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The Alters es uno de esos juegos que no esperas que te remuevan por dentro… hasta que lo hacen. A primera vista, parece otra propuesta de supervivencia en un planeta alienígena con mecánicas de gestión de recursos, pero basta con jugar un par de horas para darte cuenta de que aquí hay algo más profundo. Porque lo que realmente propone este título de 11 Bit Studios es una pregunta muy sencilla y a la vez demoledora: ¿qué habría pasado si hubieras tomado otras decisiones en tu vida?
Si vienes de juegos como Frostpunk o This War of Mine, puede que ya intuyas lo que te espera: una mezcla de estrategia, presión constante y dilemas morales que no se resuelven fácilmente. Pero The Alters da un paso más allá, metiéndose de lleno en el terreno de lo personal y lo psicológico. Es un juego que, en vez de preguntarte cómo vas a sobrevivir, te pregunta quién eres mientras lo haces.
El Proyecto Dolly
En el corazón de The Alters no hay una gran guerra, ni una rebelión galáctica, ni un destino heroico. Hay un hombre. Solo. En un entorno hostil, luchando por seguir con vida y, sobre todo, por no perderse a sí mismo en el proceso. Esa sencillez aparente es precisamente lo que hace que su historia golpee más fuerte. No parte de lo épico, sino de lo íntimo: de decisiones, arrepentimientos y caminos que no se tomaron.
A lo largo del juego, nos encontramos con la posibilidad de explorar distintas versiones del protagonista, los Alters, reflejos de lo que podría haber sido si su vida hubiese tomado otros rumbos. Esto no solo sirve como motor narrativo, sino como una excusa perfecta para ahondar en temas como la identidad, la culpa o el peso de nuestras elecciones. Lo interesante es que todo esto no se presenta de forma explícita ni subrayada: son los pequeños detalles, las interacciones cotidianas, los silencios, los que van dibujando el verdadero mapa emocional del juego.
The Alters no busca impresionarte con giros de guion espectaculares ni con diálogos grandilocuentes. Lo que hace, y lo hace muy bien, es invitarte a mirar hacia dentro, a plantearte cómo diferentes versiones de ti mismo podrían convivir… o enfrentarse. Es una historia sobre supervivencia, sí, pero sobre todo es una historia sobre el yo. O mejor dicho: sobre los muchos “yos” que podríamos haber sido.
Llamando a la Tierra
La jugabilidad de The Alters gira en torno a la gestión del tiempo, los recursos y, sobre todo, de uno mismo. Cada día está regido por un ciclo implacable: el anochecer trae consigo radiación letal, así que cada decisión debe tomarse con rapidez y precisión. El reloj nunca se detiene y eso genera una tensión constante, que obliga a establecer prioridades, adaptar la estrategia sobre la marcha y aprender a vivir con las consecuencias de las malas decisiones. No hay pausa real, y esa presión ambiental transforma cada pequeña tarea en algo urgente.
Uno de los ejes centrales de The Alters es la creación de los “Alters”, versiones alternativas del protagonista que representan vidas distintas. Estas copias no solo aportan nuevas habilidades al equipo, como conocimientos en mecánica, botánica o informática, sino que también requieren atención y gestión emocional. Cada Alter tiene su personalidad, estado anímico y necesidades propias, y no cuidarlos puede acabar generando conflictos internos que afecten directamente a la eficacia del grupo. En lugar de simples peones, aquí gestionamos individuos con opiniones, miedos y puntos de vista. Eso obliga al jugador a moverse en un delicado equilibrio entre estrategia y empatía.
La gestión de recursos también juega un papel clave. Hay que recolectar materiales, mantener funcionando los módulos de la base, fabricar objetos y mejorar instalaciones. Cada tarea requiere una herramienta, energía o un tipo específico de conocimiento. No basta con tener un recurso: hay que saber quién lo va a procesar, cuándo, y si estará disponible cuando lo necesites. Esa logística se entrelaza con la asignación de trabajos, donde cada Alter debe recibir instrucciones concretas para maximizar su rendimiento. ¿A quién mandas a reparar el motor? ¿Quién cocina? ¿Quién investiga nuevas tecnologías? Cada turno implica repartir responsabilidades y prever consecuencias, y aunque el sistema puede ser exigente, también es profundamente satisfactorio cuando todo encaja.
