![[Análisis] Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition [Análisis] Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition](https://gaminguardian.com/wp-content/uploads/2024/10/Xenoblade-Chronicles-X-Definitive-Edition_2024_10-29-24_018-800x450.webp)

Durante años, Xenoblade Chronicles X fue un título atrapado en una consola olvidada (sale esto del teclado de un pobre diablo que decidió apostarlo todo comprando la máquina en su lanzamiento). Lanzado originalmente en 2015 para Wii U, este ambicioso JRPG de mundo abierto fue alabado por su escala y libertad, pero también criticado por su narrativa más difusa, su interfaz recargada y su curva de aprendizaje empinada. Muchos lo vieron como una rara avis dentro de la saga Xenoblade, más enfocado en la exploración y la construcción de un nuevo mundo que en la introspección emocional de los personajes.
Ahora, con su llegada a Nintendo Switch bajo el sello de “Definitive Edition”, Monolith Soft rescata una de sus obras más complejas y divisivas, dotándola de mejoras clave, accesibilidad renovada y una presentación más acorde al estándar actual de la saga. Pero más allá de lo técnico, esta nueva edición invita a redescubrir una historia que, vista con ojos actuales, se siente más urgente y humana que nunca.
Porque cuando la Tierra ha sido destruida y los restos de la humanidad huyen por el espacio en busca de un refugio, no queda más remedio que preguntarse: ¿qué somos, si ya no tenemos planeta?
Supervivencia contra viento y marea
La historia de Xenoblade Chronicles X parte de una premisa que roza lo apocalíptico. En el año 2054, la Tierra es destruida en medio de una guerra intergaláctica entre dos razas alienígenas. La humanidad, condenada al exilio, envía unas pocas naves interestelares al espacio con la esperanza de encontrar un nuevo hogar. Solo una de ellas, la Ballena Blanca, logra escapar y termina estrellándose en un planeta lejano llamado Mira.
Lo que sigue no es la historia de unos héroes intentando salvar al mundo, sino la de una especie que ya ha perdido el suyo. Nueva Los Ángeles, la ciudad refugio construida por los supervivientes, es más una cápsula cultural que un bastión militar. Todo gira en torno a conservar lo poco que queda de la humanidad: su memoria, sus costumbres, su organización social… e incluso sus errores.
¿Y qué papel desempeñamos nosotros en todo esto? Bueno, básicamente encarnamos a un avatar sin memoria, un ser humano que ha sobrevivido, pero que no recuerda absolutamente nada sobre la huida de la Tierra, ni la batalla entre razas alienígenas. Al poco de despertar, somos reclutados por BLADE, una organización paramilitar encargada de explorar Mira, recuperar tecnología y proteger la colonia. Aunque a primera vista la trama parece una excusa para explorar el mundo, Xenoblade Chronicles X introduce temas filosóficos y existenciales más profundos: la identidad, la conciencia artificial, el propósito de la especie humana cuando ya no tiene un lugar en el universo.
A diferencia de otras entregas de la saga Xenoblade, aquí no hay una amenaza divina o un conflicto metafísico. El enemigo no es uno, sino muchos: criaturas salvajes, razas hostiles, tensiones internas y el propio planeta, que parece resistirse a la colonización. Este enfoque más fragmentado y realista se refuerza por una historia que, si bien avanza a través de capítulos tradicionales, gana fuerza en los detalles, en las misiones secundarias, en los informes científicos y en los silencios de los personajes.
Alta en escala, pero íntima en fondo, la narrativa de Xenoblade Chronicles X gira constantemente en torno a una pregunta: ¿Qué queda de nosotros cuando perdemos todo lo que nos define? En un mundo alienígena donde todo lo humano es artificial, los protagonistas deben decidir si reconstruir lo que tenían… o reinventarse por completo. Esta es, a fin de cuentas, una crónica de supervivencia colectiva, una reflexión sobre cómo reconstruir civilización desde las ruinas absolutas. Es un juego donde la humanidad no es protagonista por poder, sino por persistencia.
Exploración total en un planeta hostil
La jugabilidad de Xenoblade Chronicles X se mantiene como una de las más profundas, complejas y abiertas dentro del RPG japonés. El juego nos sitúa en un mundo gigantesco y continuo, sin pantallas de carga, donde podemos explorar a pie o a bordo de los icónicos Skells: mechas personalizables que nos permiten volar, combatir y desplazarnos con libertad total por el mapa. Y es que, Mira no es solo grande: es orgánica, coherente, viva. Cada bioma —desde planicies infinitas hasta montañas flotantes— está poblado por criaturas de todos los tamaños, muchas de las cuales te superan en poder y ni se inmutan ante tu presencia. La sensación de escalar hasta una cima solo para descubrir un nuevo horizonte sigue siendo una de las más gratificantes del medio.
