Este texto contiene spoilers de los cuatro títulos numerados de Uncharted.
Cuatro entregas principales, tres spin-off, una película en producción y multitud de merchandising y reseñas positivas. La saga Uncharted, cuyo primer título vio la luz en el ya añejo 2007, consiguió cautivar a prensa y fans desde sus inicios. Naughty Dog refinó la fórmula de la franquicia Jak & Daxter, más concretamente de su segunda entrega (que también propició el continuista Jak 3, cierre de la trilogía), y sumándole a esta elementos de Gears of War (shooter en tercera persona con coberturas) y Tomb Raider (búsqueda de tesoros), consiguió elaborar un cóctel perfecto que encajó a la perfección en el ecosistema PlayStation. Pese a haberse planteado inicialmente como una trilogía, la cuarta consola de Sony recibió A Thief’s End, la icónica cuarta entrega que, además de llevar la jugabilidad a nuevos niveles, ahondó en niveles nunca vistos en la franquicia. Por ello, por ese toque de “realidad” que ostenta Nathan Drake en Uncharted 4, hoy nos reunimos para hablar de cómo una IP que comenzó buscando tesoros terminó dejando un vacío enorme en los usuarios.
Sobresaliente en nada, notable en todo
Con el paso de los años, la primera entrega de Uncharted, pese a sentar las bases de la franquicia, ha terminado acercándose peligrosamente al ostracismo. Tratándose de un juego que cumple en todos sus apartados, parece que muchos han olvidado que hablamos de un juego con 13 años a sus espaldas, una época donde Gears of War marcaba la nueva senda a seguir y Grand Theft Auto destacaba con cada nuevo título. Así, en esta primera aventura seguimos los pasos de Sir Francis Drake, un difunto corsario que, sin pretenderlo, conduce a los protagonistas de la historia a El Dorado, esa ciudad “ficticia” donde cada rincón apunta a estar bañado por este metal precioso. No es una historia atípica, ni siquiera algo que no hayamos visto antes, pero Naughty Dog sabe cómo funcionar con el piloto automático. Venían de Jak & Daxter, y antes de estos habían realizado la excelente trilogía de Crash Bandicoot, así que todo apuntaba que Uncharted sería un nuevo éxito para la desarrolladora. Y, finalmente, así fue.
Gracias al éxito cosechado por esta nueva IP, no tardamos en vislumbrar una secuela que llegaría 2 años más tarde, siendo para muchos la más completa de la franquicia. Si bien Among Thieves es una obra continuista, esta amplia el lore, la duración y la jugabilidad del primero, aumentando además la apuesta por un apartado gráfico que, por aquel entonces, destacaba como uno de los punteros del mercado. Los shooters estaban de moda, y dentro de los mismos los usuarios buscaban terminar con el mayor número de enemigos posibles, motivo por el que nacieron las famosas “oleadas” que hoy en día son tan comunes. Y Uncharted 2, para el gusto de un servidor, abusa demasiado de esta práctica. Tal y como sucede con BioShock Infinite, la narrativa parece aparcarse por momentos, ser un mero espectador de una sucesión de tiros que causarán bajas en ambos bandos que, a la postre, no importarán. De hecho, Uncharted ha contado en todas sus entregas con un contador de muertes, una herramienta que te señala cuántas vidas has arrebatado y, para tu propio regocijo, terminarás comparando con amigos para ver quién es más letal.
Con el tercer título, Drake’s Deception, vuelven las clásicas mejoras continuistas. Los nuevos movimientos de combate encajan a la perfección con un Nathan Drake más completo que nunca, y por primera vez, además de importar el dónde, importa el cuándo. Sic Parvis Magna, «la grandeza viene de los pequeños comienzos», es el lema de la IP de Naughty Dog, y en esta tercera entrega se nos muestra el origen de la frase. Recorremos las calles de Colombia vislumbrando el pasado de Nathan, vemos cómo conoce a Sully y comprendemos por qué escoge la vida que escoge. Y, al final, nos vuelve a importar el cuándo justo en el momento que vislumbramos que se cierra un círculo. Drake parece dispuesto a colgar las botas, está decidido a casarse con Elena y poner punto y final a la vida junto a Sully, algo que, finalmente, termina haciendo. Pero entonces, tras cinco años de ausencia y sin esperarlo nadie, Neil Druckmann, director de The Last Of Us, la nueva gallina de los huevos de oro de Naughty Dog, coge las riendas de Uncharted y nos ofrece una cuarta entrega cargada de madurez y… “realidad”.
Orígenes, destino y resignación
En las tres primeras obras de la franquicia fuimos testigos de cómo Naughty Dog es capaz de funcionar con el piloto automático, tal y cómo mencioné en párrafos anteriores. No ofrecían nada nuevo, refinaban fórmulas de juegos anteriores y de títulos influyentes en aquellos años, pero con Uncharted 4 vislumbramos un cambio en el paradigma de la saga. Nathan Drake, ya retirado, deja a un lado una vida placentera para ayudar a su hermano y, de paso, volver a sentir la adrenalina de años atrás. En los primeros compases del título vemos cómo las aventuras pasadas son solo recuerdos, historias que quedan en la memoria de quienes las vivieron, y Drake juega en su desván con pistolas de plástico. Pero todo cambia. La pólvora regresa, las montañas son más pronunciadas que nunca y el cuidado de los detalles se eleva a un nuevo nivel, mostrándonos que, tras casi una década de existencia, los personajes empiezan a sentir que tienen algo que perder.
No nos encontramos ante la franquicia más emocional de la historia, de hecho, cada enemigo abatido sigue siendo un número que engorda nuestras estadísticas, pero por primera vez, sentimos que nuestras acciones empiezan a tener consecuencias. Drake era vanidoso, orgulloso y pretencioso, se sabía más inteligente que los demás y lo usaba en su favor, pero nunca sintió que algo pudiera salir mal. Tras conocer la tranquilidad de una vida normal, los fantasmas del pasado regresan para demostrarle que hay personas que no cambian, y que en muchas ocasiones, tu destino recorre caminos más largos que tus pasos. Por desgracia, todo este proceso cae en un saco roto, ya que Uncharted 4 cuenta con el cierre más feliz de toda la franquicia. Con cada pieza en su sitio, los personajes vuelven a sentirse protegidos cuando la tormenta amaina. Lo han conseguido, han vuelto a salirse con la suya, y parece que todas las lecciones vistas han sido en vano. Y, finalmente, esa búsqueda de “realidad” jamás podrá deshacerse de las comillas.
Con el paso de los años, Naughty Dog ha demostrado ser una de las desarrolladoras más serias del mercado. Con The Last Of Us han encontrado su vía de escape, su conducto para mostrar la intensidad de los grises en un mundo lleno de blancos y negros. En Uncharted, mientras tanto, muestran lecciones vitales que no llegan a ningún sitio, ya que el miedo a perder se desvanece si siempre tenemos las mejores cartas. Nathan Drake no es ningún héroe, pero por desgracia, tampoco está cerca de ser una persona real. Asesina, saquea y engaña, pero no podemos dejar de visualizarlo dentro del espectro de los videojuegos, ya que ningún ser con sus condiciones encajaría en el mundo real. No ha elegido la vida que ha querido vivir, juega con la baraja que el destino ha puesto en su mano, pero es la viva imagen de lo perfecta que es la fórmula de Uncharted. En una industria cada vez más llena de realismo, franquicias como esta nos hacen olvidar, aunque sea por un segundo, las desgracias de la vida real. Porque, en la piel de Nathan Drake, nos convertimos en el héroe perfecto de la acción palomitera.