A principios de año, cuando comenzó esta temporada de invierno 2018, no tenía ni idea de la existencia de Koi wa Ameagari no You ni. No había visto su trailer, no sabía de que iba, no había escuchado absolutamente nada de esta, ni siquiera una mera imagen promocional que me permitiera hacerme una idea de lo que me iba a encontrar.
Quien me iba a decir que aquel anime totalmente desconocido, iba a ser mi anime favorito de la temporada. Este texto va a contener spoilers, así que si no queréis destriparos nada de la serie es mejor que dejéis de leer aquí, pero si queréis saber mi opinión sobre el anime totalmente libre de estos, os dejo unas primeras impresiones donde os podéis hacer una idea del comienzo de la serie.
Un romance inusual
Seamos sinceros.
Todos, o por lo menos casi todos, al saber que el romance de este anime iba a estar protagonizado por una chica menor de edad y un hombre maduro, se nos pasó por la cabeza mil situaciones morbosas y poco políticamente correctas que el anime iba a aprovechar y donde iban a centrar su trama para así, resultar más “atractivo” al público fácil como suelen hacer ciertos romances que se salen de lo típico, como puede ser Kuzu no Honkai o el yuri barato de turno.
Acompañados por supuesto de la protagonista pesimista y decaída, que al verse rechazada por su ser amado, nos muestra decenas de monólogos internos sobre lo triste que es su vida y lo desgraciada que es, tumbada en su cama mirando a la nada (y pensando en todo). Pero gracias a kami-sama y a los cielos que Koi wa no es así.
Porque aquí Akira, nuestra protagonista, es una chica alegre llena de vida, que puede pecar de ser algo fría en el trato a ciertas personas y demasiado directa a veces, pero que en el fondo es una dulce adolescente de 17 años, con la peculiaridad de que le gustan mayores (paro ya con los chistecitos, sorry). Y él, como todos sabéis, ni está cachas, ni es millonario y diría que atractivo tiene poco, claro que para gustos colores, pero el físico no lo es todo, y un simple gesto de amabilidad y bondad en el momento justo sirvió para encandilar a la joven muchacha.
Mostrando una relación real, sin encuentros furtivos y tonterías del estilo que no aportan nada. Vemos como se van conociendo, como interactúan en el restaurante, como van descubriendo cosas el uno del otro poco a poco, dándose cuenta que quizá comparten una situación parecida más allá de sus sentimientos. Y alejándose aún más de los convencionalismos, el ansiado “te quiero” no se hizo esperar, tomando presencia en apenas el segundo capítulo ante la incrédula cara de Kondo que no sabía si lo que estaba viviendo era realidad o el mejor de sus sueños.
¿Veis?, no era tan difícil crear una relación real, sin tener que esperar al último capítulo para confesar sus sentimientos justo en el momento en el que uno de ellos recibe una llamada y todo se va al garete.
Witt Studio lo ha vuelto a hacer
Si bien es cierto que Wit Studio no es uno de los estudios anime más longevos y con más renombre del mercado, con Koi wa ha demostrado una vez más que cuando quieren pueden lograr auténticas maravillas.
Ya son variar producciones con un excelente apartado técnico en su bolsillo, ya sea la aclamada Shingeki no Kyojin, Kōtetsujō no Kabaneri o Mahō Tsukai no Yome, de esta misma temporada. Y si algo tienen en común algunas de sus adaptaciones, es que (en mi opinión, por supuesto) consiguen mejorar o añadirle un plus a la experiencia del manga.
Puede abarcar más o menos, saltarse cosas o inventárselas, pero la experiencia audiovisual llega un paso más allá. Porque ese juego de luces y colores cada vez que Akira se embelesa mirando a Kondo me enamoran aún más de esta. Esos escenarios llenos de vida con un detalle pulido hasta el mínimo pixel. Hasta las imágenes fijas que nos muestra la imagen del manga reflejada tal cual, usa una paleta de colores demasiado hermosa como para ser ignorada.
Sumándole a todo esto por supuesto su excelente apartado sonoro, con un opening y ending a cual mejor. Personalmente durante toda la serie mi favorito fue el tema inicial, sin saltármelo ni una sola vez tarareándolo al son de su pegadizo ritmo; aunque en su final y después de prestarle atención al significado de su letra, la melancolía del ending Ref:rain consiguió conquistarme también.
Un abrazo de amigo
Volviendo a la trama, en mi texto anterior mencioné que a pesar de que su romance me estaba encantando, la serie podía dar más de sí que una simple historia de amor, y abarcar los problemas personales de Kondo y Akira a través de su relación.
Pues dicho y hecho.
La misma serie lo “anunciaba” en cierta forma, después de dejar los capítulos centrados en Kondo y cambiando el foco de atención a Haruka. Pero antes de esto hubo un episodio en especial centrado en los protagonistas que fue el colofón de todo lo que puede dar de sí esta serie.
El episodio 7.
Que maravilla de capítulo de verdad. Desde su comienzo hasta su final es un despliegue de dirección y animación en todo su esplendor. Todavía sigo sin entender como consiguieron meter tal vaivén de sentimientos y momentos en tan sólo 20 minutos.
