[Artículo] El tiempo contigo: El nuevo éxito de Makoto Shinkai o cómo ahogarte en tu propia obra

[Artículo] El tiempo contigo: El nuevo éxito de Makoto Shinkai o cómo ahogarte en tu propia obra

Tras el enorme éxito de Kimi no Na wa (Your Name), que se convirtió en la película anime más taquillera de la historia destronando a El Viaje de Chihiro, Makoto Shinkai grabó su nombre en la historia de la animación japonesa para siempre, pasando de ser un director discretamente conocido por sus obras intimistas a uno cotizado y que estaba en boca de todo el mundo, ganándose el apelativo de ”el nuevo Miyazaki”.

A pesar de que Kimi no Na wa no es mi obra favorita del autor, siendo su película con un corte más comercial y pensada para llegar al gran público, la disfruté muchísimo sin perder el tiempo con discusiones absurdas sobre si su éxito era o no merecido, ya que eso va mucho más allá de unos simples valores artísticos o las ganas de quejarse de un pequeño grupo de bohemios presuntuosos con ganas de criticar cualquier cosa que consiga llegar a las masas. Es una película redonda, con una animación exquisita, banda sonora memorable y una trama romántica bien llevada que cala fácilmente en el público al que principalmente se dirige la animación japonesa, sin dejar de lado lo que realmente hace especial al director, el costumbrismo intimista.

Aún con todo, la fiebre del éxito es algo que siempre hay que tener presente cuando somos seguidores de algo o de alguien, y aunque Shinkai disipó todas mis dudas sobre el efecto que iba a tener el éxito de Kimi no Na wa sobre sus futuros trabajos cuando él mismo, en un alarde de autoexigencia, pidió a la gente que dejase de ir a ver su obra magna al cine porque podía ser mucho mejor de lo que fue, las dudas volvieron al ver el primer tráiler de Tenki no ko (El tiempo contigo).

La música (Radwimps volvía a estar al mando de la bso), los personajes, el tono, lo que se podía intuir del guión…. Todo gritaba ”Esto es Your Name 2.0!!”. Mis alarmas se encendieron y me esperaba lo peor, augurios que se confirmaron al entrar en la sala de cine.

Esta vez si, decepcionado con la película, el director y con el público que había convertido a la que consideraba la peor película de Shinkai (a falta de ver Viaje a Agartha) en un nuevo éxito de taquilla, me dispuse a desahogarme sobre el ”papel”, pero como si fuese una especie de revelación divina me di cuenta mientras repasaba toda la obra del director que la situación era mucho peor. No se había vendido, simplemente esto era todo lo que tenía que ofrecer, se había ahogado en su propia obra.

Con Tenki no ko nos presenta su peor guión junto a los personajes más estereotipados y ridículos de toda su obra, sin olvidarnos del festival de fanservice; sin embargo su ansia de evolución como director sigue patente, su exigencia sigue ahí.

Es, a pesar de todo, su película más dinámica, la que contiene mayor número de subtramas, la que presenta más subtextos, la animación sigue mejorando y por primera vez hay un intento de desarrollo de personajes más allá de los dos protagonistas ¿cual es el problema entonces? Pues que no funciona fuera de su zona de confort.

La intención está ahí, pero lo cierto es que no es bueno escribiendo personajes carismáticos, ni subtramas, ni guiones elaborados. La magia de su cine está en el costumbrismo intimista, en las historias de la gente común que vive en Japón, en lo cotidiano, en los pequeños detalles de la vida, en la búsqueda del amor, el proceso de madurar etc…

El jardín de las palabras o 5 centímetros por segundo son películas con las que difícilmente una persona no va a poder identificarse: La búsqueda de la realización personal, la madurez, el conflicto amoroso en un mundo que no es un cuento de hadas, el día a día, la nostalgia de la infancia y el primer amor… pequeños momentos que la mayoría habremos vivido y que Shinkai transmite con un cariño y una belleza increíble porque es algo por lo que sin duda, él también ha pasado.

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Esto es lo que define toda su trayectoria y que va más allá de las grandes producciones. Desde cortometrajes que pasaron desapercibidos como Kanojo to Kanojo no neko (Ella y su gato) donde prácticamente sin ningún tipo de mensaje simplemente se relata la belleza del día a día desde el punto de vista de un animal de compañía, hasta anuncios de televisión como Cross Road, que sentó las bases de lo que luego sería Kimi no Na wa.

 

Y es que Kimi no Na wa funciona dentro de estos esquemas, porque a pesar de añadir elementos disonantes como el hilo del destino (cambiando por completo su visión pesimista del amor que le caracterizaba), meteoritos o paradojas temporales, la esencia es la misma. La película enamora por su música, por la magistral representación de esos pequeños momentos que te brinda la vida cotidiana en Japón ya vivas en una ciudad como Tokio o en una aldea tradicional de las afueras, el vacío existencial de Taki por el que no encuentra sentido a su vida, la ambición de Mitsuha por conocer la gran ciudad, etc.

