Sin embargo, estos juegos no han estado tan interesados en la exploración espacial, si no que han utilizado la ambientación para construir otro tipo de historias: historias de defensa planetaria (Space Invaders, Xevious), historias de misterio y terror (The Dig, Metroid, Dead Space), historias de combates espaciales (Star Fox)… El “rechazo” de la exploración del espacio se puede deber a muchos motivos, pero creo que el más obvio es que no se ha tenido la tecnología necesaria para recrear un espacio digno de explorar. Hablamos de un espacio infinito, gigantesco, en donde desplazarse de un planeta a otro puede llevar miles de años luz, y eso es muy difícil de recrear de forma orgánica. Por supuesto, con el tiempo han surgido propuestas que juguetean con la idea de la exploración espacial: Starbound permitía colonizar diversos planetas generados proceduralmente, mientras que la serie Mass Effect ha presentado un sinfín de mundos alienígenas… Que se veían excesivamente limitados tanto en extensión como en contenido. Esta serie ejemplifica lo que os comentaba: la tecnología tiene unos límites, y el querer mostrar un universo explorable conlleva limitar la libertad de movimiento del jugador. Por ello, en el ya lejano 2015 llamó especialmente la atención un juego indie que parecía hacer lo imposible, que no es otra cosa que explorar libremente y sin ataduras un universo infinito. Este juego era No Man’s Sky, y aunque la premisa era buena, el juego acabó ahogándose en su propia ambición. Con el tiempo se ha arreglado bastante, sí, pero nos dejó a todos con la espinita clavada por disfrutar de una aventura espacial plena, libre, en la que poder elegir nuestro propio camino y dejar nuestra huella allá por donde vamos. Es entonces donde entra la buena gente de Bethesda: conocidos por su buen hacer en las series The Elder Scrolls y Fallout (una de mis franquicias favoritas, todo sea dicho), parece ser que han estado décadas queriendo realizar un videojuego de exploración espacial. En sus propias palabras, Starfield es un proyecto que lleva cocinándose más de 25 años, y solo se ha podido lanzar una vez la tecnología ha permitido recrear todas sus ideas. Difícilmente se puede presentar una frase más ambiciosa y atrapante para vender un juego, y esto conlleva ciertos problemas. Curiosamente, los mismos a los que se enfrentó en su día No Man’s Sky: el hype desmedido y la posibilidad de decepcionar al público por no cumplir con las expectativas y las promesas realizadas. Tras varios días disfrutando del título (y pagando una hipoteca, porque esto es como Animal Crossing en el espacio), por fin puedo contaros qué tal ha salido Starfield y si está o no a la altura de los anteriores títulos del estudio. Sin más dilación… ¡Dentro análisis!
El espacio: la última frontera
Con esta sencilla y atrapante frase comenzaba, en 1966, Star Trek. La legendaria serie creada por Gene Roddenberry supuso una verdadera revolución al presentar al público general las aventuras de una tripulación a través de las estrellas. Cada capítulo era una aventura distinta donde todo era posible, y Starfield busca abordar esa misma premisa: los jugadores nos pondremos en la piel de un (o una) habitante de las estrellas cuyo aspecto, origen y trasfondo podemos editar a nuestro gusto. Si bien las opciones que ofrece el editor son algo más limitadas de lo que suele acostumbrar Bethesda (el de Fallout 4 era gigantesco, por poner un ejemplo), lo cierto es que sí que insta desde un primer momento a configurar nuestra propia aventura. A fin de cuentas, Starfield busca expandir lo que ya intentaban los juegos anteriores del estudio: crear una aventura personal en la que cada paso nos lleva a un horizonte que no ha sido explorado, forjando por el camino un nombre legendario que se siente real. Cada paso que damos da pie a conocer nuevas historias y lo que es mejor, a crearlas. La libertad que ofrece el juego para visitar nuevas galaxias, recorrer llanuras, interactuar con toda clase de personajes y descubrir los secretos del universo es fascinante, y genuinamente creo que es de los juegos que más ofrecen al jugador la posibilidad de perderse en su universo y crear su propia historia. Sin duda, este ha sido uno de los aspectos que más me ha fascinado del título, puesto que supone una grata mejora de lo que ya ocurría en Fallout 4, por poner el ejemplo más cercano de la compañía. De hecho, me gusta que se hayan tomado el tiempo para expandir la narrativa ambiental que tanto caracteriza a sus juegos: no necesitamos líneas de diálogo para conocer las historias del universo, si no que es el mismo escenario y los elementos que hay en este los que nos cuentan qué es lo que ha podido ocurrir.
