Por supuesto, es algo completamente normal que a cada uno le gusten más las mecánicas de una entrega que las de otras, pero esto no debería impulsarnos a querer disfrutar de un solo tipo de juego. Salgan mejor o peor, es bueno disfrutar de experiencias nuevas y creativas, pues es en base a estas como la saga evoluciona. ¿Y por qué os estoy diciendo esto, os preguntaréis? Bueno, ya os comentaba que me estaba costando mucho encontrar la forma de empezar este análisis, y tras mucho pensar en ello creo que lo mejor es abordar la mayor duda que tienen muchos jugadores. A fin de cuentas, Final Fantasy XVI ha dado de que hablar por su cambio radical en el sistema de combate y en su estructura, ya que el nuevo título de Square Enix ha adoptado muchos conceptos, ideas y mecánicas del hack ‘n’ slash, algo que en primera instancia parece acercar este título más a series como Devil May Cry o Ninja Gaiden que al JRPG. ¿Es esto cierto? ¿Se aleja por completo del JRPG? Bueno, aún no puedo responderos a estas preguntas, pues el análisis como tal ni siquiera ha comenzado, pero sí que os puedo adelantar que el título producido por Naoki Yoshida no tiene miedo por mostrar la herencia de la franquicia, demostrando en muchos aspectos que es tan Final Fantasy como cualquiera de sus antecesores. Tras una semana disfrutando de las ambiciones políticas y las traiciones desarrolladas en el continente de Valisthea junto a Clive, Jill, Torgal y compañía, por fin puedo comentaros qué tal está Final Fantasy XVI, si merece o no la pena y si es un digno sucesor de la que es, por derecho propio, una de las franquicias más importantes dentro de la industria del videojuego.
AVISO: Para poder hablar de la historia del juego, he tenido que comentar ciertos spoilers. Entiendo que muchos querréis conocer lo mínimo sobre la trama, pues es así como esta más se disfruta. Por ello, los spoilers solo se encontrarán en el primer apartado del análisis, centrado principalmente en la narrativa del juego. El resto del texto no contiene ningún dato sobre la historia, por lo que podéis leerlo sin problema alguno. ¡Espero que os guste!
Una historia escrita con fuego y sangre
Durante años, el continente de Valisthea ha sufrido las idas y venidas de múltiples reinos y ducados interesados en ampliar su dominio y su poder. Muchos han sido los nobles que han intentado hacerse con una posición privilegiada, y grandes guerreros han caído en batalla por culpa de los intereses de los poderosos. Todo habría desembocado en el caos de no ser por los Cristales, elementos mágicos cargados de Éter que permiten que un grupo de personas capacitadas (los Portadores) puedan realizar habilidades mágicas, y por los Dominantes, un grupo de personas que portan el poder de los dioses. Cada nación cuenta en su poder con un Dominante, lo que ha dado pie a una especie de guerra fría en donde ninguna fuerza busca atacar a la otra por miedo a las represalias. En este contexto se encuentra Clive Rosfield, el primogénito del archiduque de Rosaria (un territorio poderoso localizado al oeste de Valisthea) quien ha sido entrenado para ser el guardia ducal y protector de Joshua, su hermano y heredero portador del poder de Fénix. Su situación es compleja: los soldados admitan a Clive por su valentía, su humildad y su capacidad para el aprendizaje militar, mientras que su madre y otras figuras nobles le detestan por haber sido incapaz de heredar el poder de Fénix. Tras convertirse en guardia ducal y acompañar a su hermano al Pórtico del Fénix, el joven guerrero observa con impotencia como una red de traiciones acaba con su padre y sus aliados al mismo tiempo que un misterioso ser de fuego arrasa con su hermano, siendo él el único superviviente y quedando condenado a la esclavitud. Con la memoria de esa fatídica noche intacta, Clive buscará vengar la muerte de su hermano al mismo tiempo que descubre más sobre la situación del mundo y las fuerzas que, desde las sombras, buscan controlarlo. Pocas veces he escrito una sinopsis tan larga de un juego, y no es para menos: Final Fantasy XVI pone todo el foco en su historia, destacando especialmente por su brillante construcción del mundo en el que es una de las ambientaciones de la franquicia más completas y coherentes jamás vistas. Si bien puede resultar algo abrumadora en las primeras horas de juego, la historia que se construye de fondo en relación con las ambiciones políticas y el desarrollo histórico de Valisthea es sorprendentemente rica, estando a la altura de las mejores novelas de fantasía. Y en base a esto último, no se puede negar que el nuevo título de Square Enix muestra una clara herencia de la literatura de fantasía moderna: la situación del mundo y las relaciones entre los personajes, así como los conflictos entre casas y las traiciones son claros herederos de George R. R. Martin y su Canción de Hielo y Fuego algo que se nota especialmente en la presencia tan explícita de sangre y sexo, mientras que el tratamiento de los personajes secundarios (como el bueno de Cidolfus o Gav) recuerdan por mucho a lo desarrollado por Brandon Sanderson en Nacidos de la Bruma.