La estructura jugable se basa en tres pilares: exploración, combate en tiempo real por artes y gestión de misiones. El combate, derivado del sistema clásico de Xenoblade, es activo, pero táctico: combatimos en batallas en tiempo real con ataques automáticos, gestión de artes (habilidades) y posicionamiento estratégico. A diferencia de entregas como Xenoblade Chronicles 2, X opta por una interfaz más técnica, con un enfoque más cercano a un MMO, ideal para quienes disfrutan optimizando builds, rotaciones y sinergias.
El sistema de clases es flexible, permitiendo al jugador cambiar de rol y personalizar su estilo de juego. Las armas, armaduras y mejoras tecnológicas aportan capas de profundidad, mientras que las misiones de afinidad y las relaciones entre personajes refuerzan la dimensión narrativa y estratégica. No obstante, es de recibo señalar que aunque muchas misiones secundarias siguen el patrón de recadero, otras ofrecen pequeñas historias sobre la adaptación humana, tensiones raciales con especies nativas o conflictos morales sobre qué hacer con los pocos recursos disponibles. Es un juego que recompensa la curiosidad más que la prisa.
Una nueva luz para Mira
La versión original de Wii U ya era impresionante, pero la Definitive Edition para Switch logra sacar aún más partido al diseño artístico de Mira. Las texturas han sido mejoradas, la resolución es más estable, los modelos de personajes más definidos y la distancia de dibujado se ha ampliado. Todo ello sin comprometer el framerate, que se mantiene bastante sólido en modo dock y razonable en portátil.
La interfaz, uno de los puntos más criticados del original, ha sido rediseñada: ahora es más limpia, con menús reorganizados, tipografía más legible y mejor adaptación al modo portátil. Además, se ha añadido la opción de navegación guiada para ciertas misiones, algo que en Wii U no existía y que evita pérdidas innecesarias.
En lo sonoro, Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition mantiene la excelente banda sonora de Hiroyuki Sawano, con temas vocales que combinan lo épico con lo electrónico. No es un acompañamiento discreto, sino una presencia marcada que da personalidad a cada región y combate. Como siempre, la selección de temas puede dividir a los jugadores, pero es innegable que ayuda a definir la identidad sonora del juego.
Novedades de la Definitive Edition
Aunque el núcleo del juego es el mismo, la versión de Switch introduce una serie de mejoras clave que hacen que esta edición sea, sin duda, la forma ideal de jugar Xenoblade Chronicles X hoy:
Cambios técnicos y de calidad de vida:
- Resolución y rendimiento mejorados, tanto en dock como en portátil.
- Revisión de la interfaz, ahora más clara y adaptada a pantallas modernas.
- Mejor gestión de misiones secundarias, con seguimiento de objetivos más claro.
- Viaje rápido mejorado, con más puntos desbloqueados desde el inicio.
- Sistema de búsqueda y recolección optimizado, ahora más accesible para jugadores nuevos.
Contenidos adicionales:
- Nuevo Skell: Hraesvelgr, con diseño exclusivo y acceso mediante misión especial.
- Nuevo set de armaduras y armas desbloqueables durante la campaña y endgame.
- Galería de arte y modo foto, para capturar la escala y belleza de Mira.
- Epílogo desbloqueable tras completar el juego, con una secuencia extendida que da pistas sobre el futuro de la historia.
Todo esto convierte esta edición no solo en la mejor forma de jugar Xenoblade Chronicles X, sino también en la más completa en términos de contenido y accesibilidad.
Una segunda oportunidad merecida y bien ejecutada
Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition recupera una obra que siempre estuvo a medio camino entre la genialidad y la incomprensión. En 2015, su ambición superó los límites técnicos de Wii U; hoy, en Switch, por fin puede mostrarse con la fidelidad que merecía.
Más allá de su escala, Xenoblade Chronicles X sigue siendo una experiencia distinta: más cerebral, más reflexiva, menos emocional pero más existencial. No busca que salvemos el mundo, sino que aprendamos a vivir sin él. En un catálogo repleto de RPGs brillantes, esta entrega sigue ocupando un lugar único.
Si eres fan de los mundos abiertos, la ciencia ficción dura y los juegos que se atreven a plantear preguntas incómodas sobre la identidad, el hogar y la humanidad, esta versión de Xenoblade Chronicles X es una experiencia indispensable.

Kalas
Veterano en esto de escribir sobre videojuegos, pero un día me cansé y decidí fundar mi propia web. No soy amante de las marcas, sino de los buenos juegos, aunque Nintendo ha estado muy presente en mi infancia. Sobrevivo en mi lucha por convertirme en un especialista en Asia Oriental.