![[Análisis] Goat Simulator 3 [Análisis] Goat Simulator 3](https://gaminguardian.com/wp-content/uploads/2022/11/goat-simulator-3.jpg)

Así, en… Un momento, ¿Cuándo salió Goat Simulator 2? Pues lo cierto es que… Nunca. Y es que la buena gente de Coffee Stain Studios ha estado ocho años inmersa en la publicación de otros títulos, como Deep Rock Galactic o el genial Valheim, dejando un poco a un lado su saga más popular y querida. Tras ocho años de espera, la cabra tenía que resurgir, pero quizá era algo tarde para lanzar la secuela directa. Por ello, en un movimiento tan alocado como la propia franquicia, el equipo sueco decidió realizar la tercera entrega de la serie. Y es que… ¿Quién les impide hacer una trilogía con solo dos juegos? A fin de cuentas, si contamos todo el contenido extra del primer juego, casi que se podrían contar varios juegos nuevos… Pero esto no es lo importante. Hoy os vengo a hablar de Goat Simulator 3, el regreso del sandbox más alocado y aleatorio de la historia que busca devolver a la cabra, el animal más extravagante del mundo, al podio de los videojuegos y del streaming. ¿Conseguirá el nuevo título de Coffee Stain Studios alzarse como un juego divertido y completo que consiga alcanzar la fama de su predecesor? ¿O por el contrario acabará resultando en un intento fallido de recuperar un éxito del pasado? Veamos qué tal ha salido el título en el análisis completo, que podéis leer a continuación.
Toca hacer el cabra
Aunque esto seguro que os pilla por sorpresa, Goat Simulator 3 sí que cuenta con un modo historia. En este, nos pondremos a los mandos de una simpática cabra, Pilgor, quién tras llegar a la ciudad en una secuencia muy similar al inicio de The Elder Scrolls V: Skyrim deberá ir completando misiones para desbloquear nuevas estancias dentro de nuestra particular sede, un castillo con tintes demoníacos donde nuestra protagonista irá ganando más y más poder. Y es que sí, ya en la primera entrega se dejaba claro que nuestra cabra no era un animal cualquiera, si no que estaba vinculada al infierno y a los demonios que ahí habitan. Como os imaginaréis, no encontramos una historia profunda ni cautivadora, pero es que este juego no la busca ni la necesita. El juego busca presentar situaciones obscenas y macarras, en donde brille especialmente el humor absurdo y las referencias a otras franquicias de cine, televisión y videojuegos. Estas aparecen de forma constante, y se alzan como uno de los puntos mejor tratados de todo el videojuego, ya que resulta muy divertido ir explorando el entorno mientras nos encontramos toda clase de guiños a franquicias tan alejadas de este juego como Bioshock o Fallout. De hecho, si sois fans de Fallout 3 os diré que aquí también podremos debatir si pulsar el botón rojo, como en Megatón, pero a cabezazos. Hay un sinfín de cameos, guiños y easter-eggs escondidos por todo el juego, lo que hace que merezca la pena explorar y juguetear con el entorno.
A fin de cuentas, la historia es una mera excusa narrativa casi innecesaria para ponernos en la piel de la cabra, y muchas de las misiones que se presentan tienen un interés nulo, por lo que ocurre algo similar a lo que ya sucedía con el juego original: llaman más la atención los secretos que las misiones principales del juego. Nos encontramos, a fin de cuentas, con un juego sin estructura, que por mucho que intente imitar a los juegos de mundo abierto modernos no deja de incitar a la exploración de su entorno. Funciona más como un lienzo en blanco sobre el que pintar nuestros propios movimientos que como un juego de mundo abierto de corte clásico. Y, a mi parecer, esa es una parte enorme de su encanto. Quizá no se trata del juego perfecto para engancharse durante horas, pero sí que se plantea como un título realmente divertido para echar un buen rato descubriendo secretos mientras nos reímos con su alocado humor. Y es que, aunque no invente nada nuevo, el humor absurdo sigue siendo uno de sus puntos más fuertes. Antes de pasar al siguiente apartado, cabe destacar que nos encontramos ante un juego traducido al español. El trabajo realizado es sorprendentemente bueno, destacando los múltiples juegos de palabras que se presentan a través de los títulos de las misiones, aunque sí que es cierto que en contadas ocasiones algunos juegos de palabras de la versión original se acaban perdiendo.