Comenzando tan normal con la actividad corriente en la cafetería de todos los episodios, observando a Akira tomando su particular merienda mientras comparte sus tan ansiadas charlas con Kondo, hasta que este le apuñala justo en el corazón al recordarle la triste realidad de que se ha enamorado de un hombre del que apenas sabe nada.
Obviamente la pobre chica se le cae el mundo encima, y más cuando descubre que Kondo se ha puesto malo y no lo podrá ver en el trabajo. Entre el disgusto y la tormenta, se decide ir a visitar a Kondo para saber como está e intentar arreglar las cosas. Es entonces cuando ocurre LA escena; donde tenemos a Akira entre lágrimas, Kondo queriéndola consolar sin pasar el límite de empleado-jefe, pero a la vez viendo reflejado en la protagonista sus tiempos de amor y juventud, siendo estos capaces de romper las cadenas del cualquier convencionalismo, permitiendo que Kondo sucumba a sus sentimientos y se funda en un apasionado abrazo con la joven.
Y como no podría ser de otra manera, toda la atmósfera dramática y sentimental se corta con un simple toque cómico gracias a la naturalidad de Kondo. La capacidad de esta serie de jugar con los momentos a su placer es arte.
Amor es cuando cesa la lluvia
Como decía, tras esto llegó el desarrollo personal de los dos, en una búsqueda de sí mismos, intentando resolver sus propios problemas y replanteándose el momento en el que se encontraban en sus vidas.
Gracias a la experiencia de Kondo, Akira se dio cuenta de lo importante que es cumplir tus objetivos, perseguir tu pasión y seguir adelante sin dejar de luchar. Mientras Kondo recordó a través de esta, que es lo que le movía a él de joven, aquel sueño que intentaba alcanzar más que nada antes de que la realidad de la vida le obligará a olvidarse de él.
Con la ayuda de su amigo de toda la vida, poco a poco recupera su ilusión por triunfar en la literatura, algo que este ya ha conseguido y Kondo envidia sanamente más que nada. Entre viejas anécdotas y un par de cervezas rememoran sus tiempos de juventud, y esa llama por la escritura que se mantenía apagada, comienza a soltar chispas nuevamente.
Akira por su parte, con una escenita pública y algún que otro berrinche, logra superar el muro que ella misma había interpuesto entre ella y Haruka después de su traumática lesión. Fue complicado, y si no fuera con la ayuda de esta no lo habría logrado, pero finalmente Akira también consigue recordar porque amaba tanto el atletismo y el tiempo que pasaba corriendo junto a su amiga de la infancia.
¿Y qué pasa con Akira y Kondo?
Pues no lo sabemos, puede que terminen juntos puede que no. Su final da pie a ello, esos segundos en los que la imaginación de Kondo toma protagonismo mostrándonos su deseo de volver a abrazar a Akira nos permiten creer; que no ahora, pero puede que en el futuro, se den una segunda oportunidad (cuando cumpla 18 seguro).
Pero eso no es lo importante en este anime, porque para empalagarnos con amores pastelosos hay mil y una series.
Aquí se nos cuenta una historia de superación; la historia de como Akira afronta su depresión a causa de la lesión, y la historia de como Kondo recupera la ilusión por la vida después de estar atrapado en la monotonía del trabajo y la vida adulta. Con lo que han aprendido el uno del otro, con la ayuda de sus amigos, y sobretodo con su propia voluntad, la promesa que se hicieron a ellos mismos, algún día se hará realidad.
Conclusión
Sin ninguna duda, Koi wa ha sido mi anime favorito de la temporada, y seguramente estará en mi TOP 10 del año. Es cierto que no es perfecto, los 12 capítulos le pasan factura y el tramo final se siente algo apresurado, dando lugar al pobre desarrollo de los personajes secundarios y una conclusión donde sentimos que nos han faltado un par de escenas por el camino. Sinceramente pagaría por ver un spin-off o cualquier tipo de material que nos contase que ha sido de la camarera rubia y su posible relación con el cocinero, les shippeo demasiado.
Pero conseguir realizar una adaptación tan sobresaliente en todos sus apartados, meterlo todo en 12 episodios y conseguir un final tan perfecto, no está al alcance de muchos.
Y fuera de tecnicismos, ánalisis y fríos número, Koi wa ha conseguido entrar en ese selecto club de obras que me eriza la piel cada vez que rememoro alguna escena o escucho la banda sonora. Es de esos anime que desearías poder olvidar que lo has visto, para volver a sentir la misma experiencia una y otra vez. Ese anime que me ha mostrado un género que desconocía por completo y que gracias a él no volveré a ignorar jamás deseando volver a encontrar una joya como esta. Esa obra que ha demostrado que los romances pueden ser mucho más que amor y sentimentalismos, y me ha recordado que por muy dura que sea la caída, siempre hay que ponerse de pie y seguir hacia delante.
Después de la tormenta, cuando cesa la lluvia, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.
https://www.youtube.com/watch?v=hjJwsOtcYr0