[Análisis] Warhammer: Vermintide II

[Análisis] Warhammer: Vermintide II

Las hordas de hombres rata han vuelto, y esta vez, vienen acompañadas. La aparición de las fuerzas del Caos es el principal atractivo de un Warhammer: Vermintide II que llega no solo para ofrecer la más trepidante acción cooperativa ambientada en el universo de Warhammer, sino para mejorar en muchos aspectos a su predecesor añadiendo nuevos elementos jugables y puliendo asperezas.

Lo positivo del asunto es que si algo funcionaba bien en End Times – Vermintide era su jugabilidad y sus mecánicas cooperativas, en lo que su secuela no se queda corta. Mareas de enemigos, cientos de Skaven o siervos del Caos en pantalla a los que disparar, mutilar y quemar con poderosos hechizos, harán que las misiones parezcan auténticas guerras por la supervivencia en un mundo perfectamente ambientado al universo de Age of Sigmar.

Un momento, ¿Age of Sigmar?, ¿Qué es eso? Para los que no estén familiarizados con el nombre, se trata del renacimiento del clásico universo de Warhammer Fantasy. Pero si aún así no sabéis de qué va la cosa, podéis echar un vistazo a este artículo en el que no solo explicamos el lore en el que se ambienta este título, sino que enumeramos otros juegos relacionados con este doble universo que es el de la marca Warhammer.

Las sombras regresan. La historia

El carácter de secuela de Vermintide II se deja notar en su narrativa, porque transcurre tras los acontecimientos de la primera entrega y con los mismos héroes como protagonistas. Así pues, tenemos al cazador de brujas Victor Saltzpyre, la elfa silvana Kerillian, el enano Bardin Goreksson, la hechicera Sienna Fuegonasus y el soldado imperial Markus Kruber; todos supervivientes de los horrores sucedidos en Übersreik, que en esta entrega vuelve a ser el lugar donde toma lugar la acción.

Desde el comienzo del juego la relevancia y casi protagonismo del Caos queda bien marcado, pues las hordas de servidores del dios de la plaga Nurgle están muy presentes no solo en lo jugable, sino también en lo narrativo. Skaven y siervos del Caos unen sus fuerzas para lograr sus oscuros propósitos, de los que no diremos nada aquí para no estropear la experiencia.

Lo que sí se puede decir es que la historia está correctamente ambientada en uno de los acontecimientos más relevante del trasfondo del desaparecido Warhammer Fantasy, el Fin de Los Tiempos, una era de decadencia y desesperación que casi puede respirarse al recorrer las calles, plazas y mazmorras de Übersreik.

Acción sin pausa

Si por algo se caracteriza la jugabilidad de Vermintide II es por ser bastante conservadora, no viene a revolucionar nada ni a ofrecer una gran cantidad de novedades que cambien radicalmente la forma de entender el juego, pero sí que mejora todo aquello que el primer título hacía bien.

En sus términos más generales, las misiones de Vermintide II siguen siendo un gran sucesor espiritual de las que presentaba Left 4 Dead: hordas y hordas de enemigos que debemos aniquilar aprovechando bien los roles de nuestro personaje, sus virtudes y sus aptitudes. Algunos son objetivamente más divertidos que otros, ya que el combate a melee sigue siendo algo simple y los héroes que más deben encarar los combates en las cortas distancias palidecen de una cierta monotonía al atacar, si bien es cierto que se han introducido mecánicas nuevas como contraataques y empujones.

Las novedades también incluyen habilidades especiales únicas para cada clase, que se recargan con el tiempo. Y hablando de clases, ahora hay 15 en total, ya que cada héroe posee tres carreras distintas que lo perfilan de distinta manera y lo orientan a un estilo de juego o a otro. Eso sí, no están disponibles desde el principio y deben desbloquearse subiendo de nivel. Y es que una vez más regresa el carácter de rol que tan bien le sienta a este juego y que lo aleja del concepto de simple juego de acción sin un sistema de progreso o personalización. Vuelve por ello el sistema de botines, de looteo, como se suele llamar, menos aleatorio que en la anterior entrega pero sin ser del todo perfecto al no ofrecer estadísticas exactas en lo que a la descripción de los objetos se refiere.

Respecto al diseño de niveles, la mejoría es evidente, sobre todo gracias a la mayor variedad de enemigos y al bestiario que ofrecen las fuerzas del Caos. Las Ratas Ogro ahora ya no parecen tan aterradoras cuando nos encontramos con un Engendro del Caos o cuando tenemos que vernos las caras con un poderoso hechicero. Además, los jefes finales aportan su grano de arena para hacer de la experiencia de Vermintide II más enriquecedora.

Es importante hacer incapié en la gran cantidad enemigos que aparecen en pantalla, en las hordas que tenemos que masacrar, porque es parte del encanto del título, el mutilar y destrozar a tantos enemigos uno tras otro. Aunque por supuesto, no todos son tan fáciles de matar, y algunos momentos del juego son bastante complicados sin una buena cooperación con los demás jugadores o con la IA, que sea dicho de paso, da la talla y se comporta de manera muy correcta.

Recreando el universo de la era de Sigmar. Gráficos y sonido

El apartado visual del título no es nada del otro mundo, pero sí que mejora lo visto en End Times – Vermintide, teniendo esta entrega una mejor iluminación y texturas de mayor nivel. El apartado sonoro sin embargo da más de lo que hablar. El juego no viene doblado al español, por lo que son necesarios los subtítulos para no perderse con la trama y las conversaciones; lamentablemente, Vermintide II se ve afectado por la mala costumbre que Games Workshop ha adoptado de no traducir del inglés muchos términos y nombres propios por cuestiones de licencias y copyright, algo simplemente inadmisible. No obstante y dejando a un lado cuestiones de localización, la banda sonora del título es correcta y acompaña bien las misiones.

Conclusiones finales

Vermintide II tal vez no introduzca las suficientes novedades para que no lo consideremos un Vermintide 1.5, pero tampoco es que lo necesite, porque si la fórmula de la primera entrega funcionaba, la de su secuela no hace sino perfeccionar todo aquello que hacía especial a su predecesor. El espíritu de Left 4 Dead se deja notar en todas sus mecánicas, la parte de RPG está bien justificada y no desborda al jugador con un sistema de progresión demasiado profundo, y lo más importante para los fans de Warhammer: la recreación del universo tanto en su escenario como sobre todo en sus criaturas y personajes, hace de Vermintide II una experiencia irrestible para los amantes del Viejo Mundo.