Como el buen vino
Hacer este tipo de productos es, cuanto menos, arriesgado (excepto si ejem…Nintendo). Como ya hemos dicho, el poso que dejaron estas dos entregas en la memoria jugona colectiva era de tanta calidad que es normal que la gente mostrara cierto escepticismo con lo que podría salir de este remake pero, por suerte, Activision ha sabido jugar sus cartas con acierto y apostar por Vicarious Visions, cuyo trabajo devolviéndonos otra joya atemporal como la trilogía Crash Bandicoot resultó de lo más loable. Y hemos de decir desde ya que se han superado: si la conversión de los Crash a la era actual gozaba de una calidad notable, en Tony Hawk’s Pro Skater 1+2 vamos a encontrar un remake en el que se ha respetado todo lo bueno de los dos juegos originales que incluye para, además, elevarlos a un nivel superior, cosa harto difícil si tenemos en cuenta que aquellos juegos ya resultaban si no perfectos, sobresalientes.
De esta forma y partiendo de las experiencias originales, donde recorrer diversos niveles en los que tenemos que hacer el mayor número de puntos posible y completar otra serie de objetivos en menos de 2 minutos sigue siendo lo que determina nuestra progresión, se han añadido pequeños retoques, como la adición de objetivos extra que no estaban entre los originales o la inclusión de la tarjeta de jugador, que irá recogiendo nuestra performance en base a desafíos de dificultad variable y que nos permitirá desbloquear diversos elementos estéticos para nuestro skater.
Estos pequeños añadidos encajan a la perfección en un puzle de modos a los que también se han unido los ránkings, donde demostrar a todo el mundo lo rápidos que podemos llegar a ser completando niveles o el propio modo multijugador online, donde encontramos, entre otros, varios minijuegos como ataque de puntos, graffiti o batalla de combos, que funcionan bastante bien (encontrando partidas razonablemente rápido) y que suman dentro de la propuesta de Tony Hawk’s Pro Skater 1+2, pese a no poder jugar con amigos, al menos, de momento.
Y, por supuesto, no podemos olvidarnos de que, si como nosotros, ya conocéis algunos niveles de memoria, vuelve el creador de parques, con la novedad de que ahora se pueden compartir, así que, como podéis comprobar, tendremos muchísimas horas por delante para disfrutar con nuestras tablas.
Maestro del 900
La estructura del juego dividida en niveles y objetivos nos seguirá, como ya ocurriera hace 20 años, enseñando a jugar. Y sigue siendo una maravilla ver como completando las mencionadas tareas vamos mejorando nuestras habilidades a los mandos, encadenando los diferentes trucos de cada uno de los patinadores que también están de vuelta, o de los que creemos para la ocasión, que no sólo del Halcón vive el patinaje.
Cada uno de los botones delanteros nos permitirá llevar a cabo una tipología de trick diferente, en un esquema que aprenderemos rápido en el completo tutorial que podremos arrancar nada más comenzar o en cualquier momento, pero que, como decimos, será con las horas de vuelo con las que llegaremos a dominarlo. Todos los trucos del original están incorporados, aunque se han añadido algunos nuevos para hacer aún más profunda una Command List que ya la quisieran algunos Fighting Games.
La diversidad de los escenarios y la gran cantidad de posibilidades encadenando habilidades, maximizadas con los trucos especiales, se convierte en una experiencia tan divertida como la recordábamos, y tan adictiva como pocos juegos deportivos más modernos han llegado a conseguir, pese a que no siempre las cosas nos salgan como queremos.
Deporte brillante
Tenemos que llegar al panorama de lo técnico para descubrir donde Tony Hawk’s Pro Skater 1+2 ha roto con sus orígenes, pero cuidado, lo ha hecho para más que bien. Si bien a nivel de experiencia de juego, con sus ligeras modificaciones, se han respetado al máximo los puntos clave, es en lo visual donde, como no podía ser de otra manera al tratarse de un remake, se ha modificado por completo lo que perciben los ojos, aportando más luz, un infinito número de detalles extra en los niveles y más animaciones y expresiones para los participantes. Toda la transformación del juego a la época 2020 ha resultado un acierto en su aspecto, que mejora incluso más al verlo en movimiento en tiempo real.
Aunque hay que señalar que algunas texturas y la presencia de ciertos jaggies a veces lo afean un pelín, siendo estos errores muy pero que muy puntuales, debemos aplaudir el trabajo de la desarrolladora en un nuevo trabajo de reconversión que debería sonrojar a más de uno con sus “cutre-ports” y sus remasterizaciones que, en más ocasiones de las que nos gustaría, no lo son tanto. En cuanto a las físicas, también se han introducido mejoras que ayudan a cimentar la jugabilidad hacia algo un poco más creíble.
En cuanto a los menús y HUD, sólamente hay que echar un vistazo a las imágenes que acompañan el análisis para ver el excelente trabajo que se ha hecho con ellos. En el caso de los primeros, recorrerlos es sencillo e intuitivo, y manejaremos todas las opciones del juego con notable sencillez. En el caso de los indicadores en pantalla, nos encontramos con tipografías sencillas pero que se ven con asombrosa nitidez, y que muestran todo a tiempo y con claridad y, por supuesto, en perfecto castellano (con la salvedad de los tecnicismos y los nombres de los trucos propios del deporte).
Otra de las señas de identidad que marcaron a las primeras entregas fue la exquisita banda sonora, muy acorde con el rollo indie/rockero que suele acompañar toda la pompa skater. Pues bien, aquí se han incorporado aquellos temas que más de uno sigue escuchando a día de hoy, y se han añadido otros que mantienen más que notablemente el tipo, conformando una tracklist de mucho nivel. Los efectos sonoros y el doblaje al castellano de los tutoriales y de algunas exclamaciones de “elementos” de los escenarios (os reservo la sorpresa) redondean una fórmula audible sobresaliente.
Conclusiones
Vicarious Visions ha logrado, como ya ocurriera con NSane Trilogy, retrotraernos a una experiencia inolvidable, respetando al máximo sus orígenes para, con pequeños ajustes y un lavado de cara extraordinario, rebuscar a nuestro niño interior o presentar a los nuevos jugadores una de las sagas que más marcó a los poseedores de una PSX. Su adictiva y profunda jugabilidad, sus opciones de personalización, su aspecto visual o su banda sonora lo colocan de nuevo a una altura al alcance de pocos juegos de deportes y/o remakes, allí donde los fallos se cuentan con una mano.