Ya no estarás solo, Pilgor
Al igual que su predecesor, nos encontramos ante un título de acción en mundo abierto donde podremos hacer todo lo que hace una cabra cualquiera, y más. Así, el bueno de Pilgor podrá desplazarse trotando por todo el escenario mientras salta, utiliza su lengua para agarrar objetos o golpea con su cabeza. La variedad de movimientos no ha aumentado mucho con respecto a la primera entrega, pero sigue siendo igual de divertido ponerse a los mandos de tan alocado animal. Lo interesante está en lo mucho que se aprovechan estos movimientos para presentar misiones de todo tipo, aunque también es cierto que algunas de estas se repiten demasiado. Así, el título presenta una gran variedad de cosas por hacer, pero lo cierto es que la balanza entre lo bueno y lo malo no está del todo equilibrada: hay varias misiones especialmente aburridas, y otras, aunque al principio son divertidas, se repiten tanto que pierden parte de su encanto. Por suerte, el ir desbloqueando constantemente contenido nuevo hace que no nos estemos quietos y no nos aburramos, y destaca especialmente la posibilidad de obtener nuevos animales: ya no solo podremos controlar a una cabra, si no que podremos ponernos a los mandos de otras especies animales igualmente interesantes, como el cerdo o el elefante. Por desgracia el sistema de control no varía casi nada, pero al menos se agradece mucho la inclusión de este sistema.
La novedad más interesante del juego es, sin duda, su sistema multijugador, que nos permitirá disfrutar con hasta tres amigos mientras hacemos el cabra (lo siento) a lo largo y ancho del mapeado, uno que es mucho más grande que el de su predecesor y que destaca para bien gracias a su genial variedad de entornos y zonas. El multijugador está muy bien aprovechado, pues no solo funciona como un guante si no que nos permite hacer de todo: desde competir en misiones únicas y competitivas hasta completar juntos misiones de la trama principal, todo ello con la posibilidad de estar constantemente molestando a los otros jugadores. El “fuego amigo” siempre está activado, y nunca ha sido tan divertido incordiar a nuestros amigos a base de cabezazos y lengüetazos. En definitiva, nos encontramos ante una jugabilidad realmente sencilla que brilla especialmente por su multijugador y por las posibilidades que ofrece, aunque no evita caer en el problema de la repetición constante. Aunque se plantee como una evolución del concepto original, lo cierto es que la mayoría de estos cambios son insustanciales, y se perfilan como meros adornos que no alteran la fórmula clásica que tan bien funcionó en el primer juego.
No te cabrees, Pilgor
A nivel gráfico se ha presentado una curiosa mejora con respecto al original que, aunque nos permite disfrutar de un juego más colorido, no revoluciona. ¿Quiere decir esto que está justificado su lanzamiento exclusivo en la nueva generación de consolas? Para nada, la verdad, pues nos seguimos encontrando ante un título que, para los estándares de la actual generación de consolas, es realmente pobre. La baja calidad de las texturas, lo poco pulidos que están los modelos de personajes, la distancia de dibujado y el popping… Hay muchos problemas gráficos que evidencian un esfuerzo menor, a pesar de que el título intente hacernos creer que esto está hecho a propósito. Si bien esta idea no funciona tan bien en el aspecto gráfico, sí que lo hace en el técnico, pues aunque este presenta multiples bugs y problemas… Lo cierto es que son parte de la gracia del juego. El hacer que el juego se vuelva loco, que rompamos lo establecido, es una parte más del ADN del título, uno de los hechos por los que se hizo tan popular la entrega original. Por ello, puedo comprender los problemas técnicos (que no afectan al funcionamiento per sé del juego), pero no puedo comprender los gráficos, y más tras ocho años de desarrollo.
Por último, a nivel sonoro el juego nos presenta una de cal y una de arena. Y es que mientras que la elección de efectos de sonido me resulta realmente buena, lo cierto es que la banda sonora es muy floja y repetitiva. Ciertas canciones se repiten constantemente y en bucles muy poco inspirados, por lo que nos cansaremos enseguida de estas.
Conclusión: Una cabra loca, esta vez acompañada
Goat Simulator 3 es un digno sucesor de la primera e icónica entrega, que expande sobre lo establecido por esta al mismo tiempo que incluye una buena cantidad de nuevo contenido. El mapa es más grande, hay más personajes, y se ha introducido un genial modo multijugador. Sin embargo, a ratos el juego se siente más como una expansión del original que como una secuela, y es una pena sentirse así con un título que ha tardado en llegar ocho años. Un título entretenido que, sin embargo, lo tiene difícil para alcanzar el éxito del original.

Antonio Gallardo
Normalmente escribiría algo profundo que contara más sobre mi... ¿Pero de verdad alguien lee esto? Bueno, en ese caso... Me gustan los videojuegos y el cine. A veces unos más que otros, ya sabéis como funciona. Si queréis saber más, solo tenéis que leer lo que escribo.
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