
Problemas de alimentación aparte, lo cierto es que la premisa del juego que hoy vengo a analizar atrapó mi curiosidad desde el primer momento. Un momento, aún no os he dicho de qué juego se trata, ¿No? Bueno, pues eso tiene fácil solución, ya que hoy tengo el placer de hablar de Neon Noodles, una curiosa experiencia cyberpunk centrada en el ámbito culinario y en la programación que busca exponer una de las claves de la hostelería a nivel mundial: la sobreexplotación del personal poco cualificado y pagado en negro (admitidlo, que todos hemos pasado por eso). Con una premisa tan curiosa como esta, el juego ha conseguido cosechar logros, premios y menciones en toda clase de festivales. Sin embargo… ¿Estará a la altura de tal reputación? ¡Veámoslo en el análisis completo, que podéis leer a continuación!
¡Camarero, una de fideos!
Sé que a más de uno le sorprenderá esto, pero Neon Noodles es un juego que otorga una gran importancia a su narrativa, siendo esta uno de los pilares fundamentales sobre los que se estructura el juego. Si digo que esto puede sorprender es porque, por norma general, los juegos de este calibre suelen estar centrado única y exclusivamente en la jugabilidad y en sus niveles, por lo que ha sido una sorpresa encontrar con que se le da tanta importancia a la historia. Sin embargo, una vez conocida la historia… ¿la sorpresa ha sido agradable o desagrable? Quiero decir, se agradece que se de una gran importancia a la trama, pero si esta no tiene mucho que aportar, de poco sirve. Bueno, veamos primero lo que nos cuenta el título: en un futuro más próximo que lejano las megacorporaciones lo controlan todo, destacando especialmente la producción de comida. El ingenio conocido como Neon Noodles ha conseguido dar forma a la producción definitiva de comida de calidad dirigida única y exclusivamente para las élites. Pero, como podréis imaginar, el trabajo no surge solo: Neon Noodles se alimenta del trabajo de personas encargadas de programar y dirigir a los autómatas de la empresa, todo ello mientras están esclavizados… Sin que realmente lo sepan. Nosotros nos pondremos en la piel de uno de estos trabajos quien, encargo a encargo, irá descubriendo la terrible verdad detrás de la compañía. La premisa es sencilla, y se nota a la legua que bebe de las principales obras centradas en distopías futuristas (ejemplos hay miles, como Blade Runner o 1984) tanto en el tratamiento del escenario como en la construcción de los personajes y su relación con la empresa.
Quizá lo que más sorprende y atrapa es la ambientación, que goza de una construcción precisa y notable a través de sus oscuros escenarios iluminados por luces de neón. Si bien es cierto que en ningún momento exploramos la ciudad (nuestro trabajo solo nos permite observar la mesa de cocina), lo cierto es que el tratamiento minimalista del título juega muy a su favor: el tratamiento de las luces es cuidado y preciso, y la representación de los robots y la comida es simplista pero acertado. Esto, unido al diseño de los menús y de la interfaz, nos acerca a un futuro distópico creíble que consigue enganchar y enamora con cada pantalla. El juego no es un portento gráfico, pero tampoco es que pretenda serlo, puesto que todo gira en torno a crear una experiencia sensorial única, y lo cierto es que lo consigue. Pero volvamos a la historia, ya que para contarla el juego se acerca levemente al género visual novel al presentar mensajes y diálogos en forma de correos electrónicos y anuncios de la empresa. La idea sobre el papel es interesante, pero llega a agotar pronto debido a su rigidez y a su falta de sorpresa. Desde el primer momento se ven venir los giros de guion, y las ideas que plantea la trama no son nada que no hayamos visto antes en otras producciones similares. En definitiva, se agradece la presencia de una trama sólida pero se echa en falta una mayor profundidad y originalidad.
Mecanizando el arte culinario
A nivel jugable nos encontramos ante un juego algo difícil de definir debido a su mezcla de conceptos e ideas, si bien lo más acertado sería catalogarlo como un juego de «programación culinaria». Así, el objetivo no es seguir recetas al dedillo o mezclar de forma adecuada los ingredientes, si no establecer una programación adecuada para que nuestras máquinas sigan la receta al pie de la letra. Vaya, lo que tendremos que lograr en todo momento es una mecanización completa del proceso de cocina, por lo que tendremos que juguetear con los distintos patrones y con las direcciones que permite utilizar el juego. La idea puede ser algo extraña de primeras, pero lo cierto es que el título consigue enganchar no solo por su enorme variedad de situaciones y objetivos, si no también por su acertada progresión. A diferencia de otros juegos del mismo estilo, aquí no nos encontramos ante una obra que da por hecho que el jugador conoce sobre programación, si no que invita a conocer cada sistema de forma progresiva. La dificultad va en alza, pero no pega grandes saltos, haciendo que sea un juego muy disfrutable incluso para los jugadores menos experimentados. Además, puede servir como una puerta de entrada tan agradable como amena para el mundillo de la programación, siendo una versión light de otros programas mucho más conocidos.
El juego es divertido tanto por la variedad de misiones que encontramos como por las posibilidades que el juego ofrece, si bien considero que peca de no tener tanta variedad de modos como debería. Más allá de las misiones principales y de un par de extras, el juego peca de ser una experiencia bastante breve, lo que supone una mala utilización de las posibilidades que este propone desde su planteamiento. Por otro lado, a nivel técnico el juego funciona como la seda: el rendimiento es estable y preciso, y no he encontrado ninguna clase de bug o error destacable. Se agradece la inclusión de elementos tales como la cámara rápida o la accesibilidad de la interfaz para alterar o eliminar los comandos, lo que hace que el juego sea dinámico y más accesible de lo que uno cabría esperar. En cuanto al tratamiento musical, es innegable que el componente minimalista de la ambientación se ha trasladado al sonido, lo que se refleja en canciones tranquilas y sonidos que generan una curiosa mezcla de sensaciones, apoyando aún más la creación de la experiencia sensorial antes citada.
Conclusión: Primero programas, y luego comes
Neon Noodles es un juego atípico y muy creativo, que hace de la programación una experiencia única y entretenida apta para cualquier tipo de jugador. Como podréis imaginar, no se trata de un juego perfecto debido a sus limitaciones y al poco impacto de su historia, pero no hay duda de que nos encontramos ante un título muy recomendable que puede servir como puerta de entrada a más de un jugador al mundo de la programación.