Desde la propia Naughty Dog dejaron claro que, mientras que el primer juego era una historia de amor y redención, la segunda entrega sería un viaje a través del odio y la venganza. Y así ha sido. La aventura de Ellie se estrenaba el pasado día 19 de junio tras sufrir un retraso debido a la crisis del COVID-19. Vaya paradoja. El juego sobre una pandemia retrasado debido a una pandemia. Podemos prometeros que ha sido un viaje lleno de emociones, acción, sentimientos y tragedias. Un juego que no dejará a nadie indiferente y nos hará plantearnos si lo que en principio creíamos correcto de verdad es el único camino a seguir. Bienvenidos al análisis de The Last of Us Parte II.
Voy a encontrar y a matar hasta al último de ellos
Con esta frase declaraba sus intenciones Ellie en el primer tráiler que pudimos ver del juego. Y es que las palabras de sus desarrolladores no podrían ser más acertadas; esta es una historia de odio y venganza.
El juego nos emplaza a poco después del final de The Last of Us. Joel y Ellie han vuelto a Jackson, el pueblo levantado de nuevo gracias al esfuerzo de Tommy y los suyos. Allí intentarán llevar una vida normal, pero la cosa no tardará mucho en cambiar. Pronto nos veremos sumergidos una vez más en una historia compleja, adulta y más llena de violencia y odio que nunca. Todo sumidos en un mundo más brutal y más inmersivo de lo que habíamos visto hasta ahora.
Sin embargo, no os dejéis llevar por mis palabras, pues no todo será lucha y pérdida. Desde Naughty Dog han sabido enriquecer la trama de The Last of Us Parte II con una adición en cuanto a su manera de contar las cosas; la narrativa fragmentada. En el juego la acción alternará bastantes veces entre el pasado y el presente. No obstante, lo que podría ser un embrollo de proporciones bíblicas está tratado de una manera simplemente magistral. Los flashbacks nos ayudan a entender detalles, nos ponen en contexto o nos muestran escenas tiernas y abrumadoras a nivel emocional, todo ello siendo jugable en todo momento. El juego no se limita a soltarnos escenas de tiempos pasados. Nosotros vivimos esos momentos.
En cuanto al desarrollo de personajes, Naughty Dog da otra vez una clase maestra de cómo crear seres humanos vivos, complejos y que desborden carisma o sentimiento. Creedme, vais a perder el corazón por Ellie o Joel de nuevo, y os vais a enamorar de nuevos e intrincados personajes… y también odiaréis a unos cuantos con toda vuestra alma. Porque si algo sabe hacer Naughty Dog es apelar a nuestros sentimientos más primitivos. A lo largo de toda la aventura nos harán reír, llorar, amar u odiar. Y esto puede que, para algunas personas, vaya en contra de la propia obra.
Y es que, como ya hemos comentado, desde la compañía afincada en Santa Monica han sabido ser viscerales. Habrá momentos del juego en los que probablemente no nos encontremos cómodos a los mandos. Momentos en los que nos preguntemos; “¿Por qué me obligan a hacer esto?” o directamente “Yo no quiero hacer esto”. Y esas sensaciones… ¿son positivas o negativas?
Lo que sí está claro es que no son aleatorias. El equipo las ha medido muy bien… y hablar más sería spoiler. La historia está tremendamente bien explicada, hilada y construida, pero juega tanto con los extremos que puede que se gane a algunos detractores. La intrahistoria también está muy presente de forma pasiva. Continuamente encontraremos, exactamente como en el primer juego, notas o detalles del escenario que nos contarán más sobre los habitantes del mundo de The Last of Us.
También se nos presentarán nuevas facciones que pueblan este universo postapocalíptico, aunque he de decir que dichas facciones caen en tropos muy manidos ya en este tipo de ficciones. A pesar de que el guión consigue hacer de ellas dignos enemigos y objetos de nuestra ira, quizá habría agradecido un planteamiento algo más fresco.
Una evolución casi perfecta
Así describiría el gameplay de The Last of Us Parte II si tuviera que resumirla en una frase. El juego coge la fórmula que planteó su primera entrega y la mejora en todos los aspectos, sintiéndose de esta manera continuista y mejorado al mismo tiempo.
Estamos ante un juego de acción y sigilo como pocos hemos podido ver. En algunos momentos recuerda a los mejores segmentos de Metal Gear Solid V, lo que en un juego de este tipo es todo un halago. La supervivencia, por otro lado, vuelve a jugar un papel importante, cargando con poca munición en todo momento y encontrando pocos objetos consumibles. De todas maneras no debéis preocuparos por la escasez de recursos, al menos en la dificultad predefinida, si buscas bien, siempre tendrás de sobra.
Si buscamos diferencias de gameplay marcadas con respecto a The Last of Us… realmente hay pocas que mencionar. Ellie es más ligera y ágil de lo que era Joel en el primer juego, por lo que podremos esquivar y contraatacar con mucha más facilidad. El gunplay recuerda poderosamente a la primera entrega, por lo que al principio nuestro pulso se moverá exageradamente al apuntar y tendremos que mejorarlo desde las distintas ramas de progreso de nuestro personaje. Y esta es otra diferencia con respecto al primer juego, el progreso de los personajes.
