Pero la gran pregunta es; ¿es Outward: Adventurer Bundle un juego para vosotros? y la respuesta es realmente compleja. Estamos ante un juego enorme, con grandes expansiones, pero que no es para todo el mundo. La tierra de Aurai es despiadada, y no dudará en destrozar a los aventureros más inexpertos.
Preparad vuestras mochilas y afilad vuestras armas con nuestro análisis de Outward: Adventurer Bundle.
Una historia fragmentada
Si alguna vez habéis pensado en como sería un RPG en el que ningún marcador o icono nos lleve de la mano estáis en el análisis adecuado. Outward nos fuerza a emprender nuestra aventura con el más prosaico de los motivos: debemos dinero a nuestra tribu y tenemos cinco días para conseguirlo. Con esta premisa nos aventuramos fuera de la aldea, intentando por todos los medios saldar nuestra deuda.
Sin embargo no estamos ante un RPG al uso, pues Outward es un juego de supervivencia en la misma medida que un juego de rol. Tendremos que saciar nuestra hambre y sed, tener cuidado con el calor o el frío y más cuidado aún con la fauna y los habitantes de Aurai. Cocinar nuestros alimentos será crucial para evitar enfermedades, y necesitaremos dormir para evitar el cansancio. Y aun con todo, aunque seamos los aventureros más cuidadosos del mundo, más de una vez nos encontraremos con la pantalla de muerte.
Unas horas después de esta introducción al duro mundo del juego la historia se bifurcará, y nos veremos en la tesitura de elegir una de las tres facciones de Outward. A partir de ahí podremos desarrollar nuestra propia historia siempre del modo más difuso, no esperéis mapas con iconos, flechas o exclamaciones. Si queréis avanzar tendréis que pensar, hablar con todos los personajes posibles y probar todas las rutas esperables. Así es Outward.
La supervivencia… ¿del más fuerte?
Cabe destacar que, a pesar de su enormidad, Outward es un juego de bajo presupuesto… y se nota. El juego nos plantea un mundo enorme con muchísimas posibilidades, pero en su mayoría se nos antoja muy vacío y falto de vida. La fauna está desperdigada por los escenarios de manera puntual, y en ningún momento tenemos ni la más mínima sensación de estar explorando un ecosistema vivo. En el vasto mundo de Aurai podremos encontrar cientos de cosas que hacer; campamentos de bandidos que asaltar, mazmorras que explorar, cuevas por descubrir, ruinas que visitar… y es que en eso reside la clave del título, en la exploración y el descubrimiento.
Y cuando decimos exploración no nos entendáis mal, no penséis en The Witcher 3 o Breath of the Wild, en Outward hemos venido a “sufrir”. El limitadísimo espacio de nuestro inventario, los inclementes elementos o la falta de comida serán nuestros mayores enemigos. Esto no va a ser una gran aventura en la que no dejaremos de encontrar tesoros y objetos legendarios, aquí dejaremos mucho atrás únicamente para poder llevar comida encima… o sufriremos las consecuencias.
Una experiencia a medio cocer
Es en los combates donde Outward muestra una de sus peores facetas. Las mecánicas de golpeo, bloqueo y esquiva se sienten tremendamente arcades y artificiales. Incluso en nuestras mejores condiciones nuestra energía solo nos permitirá lanzar un par o tres de golpes contra un enemigo, para tener que esperar después un tiempo endiabladamente alto antes de poder volver a atacar. Además los enemigos tampoco nos lo pondrán fácil, pues hasta el más pequeño pollo aguanta varios de nuestros envites. Todo esto sin contar que, de no haber cuidado nuestra salud, descanso o alimento, nuestro personaje será mucho más débil en las luchas, pudiendo reducir nuestro potencial a un porcentaje ridículo.
Todo esto hará que en el juego muramos… mucho. Y si algo nos han enseñado los actuales cánones de los videojuegos, donde Dark Souls se ha alzado como obra entre las obras, es que la muerte debe ser penalizada. En el caso de Outward, además, la penalización por morir es increíblemente alta, a veces hasta injusta. Si morimos veremos una pantalla de carga donde el juego nos relatará que ha pasado con nosotros. Tras esto despertaremos en una zona aleatoria del mapa en el que nos encontremos, y rezad por llevar entonces vuestra mochila a cuestas. Si al morir no tenemos equipada nuestra bolsa, habremos perdido todos los objetos que lleváramos en ella, a no ser que seamos capaces de encontrarla de nuevo. ¿Y por qué no iba a llevar equipada mi mochila?, pensaréis, muy sencillo, porque nos ralentiza en combate. Tener la mochila a cuestas nos hará movernos mucho más lento y nos impondrá una penalización a la esquiva, por lo que si queremos ser eficientes, lo más lógico es soltarla al comenzar un enfrentamiento.
Todas estas mecánicas dan a Outward un pequeño brillo, una sensación de quiero pero no puedo, que la aleja terriblemente de ser algo para cualquier amante del rol, encasillándolo en una posición muy pero que muy específica.
Un terrible apartado artístico
Si estáis arqueando una ceja después de leer todo esto, siento deciros que queda la guinda del pastel; el apartado gráfico y sonoro.
Y es que no es que Outward tenga un mal apartado artístico, es que en ocasiones parece sacado de hace casi tres generaciones. No os miento si os digo que, sobre todo en los primeros escenarios, Outward llega a lucir como algunos juegos de PS2. Las texturas son, en su mayoría, paupérrimas, los modelados, incluso de personajes principales importantes, son tremendamente anodinos y planos, y algunas zonas abiertas parecen creadas con el editor de mapas de Imperivm III… con bastante menos vegetación y detalle. Supongo que es el precio a pagar por un gran mundo que explorar, ¿pero no es un precio demasiado alto?
Esto, además, se nota desde el minuto 1, antes incluso de iniciar el juego; en el editor de personajes. Sigo sin entender por qué un juego nos permite crear a nuestro propio personaje si las opciones son, literalmente, cuatro razas (prácticamente idénticas), tres caras y cuatro peinados distintos. Y los resultados son bastante pobres.
El título tampoco destaca en sus composiciones musicales, aunque en este aspecto consigue salvar un poco los papeles. Algunas de las tonadas que nos acompañan en nuestra historia son pegadizas, pero siempre dentro de una nula complejidad. Temas orquestales simples guían nuestros pasos durante las horas y horas que dura el juego, nunca llegando a un nivel destacable.
Conclusión
Outward es una experiencia de rol y supervivencia que me es imposible recomendar a todos los fans de cualquiera de esos géneros. Sus tremendas limitaciones técnicas, unidas a sus muchas mecánicas a medio hacer dañan demasiado la imagen de algo que podía haber sido realmente bueno. Si me preguntáis a mí, diría que la ambición de un mundo abierto ha matado la posibilidad de una gran mejora general, pero quizás sea el precio a pagar por que aquellos que disfruten de perderse, de sufrir y de explorar lo desconocido lleguen a amar realmente este juego.
Si, por otra parte, ya amáis al juego base, probablemente sus expansiones sean vuestra excusa soñada para volver al mundo de Aurai, pues os garantizo que os ofrecerán horas y horas de nuevo contenido.