Durante los últimos meses he podido disfrutar de algunos de los títulos que componen la extensa y emblemática franquicia Shin Megami Tensei, principalmente por el interés que me ha generado el haber estado jugando a algunos de los Persona, spin-off de esta franquicia, y por lo bien que hablan de esta todos aquellos que la han jugado. Muchos alaban su crudeza, siendo títulos bastante exigentes que pueden llegar a castigar duramente al jugador si no ha ido bien preparado a una zona o a una batalla específica, o su ambientación, pues la mayoría de estos títulos se ambientan antes, durante o después del apocalipsis, en un mundo devastado donde muy pocos seres humanos sobreviven como pueden. Sin embargo, lo que a mí me atrajo y me ha atrapado por completo ha sido el que considero que es el verdadero núcleo de la saga, algo que no es tan sencillo de ver en otros JRPGs, esa búsqueda constante de libertad.
Para los que no hayáis jugado a ningún título de la saga, o solo hayáis podido disfrutar de los Persona (excelentes títulos en mi humilde opinión, pero que se acaban alejando de lo que es SMT), los juegos de la línea principal de Megaten (como la llaman en Japón) se caracterizan por apostar más por la ambientación, la jugabilidad y la libertad que por la narrativa. En un SMT no encontraréis las eternas líneas de diálogo de, por ejemplo, Persona 5, ni los ya famosos social links, sino un gran número de decisiones que tomar y demonios con los que negociar o, incluso, convencer para que se unan a nuestro equipo, así como cientos de combates. Si los Persona son pop y jazz, los Megaten son heavy metal. Y esto lo he podido comprobar especialmente con los dos juegos que he jugado hasta la fecha, que dicho sea de paso, me han sorprendido gratamente por su enorme calidad y por lo poco que se hicieron notar en nuestro país, Shin Megami Tensei 4 y Shin Megami Tensei: Strange Journey Redux, dos juegos únicos en su estilo y que se sienten muy frescos dentro de un género caracterizado por su encorsetamiento narrativo. Y que, además, son dos de mis personales favoritos del catálogo de 3DS.
Empezando por el título más reciente, la premisa de Shin Megami Tensei 4 es interesante por muchos motivos. Desde un primer momento se nos plantea un mundo muy cercano a la edad medieval con una serie de caballeros, los conocidos como samuráis, que tienen una misión principal desconocida para el resto de la población: derrotar a los demonios que intentan destruir la ficticia paz generada en este entorno. No hay nada de ficción ni de cultura dentro de este reino, solo una civilización liderada por el reino y el culto religioso, los auténticos dueños de ese mundo. Tampoco hay tecnología, excepto por Burroughs, la inteligencia artificial que sirve de apoyo a los samuráis, aunque la existencia de esta se explica por medio de la religión. Encontramos un reino oculto, entre tinieblas, fruto de la opresión y la analfabetización que ha conseguido dominar a sus habitantes y hacerles creer que, como ovejas de un rebaño, deben seguir el camino que les indican todos los de arriba. Y el objetivo principal del personaje, una vez descubre la verdad, es seguir su propio camino. Porque sí, debemos ir siguiendo las ordenes que nos dan desde más arriba aún estando lejos del reino de Mikado, pero poco a poco podremos ir alterando más y más la forma en la que se desarrollan los acontecimientos. ¿Acabamos o no con el cabecilla de una organización mafiosa que, a pesar de sus malas prácticas, está intentando establecer un mínimo de orden entre tanto caos? ¿Seguimos los consejos de unos mercenarios, o los de un grupo de monjes? Hay una trama que parte siempre desde la misma premisa, pero que a partir de las grandes o pequeñas decisiones (hasta las más inofensivas elecciones de diálogos afectan) se irá desarrollando para dar pie a terceros actos narrativos únicos, distintos y originales. Y todo ello según la moralidad del propio jugador.
Lo mismo ocurre en el otro juego antes citado, Strange Journey Redux, en donde se nos presenta una premisa única y alejada por completo de la antes mencionada. Y es que, en esta ocasión nos pondremos en la piel de un agente de las Naciones Unidas que será enviado en una misión urgente a la Antártida con el objetivo de investigar, junto al resto de pelotones, una incidencia nunca antes vista: la apertura de un enorme espacio interdimensional. Este acontecimiento único en la historia y oculto para una gran parte de la población ofrece múltiples posibilidades: desde situaciones positivas como la recolección de materiales y elementos únicos que ayuden a desarrollar aún más la ciencia y la sociedad humana, hasta situaciones desastrosas como la destrucción del mundo a raíz del colapso entre dimensiones. Tras un aparatoso accidente, el jugador quedará al mando del pelotón y poco a poco irá descubriendo las posibilidades que tiene de cara a la resolución de la misión. ¿Huir salvando a todos los miembros de la tripulación que puedas, aliarte con los demonios y que reine la ley del más fuerte, o sublevarte ante una deidad? Tus acciones, decisiones y los demonios que luchen contigo, serán clave en el desarrollo de los acontecimientos.