Utilizaremos medicamentos para mejorar y potenciar a Ellie, pero esta vez serán mucho más numerosas que en el juego anterior. Esto es así debido a la existencia de varias ramas de progresión que podremos desbloquear a lo largo de la aventura, algunas centradas en el sigilo, otras en la creación de objetos y otras en la fuerza bruta, por ejemplo. Además, seguiremos mejorando nuestras armas en las mesas de trabajo dispersas por todo el mapeado, utilizando partes mecánicas para esta tarea. Todas estas mecánicas, ya presentes en el 2013, vuelven ahora con una pequeña vuelta de tuerca.
El resumen es que The Last of Us Parte II se siente muy parecido al juego de 2013, pero sus mecánicas y su mundo han evolucionado lo justo para que la fórmula sea aún más pulida y disfrutable.
Los mapeados, por su parte, han sufrido una “expansión” algo ilusoria. Si bien es cierto que se ha ampliado la extensión general de los paisajes que visitamos, cada uno de estos mapas sigue siendo lineal salvo contadas excepciones puntuales. La evolución del mundo es muy parecida a la que ya vimos en Uncharted 4, con la gran mayoría de recorridos lineales y algunas grandes áreas que podremos explorar.
Y aquí viene el principal “gran” punto negativo del juego. La repetición sistemática de mecánicas y desarrollo de niveles. Completar el juego nos llevará alrededor de 30 horas si intentamos conseguirlo todo. El problema viene cuando a lo largo de estas horas repetimos varias veces el mismo planteamiento jugable. En el último tramo sobre todo se acaba haciendo evidente que la fórmula de juego se ha agotado. Es una pena, pues al desarrollo argumental le sobra poco metraje, no dando la misma sensación para el desarrollo jugable.
Una supernova de belleza y estética
Esto que voy a comentar probablemente lo esperabais, no en vano estamos hablando de un juego desarrollado por Naughty Dog. Pero al César lo que es del César. The Last of Us Parte II es el juego más puntero gráficamente que he visto hasta la fecha. Punto y final.
Los modelados de los personajes son absolutamente increíbles, casi fotorrealistas. La densidad de las plantas en los bosques, la hierba en las praderas o los efectos de luz a través de cristales sucios o las hojas de los árboles son algo absolutamente maravilloso. El juego presenta un nivel técnico que es prácticamente increíble. Hay secciones que juegan con algunos contrastes de color de manera absolutamente magistral, mientras la oscuridad, las esporas y alguna luz artificial dan al conjunto una sensación incluso onírica.
Los personajes y sus animaciones también están a otro nivel. Podremos observar como Ellie reacciona en tiempo real a cualquier evento que suceda cambiando su expresión facial, gritando o sobresaltándose. Esto se hace aún más evidente si sois asiduos al “modo foto”, que vuelve a estar presente en esta segunda entrega. Sin embargo, ante todo este despliegue técnico titánico ha habido dos animaciones concretas que han heredado problemas directamente de la primera entrega: el salto y la caída. Ellie sigue saltando de una manera ridícula, corta, incierta y casi robótica, y lo mismo puede trasladarse a las animaciones en las que nos dejamos caer desde un nivel alto a uno bajo. Son pequeñas gotas dentro de un océano, pero repetimos esas acciones tantas veces a lo largo de la aventura que no llego a entender por qué no se pulieron un poquito más.
Mención aparte merece la casi enfermiza obsesión por el detalle que ha puesto en el juego el equipo de desarrollo. Los pequeños cortes que reciben nuestros personajes al forcejear con un enemigo, la suciedad que se acumula en nuestras manos, ropa mojada… incluso la destrucción en tiempo real de las partes a las que apuntemos de nuestros enemigos. Estamos probablemente ante el techo gráfico de la generación en la actualidad con bastante diferencia.
Pero claro, no todo iban a ser gráficos. The Last of Us también se caracterizó por una música y un apartado sonoro excepcionales. Esta vez el equipo ha vuelto a contar con Gustavo Santaolalla, el compositor y músico encargado de la banda sonora de la primera entrega. Además, el juego ha incluido algunas canciones recurrentes con mucha pegada como Future Days (de Pearl Jam) entre otras.
El equipo encargado de todos los efectos de sonido del juego también puede colocarse una medalla. Prácticamente todos los objetos que veamos en el escenario tienen físicas y sonidos propios. Los cristales sonarán distintos según el objeto con el que los rompamos. El nivel de detalle vuelve a ser totalmente absurdo en este ámbito. Además, se ha potenciado el sonido que hacen los infectados, consiguiendo una atmósfera aún más opresiva, a la vez se hace posible detectar a cada tipo de infectado solo por el sonido que producen.
Conclusión
The Last of Us Parte II coge la formula ya planteada por su primera entrega para refinarla y alargarla de una manera casi perfecta. El guión consigue sorprender y atrapar al jugador a pesar de recurrir a algunos clichés del género muy manidos ya en la industria. Los personajes se sienten tan humanos que es difícil no empatizar con ellos, pero el planteamiento de la historia puede frustrar a algún jugador que sienta como lo están “forzando” a realizar determinadas acciones.
La sensación general que me deja el juego es la de haber jugado a uno de los mejores juegos de la generación, pero no me ha sorprendido tanto como la primera entrega de la saga. Lo que si hace The Last of Us Parte II es plantearnos una historia magnética, un descenso a la locura de la mano del odio y la venganza. Visual, sonora y técnicamente perfecto, el juego se encumbra como el techo generacional de excelencia visual.