[Análisis] The Inner World – The Last Wind Monk

[Análisis] The Inner World – The Last Wind Monk

Pese a salir antes en la eShop, The Inner World – The Last Wind Monk no es la precuela sino la secuela de The Inner World, el juego creado por el estudio alemán Studio Fizbin y el cual analizamos hace unos días y podéis leerlo aquí. Al igual que su predecesor, este juego también llegó antes al resto de plataformas y ahora hace su debut en Nintendo Switch. Antes de comenzar este análisis, os aviso de que contendrá algún spoiler de la primera entrega, así que si no la habéis jugado aún, os invito a leer su análisis en vez de este.

Historia

Bueno, como ya he avisado de spoilers, ahí va el primero: Conroy está muerto. La historia de esta secuela da comienzo tres años después del final de la anterior entrega, donde el monje Conroy murió y Robert quedó petrificado por los Basylians. Afortunadamente, Robert consigue librarse de la petrificación y decide embarcarse en una aventura de nuevo con tal de liberar a Asposia de su estado dictatorial.

Os pongo en situación: pese a que nosotros sepamos que todo el tema de los Basylians fue obra de Conroy, la nueva figura influyente en Asposia, Emil, ha logrado convencer al pueblo de que todo es culpa de los nariz de flauta (la raza de Robert). Ya que todo el mundo le ha creído, ahora mismo nos encontramos en una situación muy parecida a lo sucedido allá por el 1933 en Alemania, con un señor dictador con bigote feo que se dedicó a crear o por lo menos engrandecer y normalizar el odio hacia los judíos. Pues Asposia está viviendo la misma y horrible realidad que vivieron los alemanes en su época, ahora lo hacen ellos con los nariz de flauta.

De hecho, ya comenté en el anterior análisis que la saga compartía más realidad incluso de la que pueda aparentar, tanto es así, que además de lo explicado en el párrafo anterior, ambos dictadores comparten un parecido peculiar, de la misma manera que las banderas de los partidos (aunque la de Emil sea un pretzel al revés, cosa que me hace quitarle seriedad).

Afortunadamente, no estaremos solos en esta lucha. Al igual que en la precuela, podremos controlar tanto a Robert como a Laura, pero esta vez además nos acompañará Peck, esa paloma que ya conocimos, ahora es también un personaje jugable.

Viendo todo esto, nos damos cuenta de que esta segunda de The Inner World está hecha sobretodo para adultos o gente con conocimiento histórico, pero dado su gran contenido cómico y que la historia, pese a reflejar de manera obvia el nazismo, está bien explicada y no es necesario tener ningún tipo de conocimiento para disfrutarla.

Jugabilidad

La base sigue siendo la misma, es una aventura gráfica basada en el estilo point and click, aunque aquí podremos variar entre personajes para resolver los puzles que se nos plantean y así poder aprovechar las distintas habilidades de cada uno.

En cuanto a la dificultad de los puzles, ha sido exactamente lo mismo que en el anterior juego: la mayoría tienen la complicación justa para que tengamos que pensar pero nada que nos haga pasarnos horas pendientes de intentar adivinarlo. Sin embargo, hay varios que, si no fuera por el sistema de pistas y ayudas, quizás no sería capaz de resolver dado que su solución es ilógica o difícil de intuir.

De nuevo, la sensación ha sido la misma: he podido disfrutar del juego en todo momento, quitando esos rompecabezas puntuales que me han hecho perder los nervios. Además el juego va muy fluido y se pasa bastante rápido, estando lleno de diálogos importantes y a su vez divertidos, para amenizar el peso argumental.

Una de las pocas novedades ha sido que Robert, como buen músico que es, puede ahora tocar canciones con la flauta que permitirán nuevas interacciones con los objetos del escenario. Hablando de eso, recordad: explotad al máximo cada uno, habrán muchos objetos irrelevantes pero otros bastante importantes que os recomiendo encontrar.

 

Apartado audiovisual

Tampoco ha cambiado su modus operandi en esto. Pese a que hay mejoras notables, los dibujos siguen siendo simpaticones tirando a cartoon, con unos fondos bien cuidados y hechos con cariño, enfocándose mucho en marcar bien los bordes de cada elemento, cosa que a mi parecer les da mayor impacto visual y los embellece.

Auditivamente, hay canciones menos “bypass”, es decir, más pieza musical como tal y menos acompañamiento y ya. Los efectos de sonido siguen siendo buenos y el doblaje, de nuevo, se lleva matrícula de honor, habiendo hecho (en alemán, que es como lo he jugado) un trabajo magnífico que hace que incremente la nota del apartado sonoro.

 

¿Una buena segunda parte?

Afortunadamente, sí. Es una segunda parte que no es solo que esté a la altura, sino que supera a la anterior. Bien es cierto que no hay grandes cambios en cuanto a la jugabilidad, los gráficos o la banda sonora, pero esos cambios son lo suficientemente buenos como para poder decir que es una secuela más que digna, y una manera idónea de cerrar la saga.