que no consigue encajar
Testament: The Order of High Human es un juego que prometía mucho y que, de hecho, consigue triunfar en su sistema de combate y en su apartado musical. Sin embargo, los problemas tienen más peso que los aciertos, y su pobre historia, su nefasto apartado visual y sus sosos puzles hacen que esta sea una obra que no está a la altura de las expectativas. Un título que no innova en nada y que no consigue aportar.
Antonio Gallardo
Normalmente escribiría algo profundo que contara más sobre mi... ¿Pero de verdad alguien lee esto? Bueno, en ese caso... Me gustan los videojuegos y el cine. A veces unos más que otros, ya sabéis como funciona. Si queréis saber más, solo tenéis que leer lo que escribo.