Eso sí, no es un juego para quienes buscan desconectar. El micromanagement es constante: hay que atender estados físicos y emocionales, gestionar prioridades bajo presión, optimizar el uso del tiempo y tomar decisiones sobre qué módulos construir o mejorar en la base móvil. Pero esa exigencia es parte de su encanto. En The Alters, no solo estás luchando por sobrevivir: estás construyendo una comunidad… contigo mismo.
Un paisaje apagado
A nivel visual, The Alters sorprende por la manera en la que utiliza su diseño artístico para reforzar la narrativa y la sensación de aislamiento. Lejos de buscar un estilo llamativo o colorido, el juego apuesta por una paleta apagada, con tonos tierra, óxidos y grises metálicos que transmiten desolación sin necesidad de palabras.
El uso de luces y sombras es especialmente efectivo: el contraste entre la seguridad del interior de la base y la hostilidad del exterior crea una atmósfera densa, casi opresiva, que recuerda por momentos a películas como Interstellar. La iluminación dinámica cambia con el ciclo solar, y es visualmente impactante ver cómo la amenaza del anochecer radiactivo se acerca con una falta de luz lenta e inevitable.
Los entornos exteriores, aunque limitados en variedad debido al contexto del juego, están diseñados con mimo: formaciones rocosas, estructuras abandonadas, minerales brillantes e incluso tormentas que alteran la visibilidad. La base móvil, por su parte, está representada como una estructura colosal, que se amplía y modifica conforme progresamos. Cada nuevo módulo que añadimos tiene su propio diseño interior y su función visualmente clara, lo que ayuda a orientarse incluso en medio del caos de la gestión diaria.
En cuanto al sonido, la ambientación es igual de cuidada. La banda sonora de Piotr Musiał, colaborador habitual de 11 Bit Studios, no busca robar protagonismo, sino acompañar. Hay temas que suenan como pulsos sintéticos o zumbidos lejanos, casi como si formaran parte del planeta. La música se intensifica de forma sutil en momentos clave, pero nunca se vuelve invasiva; el verdadero protagonismo lo tienen los efectos ambientales: las vibraciones de la maquinaria, los crujidos del metal, el eco de los pasillos vacíos, el rugido del viento radiactivo. Todo está al servicio de la inmersión.
El doblaje es otro de los puntos fuertes. Aunque el juego está disponible con subtítulos en varios idiomas, el trabajo de voz en inglés destaca por su matiz emocional. Cada Alter tiene un tono, una forma de hablar y una actitud distinta, pese a tener la misma base vocal. Es una actuación contenida, sin exageraciones, pero capaz de transmitir inseguridad, enfado o tristeza con pequeños detalles. Eso es clave, porque las conversaciones no siempre son largas ni explícitas, pero sí profundamente humanas. En un juego donde la carga emocional recae en distintas versiones de una misma persona, conseguir que cada una se sienta única no era fácil y lo han conseguido.
Conclusión
The Alters no es un juego para todos, y tampoco lo pretende. Su propuesta es exigente, tanto a nivel mecánico como emocional. No se conforma con que sobrevivas: quiere que te cuestiones, que gestiones tus errores y que enfrentes partes de ti mismo que quizás preferirías dejar en silencio. Y lo hace sin grandes artificios, sin escenas espectaculares ni giros forzados, sino con decisiones pequeñas que se sienten importantes y versiones de ti mismo que acaban resultando demasiado reales.
The Alters puede resultar abrumador en algunos momentos, por su gestión minuciosa o por su ritmo marcado por el estrés constante, pero si entras en su juego, te atrapa sin remedio. No se trata solo de escapar de un planeta hostil, sino de reconciliarte con lo que podrías haber sido. Y eso, en el medio interactivo, sigue siendo algo muy poco común. The Alters no solo se juega: se vive. Y probablemente, también se recuerda. Podéis conocer más detalles del juego en su web oficial.

Yukop_
He visto más animes de los que puedo recordar. Con un mando entre las manos desde que tengo uso de consciencia. Maestra y futura especialista en Asia Oriental. Tengo demasiados hobbies para el poco tiempo que tengo.
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