A todo eso se le suma la experiencia que Shinkai había ganado como director, el presupuesto y un guión más adaptado para llegar a las masas pero que encajaba a la perfección con la identidad de todos sus trabajos.

Para seguir evolucionando había dos caminos posibles a seguir: Explorar nuevas temáticas o seguir añadiendo elementos y capas de profundidad para pulir su estilo (caso de Kimi no Na wa). La primera implica abandonar lo que te ha hecho realmente especial hasta ahora y la segunda puede exponer tus carencias como creador además de convertirte en algo cansino y totalmente trillado, justo lo que le ha ocurrido con su última película.

Fijándonos en aspectos básicos como el guión y sus personajes podemos comprobar como Shinkai tiene experiencia en el manejo de temas cotidianos y personajes sencillos pero se pierde más allá de eso.

Empecemos por su protagonista, Hodoka, un estudiante que escapa a la gran ciudad y acaba envuelto en una aventura movido por su amor hacia Hina, la otra ”protagonista”.

A pesar de que el papel de Hina es residual (casi podría decirse que es un MacGuffin) y que al contrario que Mitsuha aquí solo sirve como motivación para que Hodoka tenga desarrollo como personaje, lo cierto es que ni así se consigue que Hodoka sea un personaje la mitad de creíble que Taki. Las razones por las que huye de su hogar no se describen, ni se intuyen, ni es una acción acorde a su personalidad, por lo que la propia película lo resume con un ”me ahogaba en mi isla natal”. Shinkai decide que esta vez la psique de su protagonista da absolutamente igual porque al contrario que en sus otras películas hay más personajes y temas a desarrollar, renunciando a lo que mejor sabe hacer.

Por otro lado tenemos a Keisuke, el escritor rebelde e informal del que tampoco sabemos casi nada pero que ayuda al protagonista hasta consecuencias realmente absurdas porque se ve reflejado en él a pesar de tener poco o nada en común con él, sin duda un dúo creado para conectar con el espectador al que se suma su temeraria hermana como otro personaje fanservice totalmente irrelevante.

Completando este cóctel de elementos que no aportan absolutamente nada a la película tenemos al trío formado por Hina, su hermano y la incesante lluvia.

La aportación de Hina se reduce a ser un ”Macguffin”, elemento que provoca el avance de los demás en la trama por su carácter sobrenatural (lo único que la caracteriza como personaje) pero que como tal no tiene relevancia ni desarrollo ya que tampoco se indaga en sus motivaciones o forma de ser; y su hermano, al igual que la hermana de Keisuke, es poco más que una figura cómica antítesis de toda la filmografía del director (incoherente, irreal y de todo menos creíble).

Hablemos ahora del elemento sobrenatural, ese que tan bien funcionó en Kimi no Na wa.

Añadir el meteorito y la trama temporal funcionó a la perfección porque era un complemento que encajaba con la trama costumbrista sin desentonar demasiado y ayudaba al clímax final de sus personajes, pero, ¿te has preguntado que ocurre con la lluvia en Tenki no Ko? Nada, absolutamente nada, podría ser eliminada de la película y no tendría ninguna consecuencia.

Que si, durante la película podemos escuchar constantes ”Uy como llueve a ver si para” y desde luego es la introducción del elemento fantástico lo que provoca que Hina desaparezca y lleguemos al clímax de la película, pero el escenario ”protagonista corre con todas sus fuerzas para no perder al amor de su vida” es el esquema base de cualquier comedia romántica y para el que no hace falta valerse de ningún tipo de fantasía. La película sabe esto y se justifica con que gracias a la lluvia podemos no solo ver que Hodoka está enamorado de Hina, si no que está dispuesto a ponerla por encima del bienestar y comodidad del resto del mundo, detalle con el que estaría encantado si no fuese porque al mundo parece darle igual. Hacer una sesión de fotos al aire libre, salir a jugar fuera… esas son las situaciones por las que los ciudadanos contratan los servicios de los protagonistas y por las que agradecen un cielo despejado ¿Donde está el punto en que Hodoka, arrastrado por su pasional amor adolescente robe estos placeres a la gente común? La película no refleja ninguna situación en la que realmente veamos lo importante que es Hina para Hodoka a través de la lluvia, porque hacerlo lo dejaría como un auténtico egoísta y rompería el final feliz de la película, por lo que acaba siendo todo un quiero y no puedo.

Podría seguir hablando de como la película es un popurrí de elementos innecesarios creados únicamente para forzar el drama final (la pistola, la persecución policial, etc) o de como las transiciones musicales se usan de una manera desastrosa (sobretodo comparándola con Kimi no Na wa) pero sería dar vueltas a lo mismo todo el rato. Lo que he podido sacar en claro de esta película es que Makoto Shinkai al igual que Hodoka, ha huido de su sencilla y minimalista isla natal para acabar ahogándose en las pobladas calles de Tokio.

PeterPKO

Hater de profesión, adicto al anime y estudiante de ciencias en mi tiempo libre. La PC Máster Race es mi religión