Por supuesto, que podamos construir nuestra propia aventura no significa que el juego no tenga una historia convencional, si bien esta queda un poco desplazada a nivel general. Quiero decir, aunque la historia que se plantea parte de una premisa potente (pues descubrir un misterio que puede ayudar a conocer más sobre el origen y funcionamiento de la galaxia es fascinante), lo cierto es que esta queda algo empequeñecida ante la genialidad de sus misiones secundarias y de su exploración. En cuanto a los personajes, el universo de Starfield está plagado de secundarios memorables dotados de historias únicas que nos engancharán desde primera hora, y aunque los personajes antagónicos no terminan de cuajar tanto como los de, digamos, Skyrim (en donde, a mi parecer, el estudio alcanzó un muy alto nivel), estos siguen funcionando bien y generan tanto interés como curiosidad. La narrativa del título es sólida y consistente, mejorando lo que se presentaba en Fallout 4 y regresando aún más a las raíces RPG del estudio. Por supuesto, como viene siendo costumbre el título llega a nuestro territorio traducido al español, si bien se ha optado por no doblar las voces. Puedo entender esta decisión, si bien considero que habría estado bien contar con un doblaje tan bueno como el de los juegos anteriores del estudio.
Esa no es una luna
¿Qué sería de la exploración del escenario si no hay nada que conocer? Este es, quizá, el mayor problema al que se enfrentaron los primeros juegos de mundo abierto, en donde se ofrecía una enorme zona para recorrer… Y en la que no había nada de nada. Mirad, por ejemplo, GTA 3. Sí, el juego era una auténtica revolución, pero viéndolo a día de hoy su diseño de mundo abierto sufre de una enorme falta de contenido y mecánicas. Con el tiempo esto se ha ido solucionando; Ubisoft, por ejemplo, ha optado por llenar sus mapas de iconos y elementos desbloqueables para que no sientas que hay zonas sin contenido, generando un estrés enorme al jugador por tener tanto que hacer, mientras que Nintendo ha tomado la decisión con Zelda de hacer de cada elemento del escenario un concepto moldeable. Por su parte, Bethesda ha presentado mundos abiertos repletos de zonas cerradas a explorar y de misiones secundarias, siendo una de las empresas que más contenido presentan en sus juegos. Starfield no es una excepción, y su diseño de niveles y de mundo abierto suponen una orgánica evolución de lo visto en sus títulos anteriores. Así, se ha ampliado considerablemente el tamaño de los mapas y la cantidad de estos (a fin de cuentas, el objetivo es visitar cientos de planetas), hasta tal punto que puede resultar abrumador recorrer tantos lugares. Esto tiene sus pros y sus contras: como os decía antes, es divertidísimo explorar e ir construyendo nuestra propia leyenda, pero con el tiempo se van notando las costuras del juego. Es fácil ver qué elementos se repiten de forma constante en los planetas, y la estructura de ciertas misiones aparece sin distinción en cada uno de los territorios a los que llegamos. Si el núcleo jugable no fuera decente esto sería un grave problema; a fin de cuentas, el hecho de que el título se repita tanto agota a cualquiera, pero lo cierto es que la base sobre la que se sostiene el juego es tan divertida y satisfactoria que tarda mucho en agotar. Starfield no es un juego para disfrutar un rato, si no para perderse y crear tu propio camino, abriéndote paso a través de una galaxia de posibilidades mientras hacemos cosas tan dispares como pagar una hipoteca o arrasar a un grupo de piratas espaciales dispuestos a dejarte sin nada en los bolsillos.
El principal problema de Starfield es su ambición, puesto que Bethesda ha intentado por todos los medios que el título sea mucho más de lo que verdaderamente es. Por ejemplo, se ha comentado mucho la relación de este juego con No Man’s Sky en base a los viajes por el espacio y la customización de las naves, pero no tienen nada que ver. Mientras que el título de Hello Games es un juego de aventuras y exploración, Starfield va un paso más allá e incluye un fuerte componente RPG, siendo este el verdadero corazón del juego. Eso sí, Starfield adolece en comparación debido, por ejemplo, a la incapacidad de recorrer libremente el espacio (puesto que tendremos que saltar de planeta en planeta en un sistema que me recuerda levemente al de Mass Effect, eligiendo entre un par de puntos disponibles para despegar) o a la presencia de criaturas alienígenas variadas. Por suerte, la jugabilidad es realmente buena, presentando una variedad de armas enorme, un sistema de apuntado cómodo (aunque no está al nivel de otras producciones de la compañía, como Wolfenstein o DOOM), una variedad de opciones de diálogo sólida con múltiples ramificaciones en la historia, y un control de las naves formidable. Y es que sí, aunque no podamos recorrer libremente el espacio con nuestra nave sí que podremos manejarla en la órbita de los planetas, lo que da lugar a escenas realmente hermosas y secuencias de acción trepidantes en donde, al más puro estilo Star Wars, nos enfrentaremos a naves enemigas mientras esquivamos chatarra espacial o meteoritos. Este ha sido, sin lugar a dudas, el punto más emocionante y especial del juego, algo que lo distingue por completo del resto de obras del estudio.