Tampoco se puede obviar la relación entre este título y Attack on Titan (esta seguro que no os la esperabais), ya que Clive cuenta con unas motivaciones similares a las de Eren y ambos son capaces de transformarse en una criatura enorme y poderosa que, en primera instancia, juraron destruir y que poco a poco fueron controlando. La trama engancha desde el primer minuto, presentando una serie de conflictos absolutamente brillantes y un catálogo de personajes (tanto principales como secundarios) que no solo son increíblemente complejos, si no que dan miles de vueltas a los vistos en las entregas anteriores. Podrán parecer más o menos carismáticos en algunos casos, pero en líneas generales el tratamiento de los personajes y su profundidad son impresionantes, presentando un nivel que es digno de admiración. La trama gustará mucho a los amantes de la fantasía y de la serie (a pesar de que se aleja mucho de los tropos clásicos de la misma), si bien no es del todo perfecta. Entre los principales problemas que he podido encontrar, creo que abusa de la sobreexposición en ciertos momentos y peca de alargar demasiado ciertos interrogantes e ideas, como ocurre con el pasado de Jill o la situación de la madre de Clive. También creo que se abusa demasiado de las secuencias cinemáticas: como ya ocurría con el brillante Xenoblade Chronicles 3, estaremos más tiempo viendo escenas que jugando, algo que en determinadas secciones del título puede llegar a agotar. Pero que esto no os eche para atrás: la historia de Final Fantasy XVI es emocionante, sobrecogedora y atrapante. Y ojo, porque la barrera del idioma no supondrá ningún problema a nadie, ya que el juego presenta una localización excelente al español, trasladando de forma excepcional determinados juegos de palabras y frases.
¡A mí, Ifrit!
Pasemos al que es, sin lugar a dudas, el apartado más controversial del título. Os comentaba en la introducción que Final Fantasy XVI apuntaba más al hack ‘n’ slash que al JRPG, y no es para menos: el diseñador de su sistema de combate es Ryota Suzuki, director de Dragon’s Dogma y diseñador de Devil May Cry V. Con tal historial, es lógico que el juego se acerque más que nunca a la acción, lo que se refleja en la presencia de combates espectaculares que no dejan a nadie indiferente. Cada batalla es un espectáculo visual en donde destacan los esquives precisos, el uso de magias y la mezcla de ataques que dan paso a combos imposibles, siendo este un cóctel jugable que no agota en ningún momento. Es divertidísimo hacer frente a los grupos de enemigos que intentan, sin mucho éxito, frenarnos los pies, lo que deriva de su maravilloso e intuitivo esquema de control. El nivel de precisión que encontramos en el sistema de combate es digno de admiración, aunque esto no evita que presente pequeños problemas, como el apuntado a determinados enemigos o la escasa presencia de habilidades extra. A diferencia de otros títulos de la serie, aquí solo podremos controlar a Clive y, en menor medida, a Torgal, su fiel perro a quien podremos dar órdenes durante la batalla. Esto puede parecer algo decepcionante, y más teniendo en cuenta que en Final Fantasy VII Remake podíamos controlar a casi todos los miembros del equipo (aún me duele lo de Red XIII), pero lo cierto es que permite que podamos disfrutar de un sistema de combate más sólido que da pie a una mayor variedad de opciones en combate. Dos apuntes que sí que considero que pueden resultar problemáticos para muchos jugadores: por un lado, el juego es bastante fácil (ojo, que no por ello no es divertido), por lo que tendréis que jugar en las dificultades más altas para encontrar un desafío más complejo, mientras que por otro lado, el movimiento durante las fases de exploración es demasiado lento, tardando mucho en correr, algo que puede sacar de quicio a más de un jugador.
