Tras más de un año de diferencia respecto al lanzamiento en Japón, Dragon Quest XI: Ecos de un Pasado Perdido llega por fin a nuestro territorio para PlayStation 4 y PC con múltiples cambios y mejoras, y todo lo que podía esperar de una de las sagas más codiciadas del extenso catálogo de Square Enix.
Dragon Quest, es una de las franquicias más codiciadas por los japoneses, un JRPG clásico que hizo de ese conservadurismo una seña, y que, junto a los diseños de Akira Toriyama, presentan videojuego con mucho carisma a la altura de lo que esperábamos todos los amantes del JRPG.
La leyenda del Luminario
La franquicia Dragon Quest no destaca precisamente por sus historias intrincadas, ni por la extrema profundidad de sus personajes, más no por ello la trama que nos narran tiene menos importancia que en otras grandes franquicias de los JRPG.
En esta ocasión nuestra historia gira en torno al Luminario, un héroe legendario que consiguió defender Erdrea (así se llama el mundo donde trascurre la historia) en el pasado, y ahora ya fallecido, se reencarna en un bebé con una extraña marca en la mano que simboliza su destino como reencarnacion del héroe.
Nosotros somos ese niño, cuyo nombre queda a nuestra elección, y que con la huida a la desesperada de nuestra madre, la reina Eleanor de Dundrasil, tras el repentino ataque de unos monstruos, somos recogidos por un anciano al encontrarnos flotando río abajo en una cesta.
Refugiados en esa pequeña aldea llamada Peñalabria, allí nos hacemos mayores, criados por ese anciano y nuestra madrastra (Ámbar), hasta que llegamos a la edad adulta, con nuestro destino ya marcado de hacer frente al maligno que amenaza nuestro mundo y liberar Erdrea de las garras de la oscuridad.
La historia, como ya hemos dicho con anterioridad, no goza de una profundidad que la haga demasiado complicada, al final es una lucha del bien contra el mal, un viaje repleto de batallas, de amistades, de misiones que nos llevarán a movernos de un lado del mundo a otro con el objetivo de cumplir con nuestro cometido.
Durante el desarrollo de la misma conoceremos muchos personajes, algunos que se unirán a nuestro plantel, y otros que simplemente tomarán parte en momentos concretos, pero con una gran personalidad en todos ellos que nos harán de gozar de momentos muy divertidos y repletos de clichés típicos del género.
JRPG con olor a clásico
En cuanto a la jugabilidad poco podemos decir si ya sois conocedores de la saga Dragon Quest. Con cada entrega, sigue apostando por la misma base jugable desde las ya lejanas entregas lanzadas para Famicom, pero con las correspondientes mejoras o cambios, con vistas a hacerlo más actual.
El videojuego nos relata un viaje, y como tal, recorreremos extensos y variados mapeados repletos de monstruos con los que luchar. Misiones tanto de la historia como secundarias y multitud de sorpresas que no que no queremos desvelar para que las descubráis vosotros mismos.
No podemos dejar de subrayar que existe también algo de crafteo, puesto que al quedarnos en alguno de los campamentos que hay repartidos por todo el mapa tendremos acceso a una “forja fantástica”, que , como su propio nombre indica, se trata de una forja que permite utilizar los materiales que nos vamos encontrando para crear distintas armas, armaduras, ropajes o accesorios. Para ello, tenemos que encontrar los manuales que se consiguen al explorar las diferentes estanterías de las casas, o en los cofres escondidos por las mazmorras.
Para realizar los distintos objetos, tendremos que superar una suerte de minijuego, que, dependiendo de nuestro nivel, puede llegar a resultarnos imposible aún teniendo los materiales necesarios para realizar el objeto que deseamos.
El primer cambio notable es que los combates dejan de ser aleatorios (a no ser que vayamos en el barco), algo que era un habitual en la saga hasta las remasterizaciones lanzadas para 3DS recientemente. Este cambio hace de los viajes entre zonas algo más llevaderos, puesto que deja a nuestra elección el luchar o no contra las criaturas que moran la zona.
Cabe destacar también la posibilidad de correr por el mapa, algo que no estaba disponible en la primera versión lanzada en Japón, pero que se ha añadido para esta nueva versión occidental y nos permite esquivar con más facilidad los combates y haciendo más ágiles los desplazamientos entre zonas.