Hasta el infinito, y más allá
Mucho se ha hablado de la decisión de Bethesda por utilizar el motor Creation Engine 2 en el desarrollo de Starfield, y con razón: mientras que otros estudios han jugueteado con motores punteros (Unreal Engine 5, Luminous Engine…), el equipo liderado por Todd Howard ha optado por trabajar con una versión mejorada del mismo motor que utilizaron en, por ejemplo, The Elder Scrolls V: Skyrim. Con más de 10 años a sus espaldas, las costuras del Creation Engine 2 se notan desde el primer momento: las texturas de ciertas zonas y de algunos planetas dan problemas, y las animaciones se notan, en ocasiones, algo robóticas y artificiales. Además, en lo técnico el título adolece: la versión de PC me ha dado múltiples problemas, desde caídas de frames constantes y bugs puntuales hasta crasheos completos del juego, algo incomprensible teniendo en cuenta que mi PC cumple con los requisitos recomendados de sobra. Sin lugar a dudas, Starfield necesita un par de parches para mejorar todos estos problemas, pero ya os adelanto que la situación no es tan lamentable como, por ejemplo, Cyberpunk 2077. Vale, sí, he tenido crasheos, pero han sido un par en momentos puntuales, y lo cierto es que el resto del juego no me ha dado la sensación de estar “roto”. Las misiones se pueden realizar sin problemas, y puedes juguetear con las mecánicas del título sin sentir que se va a romper todo en cualquier momento. Todos los problemas que surgen del juego a nivel técnico se sienten derivados del intentar estirar el Creation Engine, un motor que ya no puede dar más de si.
Ojo, que el trabajo que este realiza en el juego no es del todo malo: a pesar de los problemas antes citados, el estudio ha jugado bien sus cartas para presentar escenarios realmente vistosos y creativos, que da gusto recorrer a pie o con nuestra nave. La dirección de arte del juego es realmente potente, presentando un sinfín de entornos sorprendentes y un diseño de personajes, objetos, armas y enemigos tanto vistosos como creativos. En cuanto al sonido, destaca especialmente su banda sonora, épica y espectacular a partes iguales, gracias a la cual muchos de los momentos de la historia ganan bastantes puntos en cuanto a impacto. Sin lugar a dudas, una de las mejores BSO de toda la compañía.
Conclusión: Una odisea espacial imperfecta pero fascinante
Starfield es, sin lugar a dudas, uno de los juegos que más me ha costado analizar, no tanto por su duración si no por sus luces y sombras. No se trata de un juego revolucionario como se quería vender, pero sí que supone un refinamiento de la fórmula clásica de la compañía a través de la cual Bethesda consigue dar uno de sus trabajos más sólidos. A Starfield se le pueden echar muchas cosas en cara, como ocurre con sus planetas vacíos, su imposibilidad de recorrer libremente las estrellas o sus problemas técnicos y gráficos, pero cuando funciona, lo hace alcanzando un nivel pocas veces visto en la industria: su exploración es fascinante, y la inmersión que consigue este juego es única en la industria. Su sistema de combate y su componente RPG supone una mejora con respecto a los juegos anteriores de la compañía, y sus misiones son increíblemente divertidas y profundas. Starfield es un RPG sólido y desigual, una aventura imperfecta que sueña con alcanzar el Valhalla de la industria pero que se conforma con ser una obra original, divertida y muy recomendable. No es el juego del año, y aún así creo que, en ciertos apartados, mira de tú a tú a los que sí que optan a ser el GOTY. Si os gustó Fallout 4 o Skyrim, os gustará.
Antonio Gallardo
Normalmente escribiría algo profundo que contara más sobre mi... ¿Pero de verdad alguien lee esto? Bueno, en ese caso... Me gustan los videojuegos y el cine. A veces unos más que otros, ya sabéis como funciona. Si queréis saber más, solo tenéis que leer lo que escribo.