Hablando de las fases de exploración, otro aspecto en el que este título busca innovar es en su planteamiento y su estructura. Sinceramente, quedé más que sorprendido al descubrir que Final Fantasy XVI no presentaba un escenario abierto o una estructura similar a la de Final Fantasy XV, apostando por una estructura lineal marcada por la presencia de escenarios semiabiertos a los que accederemos por medio de un mapa. Es… complicado de explicar, de eso no hay duda, pero todo se resume en que la exploración del escenario es escasa y se podría definir como un punto medio entre la linealidad de Final Fantasy X y las zonas abiertas de Final Fantasy XII. En estas fases podremos interactuar con determinados elementos del escenario para completar puzles y encontrar secretos, si bien es cierto que la mayor parte del tiempo la pasaremos luchando. En ese sentido sí que se puede decir que el juego hereda las bases del género hack ‘n’ slash, quedando relegado el componente JRPG al equipamiento (que es realmente insignificante) y al sistema de niveles. ¿Sabéis lo que es, a mi parecer, lo mejor del juego? Las batallas contra los jefes, que son apoteósicas y épicas a más no poder, y los combates entre Dominantes, que llevan la espectacularidad a un nuevo nivel al presentar combates protagonizados por criaturas gigantes capaces de controlar los elementos.
Rompiendo el legado de los cristales
Al igual que ocurría en Final Fantasy XII, uno de los mayores triunfos de esta nueva entrega es su dirección artística, que consigue dar forma a un universo hipnótico y hermoso en donde los cristales son los verdaderos protagonistas de sus vastos paisajes. El diseño de personajes también resulta efectivo, si bien se peca en varios personajes de no aportar rasgos significativos. Esto hace que muchos de los secundarios parezcan personas corrientes, algo que hasta cierto punto es lógico, pero que desentona en el cómputo general de la franquicia. El rediseño de seres como Ifrit, Shiva u Odín, y de monstruos tan clásicos como los Chocobo son realmente buenos, adaptando a un estilo algo más formal y sobrio diseños que, de otra forma, podrían parecer ridículos o incoherentes. A nivel gráfico el juego cumple con creces, siendo su mayor baza el tratamiento detallado de los efectos visuales tales como el fuego o el hielo. La iluminación está perfectamente cuidada, dando forma a un juego de luces y sombras en interiores brillante (nunca mejor dicho), mientras que las expresiones faciales y las animaciones están, por lo general, realmente bien cuidadas. Mención especial para Benedikta, no solo por ser de los mejores personajes si no porque sus expresiones y movimientos están tan bien trabajados que te cuentan todo sin necesitar palabras. Eso sí, cabe destacar que hay ciertas texturas (especialmente en fondos) que no están todo lo cuidadas que deberían, y de vez en cuando he encontrado algo de popping.
Sin embargo, esto no impide que Final Fantasy XVI pueda ser considerado uno de los juegos mejor pulidos a nivel técnico de todo el catálogo de PS5, algo que se refleja en su impresionante estabilidad (no he encontrado ni una sola caída de frames en todo el juego, y eso que había secuencias en las que parecía inevitable que se dieran) y en su increíble rapidez en cuanto a tiempos de carga se refiere. En lo sonoro encontramos un trabajo auténticamente brillante, que aunque peca de la repetición de ciertas melodías en combate acaba alzándose como una de las mejores bandas sonoras de toda la serie y, en general, de todo el género. Soken lo ha vuelto a hacer, presentando un conjunto de melodías tan épicas como memorables.
Conclusión: Una obra apoteósica que da una mirada nueva a la franquicia
Final Fantasy XVI es un juego muy diferente a todo lo que se ha visto en la franquicia hasta el momento, pero esto no es algo malo. Su historia es increíblemente compleja y emocionante, impactando especialmente gracias a su excelente banda sonora. El sistema de combate es adictivo a más no poder, y cada combate es un espectáculo que se queda marcado en la retina del jugador. Aunque la propuesta pueda resultar algo polémica y peque de no tener un buen ritmo o una gran variedad jugable, el resultado es una obra atemporal e inolvidable que consigue aportar una nueva visión de la franquicia que, sinceramente, espero que haya llegado para quedarse. Obras así no se ven todos los días, y el trabajo realizado por Square es, sin lugar a dudas, digno de admiración.
Antonio Gallardo
Normalmente escribiría algo profundo que contara más sobre mi... ¿Pero de verdad alguien lee esto? Bueno, en ese caso... Me gustan los videojuegos y el cine. A veces unos más que otros, ya sabéis como funciona. Si queréis saber más, solo tenéis que leer lo que escribo.