El sistema de combate vuele a basarse en los ya conocidos turnos, pero con ciertas variantes para hacerlo sentir algo más fresco. La primera y más destacable es un estado llamado “Inspiración”, dicho estado lleva al personaje en cuestión a potenciar sus estadísticas y elevar la probabilidad de efectuar un ataque crítico. Pero la cosa queda ahí, existe también la posibilidad de hacer una amplia variedad de ataques especiales (con su correspondiente cinemática) al estar en ese estado, ya sea en solitario, como con varios personajes a la vez.
Hay de diferentes tipos, ya sean ataques como tal u otros que sirven de apoyo para mejorar alguna estadística de nuestro equipo o incluso otros que ayudan conseguir otro tipo de beneficios tras el combate.
El desarrollo de los personajes se hace mediante niveles como cualquier jrpg, pero esto no queda ahí, y al subir un nivel recibiremos puntos de destreza, los cuales podemos invertir para adquirir una una nueva habilidad del panel de personaje que nos otorgue alguna mejora, ya sea una habilidad o un “upgrade” de cierta estadística.
A vueltas por Erdrea
Gráficamente, estamos ante un videojuego excepcional que verdaderamente brilla, no solo por el gran trabajo de Akira Toriyama, padre de Dragon Ball, sino también por la cantidad de escenarios diferentes que componen el mundo y las diferentes mazmorras con las que nos iremos encontrando con el paso de las horas.
Lo primero que llama la atención son los soberbios diseños de los personajes, con unos personajes principales muy atractivos tanto visualmente como en cuanto a psique, que ofrecen un carisma y un trasfondo argumental que no tiene nada que envidiar a los referentes del género.
Erdrea es un mundo bastante grande, repleto de ciudades y mazmorras muy variadas, que combinan con acierto los paisajes coloristas y repletos de vida con unas mazmorras oscuras y lúgubres. Recorreremos grandes ciudades como Heliodor o Puerto Valor, pero también aldeas o asentamientos mucho más pequeños en diferentes zonas. Bosques, desiertos… hay muchos tipos de parajes diferentes que, en más de una ocasión os pueden dejar con la boca abierta.
Cabe destacar también las escenas cinemáticas, que en algunos casos son de calidad y belleza sobresaliente y que dejan momentos memorables de esos que se te quedan grabados para siempre. Sin olvidar, no obstante, que la variedad de enemigos es bastante generosa, y con unos diseños a los que le sienta de cine la potencia de extra de una PS4 frente a la de 3DS.
En cuanto a la banda sonora, decir que corre a cargo de un clásico de la serie como Koichi Sugiyama, pero diría que en el plano artístico es claramente lo que menos destaca de todo. Tiene unas melodías notables, pero si es cierto que se queda lejos de la gran calidad que muestra el videojuego en otros apartados, y la sensación de repetitividad en algunos casos es bastante evidente.
El videojuego llega con voces en perfecto inglés, sin posibilidad de ponerlas en japonés, puesto que el videojuego salió en tierras niponas sin ningún tipo de doblaje. Decir también que las voces en inglés no son nada del otro mundo, y en más de una ocasión he estado tentado de quitarlas.
Conclusión
Definitivamente, estamos ante el regreso triunfal de la saga Dragon Quest a las consolas de sobremesa. Tras un paso por Nintendo DS con la novena entrega, y la décima que no llegamos a catar los aficionados fuera de Japón, eran muchas las expectativas generadas en torno a esta entrega.
Dragon Quest XI: Ecos de un Pasado Perdido presenta un videojuego que conserva las bases de la saga intactas, una historia bien estructurada y que se sigue con interés durante sus más de 60 horas (mínimo) que te puede tener pegado al mando; llegando a unas 100 horas si queremos ver todo lo que el mundo de Erdrea esconde.
Una jugabilidad que sigue apostando por los turnos a la hora de luchar, pero con ciertos retoques que aportan frescura a la fórmula; logra que cada combate se haga lo suficientemente ágil y ameno para que en ningún momento se haga pesado.
Estéticamente vuelve a ser un lujo, los diseños de Akira Toriyama, la variedad de enemigos y escenarios por los que pasaremos durante nuestra epopeya con el Luminario, consiguen atraparnos en sus garras y que no queramos dejar de explorar cada palmo que Erdrea guarda para nosotros.
Dragon Quest XI es lo que los aficionados queríamos. Un videojuego grande, que narra el viaje de un héroe cuyo destino se está marcado desde el momento en que nació. Una lucha del bien contra el mal, luz contra oscuridad… Al igual que nuestro héroe, Dragon Quest regresa para saciar nuestras ganas de JRPG con un videojuego sobresaliente.