Y es que he aquí lo que me resulta más interesante de esta saga. Los SMT son juegos creados para generar preguntas, para poner al jugador en situaciones extremas y ver qué es lo que podría hacer. ¿Qué harías en el fin del mundo si tuvieras el poder suficiente como para decidir acerca de la vida de miles y miles de personas? En ambos juegos nos encontramos con situaciones únicas y fantásticas que nos harán cuestionarnos nuestra moralidad y nuestros principios. Y es curioso, ya que en pocos juegos JRPG he visto ese nivel de importancia de las decisiones. La idea general que se tiene acerca de los JRPGs suele ser la de grandes historias con héroes legendarios, o por lo menos, grandes líderes que a pesar de tener ciertos problemas apelan al bien común antes que al propio, donde las decisiones son escasas y la historia es bastante inalterable. A los hechos me remito, solo hace falta ver ejemplos tales como Final Fantasy, Dragon Quest, Fire Emblem, Kingdom Hearts, Tales of, Chrono, Xenoblade… Son grandísimos juegos, pero responden a un arquetipo de heroísmo y moralidad inalterable. Shin Megami Tensei, y por consiguiente ATLUS, supusieron un antes y un después al presentar un mundo roto, destruido, con un personaje que no es más que una máscara que el jugador elige para expresar cualquier deseo, desde el más puro hasta el más oscuro.
La idea de las elecciones y la moralidad no es algo que solo haya hecho esta saga, por supuesto, pero lo cierto es que lo más común sea verlo en videojuegos occidentales y que, dentro de estos, la moralidad no juegue un papel tan importante. Por ejemplo, la idea de la moralidad juega un papel fundamental en las producciones de Telltale, estando plagado de decisiones que nos pondrán entre la espada y la pared, pero al final todas estas decisiones están vacías, no tienen una importancia vital en el desarrollo de la historia. Sin ir más lejos, en The Walking Dead Temporada 1 hagas lo que hagas irás de un punto A a un punto B. Siempre. Tus decisiones solo afectan a elementos secundarios y poco reseñables, como que la muerte de un personaje ocurra antes o después. Ojo, no pretendo criticar este título, y más teniendo en cuenta la increíble narrativa que tiene, simplemente a la hora de comparar la moralidad de este con los SMT, lo cierto es que no hay punto de comparación. Algunos ejemplos de títulos que sí que se acercarían a la idea de la saga de ATLUS, a mi parecer, serían Fallout (en menor medida, pues recordemos, por ejemplo, la decisión de Megaton en Fallout 3), Undertale o Infamous, donde las decisiones sí que afectan de una manera decisiva al desarrollo de la trama. Pero como podéis ver, nos encontramos ante ejemplos occidentales, demostrando que ATLUS realmente ha planteado un arquetipo de juego único y rompedor en un entorno y un género ya de por sí bastante desarrollado.
Y es que, no hay duda de que Shin Megami Tensei se trata de una de las sagas más interesantes y especiales de los videojuegos, siendo uno de los grandes gigantes dormidos de la industria del videojuego nipón. La saga Persona ha abierto las puertas de Megaten en Occidente, pero solo el tiempo dirá si la cosa funciona y si de aquí a un tiempo hablamos de esta de la misma forma que lo hacemos de Final Fantasy o Dragon Quest. Si sois nuevos en la saga, os recomiendo los dos títulos de los que os he hablado hoy, y en caso de que no tengáis una consola de la familia 3DS podéis esperar al lanzamiento de Shin Megami Tensei III Nocturne HD Remaster para PS4 y Switch, ya que es una de las mejores entregas de la saga.
Antonio Gallardo
Normalmente escribiría algo profundo que contara más sobre mi... ¿Pero de verdad alguien lee esto? Bueno, en ese caso... Me gustan los videojuegos y el cine. A veces unos más que otros, ya sabéis como funciona. Si queréis saber más, solo tenéis que leer lo que escribo.