Hace ya unos cuantos años pudimos disfrutar de Disgaea 6: Defiance of Destiny, la que estaba destinada a ser la entrega más revolucionaria de la serie por la introducción de un apartado gráfico en 3D y por sus nuevas mecánicas… Y que acabó siendo considerada como una de las entregas más flojas de toda la franquicia, muy a mi pesar. Vale, quizá no tenía tanta profundidad como Disgaea 5, pero tal y como os comenté en mi análisis el juego conseguía ofrecer una abrumadora cantidad de contenido aderezada por buenos mapas, una gran variedad de personajes y un sentido del humor redondo. Esto no fue suficiente para los fans de la serie, quienes pedían mejorar y pulir ciertos aspectos para regresar al trono de los RPG tácticos, género que lleva desde hace unos cuantos años en la cresta de la ola. Decididos a dar un golpe sobre la mesa y coronarse como los verdaderos reyes del género, Nippon Ichi Software regresa ahora con Disgaea 7: Vows of the Virtueless, el nuevo título canónico de la serie en donde se busca encontrar el punto medio entre innovación y conformismo, asegurando que tanto los fans disfrutan de buenas novedades como que los nuevos jugadores encuentran un buen punto de entrada a la franquicia. Tras haber estado jugando más de lo que me gustaría admitir durante varios días, hoy por fin puedo contaros que tal está el juego y si supera el nivel visto en la entrega anterior. Por tanto, sin más dilación… ¡Dentro análisis, dood!
Visitando (y destrozando) el Reino de Hinomoto
Como muchos ya sabréis, la gracia de la franquicia Disgaea nunca ha estado en su historia, si no más bien en su jugabilidad y en su carácter personalizable. El hecho de poder enfrentarnos a un sinfín de mapas mientras mejoramos como queramos a nuestros personajes y conformamos un equipo de ensueño convence mucho más que seguir una serie de historias absurdas en donde la lógica se disipa frente al humor absurdo, siendo este el principal problema que presentan la mayoría de los juegos de la serie. Viéndolo en retrospectiva, esto era lo que ocurría con Disgaea 6: si bien los personajes eran muy originales y acababan convenciendo, nada de lo que se contaba servía de mucho puesto que la repetición constante de ciertas ideas arruinaba la tensión y hacía que se perdiera interés en los objetivos de los personajes. NIS tenía mucho que pulir de cara a esta nueva entrega, y me agrada mucho poder decir que han realizado un muy buen trabajo, presentando la que es a mis ojos una de las mejores tramas de la franquicia. Así, en esta se nos presenta a Pirilika, una joven millonaria dueña de una multinacional que se autodenomina como “Otaku de Hinomoto”, una para nada sutil burla a los occidentales que se obsesionan con la cultura japonesa. Esta joven chica-gato se embarca en un viaje al reino de Hinomoto, en donde acaba encontrándose con el misterioso Fuji, un poderoso guerrero con una inquebrantable sed de sangre… Y una cuenta bancaria en números rojos. Tras varios acontecimientos que prefiero no relatar, Pirilika consigue contratar a Fuji como su compañero para que le ayude a encontrar las “7 Armas Origen” de Hinomoto y a derrotar a los terribles magistrados. La historia avanza sin frenos en una montaña rusa de sorpresas, giros y chistes creativos que consigue engatusar hasta al menos acostumbrado al humor japonés. Me ha sorprendido gratamente la construcción de sus personajes principales quienes no se sienten en ningún momento desplazados u olvidados, así como me ha gustado bastante el elenco de personajes secundarios que van surgiendo en el desarrollo de los capítulos.
Y es que sí, la historia de Disgaea 7 se divide en un conjunto de capítulos que no comparten una misma estructura: mientras que en un capítulo se puede estar contando un torneo, en el siguiente puede que se presente una historia de casinos y apuestas al más puro estilo Kaiji. Ah, y esa es otra: la cantidad de referencias que este juego plantea a diversos mangas es enorme, y todas consiguen sacar, como mínimo, una sonrisa. No cabe duda alguna de que se ha realizado una mejoría considerable a la narrativa del título, algo que los jugadores españoles podrían disfrutar en condiciones… Si el juego llegara en nuestro idioma, cosa imposible teniendo en cuenta que el juego lo distribuye NIS, equipo alérgico al español. Sea como sea, la idea de la mejoría no solo se presenta en el apartado narrativo, pues a nivel gráfico y técnico también se ha realizado un trabajo bastante más redondo que en la entrega anterior. Así, los modelos de los personajes están mucho más pulidos (además de que se presenta una variedad enorme de estos), los escenarios son tan alocados como atractivos, y la cámara… Bueno, en la cámara no hay mucha mejoría debido a que aún sigue costando ver desde ciertos ángulos en determinados mapas. Lo que sí que está claro es que los problemas de rendimiento de la entrega anterior aquí se han eliminado, disfrutando por fin de una estabilidad digna de elogio. Eso sí, me he encontrado con algún que otro bug que incluso me ha acabado sacando del juego, cosa que se debería mejorar de cara a futuras actualizaciones.
¡Mátalos a todos, dood!
Vayamos directos a lo importante: Disgaea 7 supone una vuelta a las raíces de la serie en cuanto a sistemas de progresión se refiere, obviando las cifras gigantescas de las dos últimas entregas para optar por una subida de niveles mucho más pausada y orgánica. Este cambio, por muy simple que pueda parecer, lo altera todo: no solo es mucho más intuitivo desplazarse por los menús y alterar las estadísticas y el equipo de nuestros personajes, si no que también permite conocer con más precisión el poder de nuestros enemigos. Este sencillo regreso a los orígenes hace por sí solo que el juego se disfrute más que su antecesor, pero no es lo único bueno que nos encontramos: el diseño de niveles del modo historia es sorprendentemente bueno y variado, haciendo un uso realmente inteligente y divertido de las principales mecánicas de la serie, mientras que la variedad de clases y ataques es de las más amplias que se han visto en la franquicia hasta el momento. Pocas veces me lo he pasado tan bien y me he enganchado tanto a un juego de estrategia y rol como con Disgaea 7, y todo se debe a las miles de posibilidades que ofrecen sus mapas y sus personajes. Eso sí, no todo es redondo, pues una de sus principales novedades no me ha terminado de convencer tanto como debería. Os hablo, claro está, de la Jumbification, una nueva técnica que podemos obtener atacando y siendo atacados que permite hacer gigante a uno de nuestros personajes, lo que conlleva una enorme mejora de sus estadísticas y su alcance. Al realizar esa técnica podremos quitarnos de enmedio a un buen número de enemigos, lo que hace que sea muy sencillo completar ciertos mapas que, de otra forma, serían todo un desafío. La primera vez resulta muy divertido, pero cuando ves que muchos mapas los completas usando este “truco” lo cierto es que acaba cansando.
Otra de las grandes novedades de esta nueva entrega es el Hell Mode, una especie de técnica que pueden activar ciertos personajes (solo aquellos equipados con armas especiales) y que permite tanto mejorar ciertos atributos como obtener ataques especiales realmente poderosos. No llama tanto la atención como la Jumbification pero resulta mucho más orgánico y convincente al no alterar por completo el devenir de la partida, pues solo ofrece una pequeña ayuda a un personaje concreto. Quizá la novedad más curiosa y llamativa es la “automatización” de las batallas, pues utilizando un determinado combustible (no, no me lo estoy inventando) podremos realizar cualquier mapa mientras nuestros personajes actúan en base a la IA y a la forma en la que nosotros los hayamos configurado. Esto permite que sea más cómodo completar ciertos niveles o subir de nivel a nuestros personajes, por lo que se agradece su inclusión. En cuanto a las funciones online del juego, son algo curiosas y funcionan bien dentro de sus límites, aunque de cara a próximas entregas creo que se deberían pulir más la estabilidad de las partidas y la complejidad de estas. Por último, decir que la banda sonora no solo se amolda a la perfección a la ambientación japonesa de la que hace gala el juego, si no que consigue brindar grandes canciones, ofreciendo un popurrí de temas vibrantes y muy pegadizos que elevan el nivel de calidad musical de la serie.
Conclusión: El rey ha vuelto
Disgaea 7: Vows of the Virtueless no solo funciona como un juego de rol táctico realmente profundo y cargado de contenido, sino que también triunfa al presentar una historia divertida, un elenco de personajes memorables y un apartado artístico pulido. Superando en casi todos sus aspectos a la sexta entrega de la serie, este nuevo título se alza como uno de los juegos más completos y memorables de la franquicia, una obra que ningún amante del género puede perderse.
Antonio Gallardo
Normalmente escribiría algo profundo que contara más sobre mi... ¿Pero de verdad alguien lee esto? Bueno, en ese caso... Me gustan los videojuegos y el cine. A veces unos más que otros, ya sabéis como funciona. Si queréis saber más, solo tenéis que leer lo que escribo.