[Análisis] Kirby Air Riders

[Análisis] Kirby Air Riders

Fecha de Lanzamiento
20/11/2025
Distribuidora
Nintendo
Plataformas
Nintendo Switch 2
Versión analizada
Nintendo Switch 2

El año de debut de Nintendo Switch 2 pasará a la historia como uno de los arranques más agresivos y espectaculares que se recuerdan en la industria. La compañía de Kioto, lejos de guardar cartas para el futuro, ha puesto toda la carne en el asador en sus primeros seis meses: con titanes de la talla de Mario Kart World redefiniendo el género de la conducción arcade, Donkey Kong Bananza reclamando el trono de las plataformas y Pokémon Legends: Z-A expandiendo el lore de Kalos, el catálogo de la nueva híbrida ya intimida por sí solo. En este escenario de gigantes, la llegada de Kirby Air Riders justo para la campaña navideña podría interpretarse, desde una óptica cínica, como un movimiento menor; un título de «relleno» simpático destinado a cubrir el hueco familiar mientras los jugadores más avezados ya pueden disfrutar desde hace unos días de Metroid Prime 4: Beyond.

Sin embargo, reducir esta obra a un simple acompañamiento sería un error garrafal. Estamos ante la secuela espiritual y directa de Kirby Air Ride, aquel título de GameCube incomprendido en 2003 que, con los años, adquirió estatus de culto por su valentía al romper las normas de la conducción. Pero hay un factor aún más determinante que eleva las expectativas a la estratosfera: Masahiro Sakurai. El legendario creador de Super Smash Bros. regresa a la silla de director por primera vez desde Ultimate, y eso solo puede significar una cosa: obsesión por el detalle, contenido inabarcable y una filosofía de diseño que prioriza la diversión inmediata sobre el realismo.

Así, Kirby Air Riders aterriza no para competir en el mismo carril que Mario Kart World (una batalla que perdería por pura inercia de marca), sino para ofrecer una alternativa radicalmente distinta. Donde Mario busca la precisión y la competición depurada, Kirby abraza el caos, la física experimental y una estructura de juego que tiene más de party game y de brawler sobre ruedas que de simulador de carreras. Es una carta de amor a la velocidad arcade más pura, una que nos invita a dejar de pensar en trazar curvas perfectas para empezar a pensar en cómo sobrevivir a la locura que nos rodea.

 

No corras, deslízate: Una filosofía de control diferente

Para entender Kirby Air Riders, primero hay que desaprender todo lo que sabemos sobre los juegos de carreras modernos. La premisa fundamental es disruptiva: aquí no existe un botón de acelerar. Las «Estrellas Remolque» (o Machines) se impulsan automáticamente, manteniendo una velocidad de crucero constante que el jugador no gestiona directamente. Nuestro rol al mando no es ser el motor, sino el timón y el freno. Con un esquema de control que ha generado tanta fascinación como rechazo en sus primeras horas, Sakurai ha apostado por concentrar una complejidad mecánica abrumadora en apenas dos botones y el stick izquierdo.

El núcleo de la conducción reside en el «Boost» o carga. Al pulsar el botón A (o B, según la configuración), la nave frena en seco para derrapar y acumular energía; al soltarlo, salimos disparados con un impulso cuya potencia depende de cuánto tiempo hayamos mantenido la carga. Esto crea un ritmo de juego sincopado y casi musical: en lugar de buscar la línea de carrera más suave para mantener la velocidad, Air Riders nos exige frenar agresivamente antes de cada curva, cargar energía y liberar explosiones de velocidad constante. Es un sistema «easy to learn, hard to master» en su máxima expresión. Al principio, es habitual sentirse torpe, frenando demasiado y perdiendo inercia, pero cuando el «click» mental ocurre, la sensación de fluidez es inigualable.

Pero la profundidad no acaba ahí. En Kirby Air Riders el combate es indivisible de la conducción. Al igual que en los plataformas de la bola rosa, podemos absorber enemigos (o a otros rivales) para copiar sus habilidades, transformando la carrera en un campo de batalla. Espadas gigantes, tornados, ruedas de fuego o transformaciones en bola de nieve cambian las reglas del juego al instante. Además, el uso del stick es vital: no solo dirige, sino que movimientos rápidos («waggle») activan el «Quick Spin», un ataque giratorio cuerpo a cuerpo esencial para despejar el camino de obstáculos menores sin gastar poderes.

La variedad de vehículos es el otro gran pilar que sostiene esta jugabilidad. Lejos de ser simples cambios estéticos con ligeras variaciones de estadísticas, cada Máquina cambia radicalmente la forma de interactuar con el escenario. La Estrella Escurridiza alcanza velocidades absurdas pero solo puede girar si se detiene por completo; la Estrella Alada sacrifica velocidad en tierra por una capacidad de planeo casi infinita, permitiéndote tomar atajos aéreos que otros ni sueñan; y la Estrella Vagón es un tanque terrestre que ignora el terreno difícil. Dominar el juego no significa solo saber conducir, sino saber pilotar cada una de estas bestias con sus propias reglas físicas, convirtiendo cada elección de vehículo en una experiencia de juego casi nueva.

 

Modos de juego: cuatro formas de domar el caos

Lejos de conformarse con un único tipo de carrera, Kirby Air Riders estructura su oferta en varios modos principales que reinterpretan las mismas mecánicas desde ángulos muy distintos. El punto de partida es Air Ride, el modo “clásico”: carreras por circuitos cerrados, 18 en total (9 nuevos y 9 heredados de GameCube) que funcionan como escaparate visual y mecánico del juego. Aquí se aprecia mejor el diseño de pistas a lo Sakurai: trazados llenos de rutas alternativas, atajos aéreos, railes para grindear y pequeños secretos que recompensan el dominio de cada vehículo.

A su lado se sitúa A Vista de pájaro, un guiño deliberado a los arcades de los 80 y 90, con vista cenital y circuitos diminutos donde la lectura de curvas y el timing del boost lo son todo. Es un modo pensado más como “aperitivo” que como plato principal: divertido en sesiones cortas, algo caótico y, para muchos, el eslabón más débil del paquete porque no aguanta maratones largas. Aun así, cumple su función de variar el ritmo y apelar a la nostalgia de quienes crecieron con Super Sprint o los primeros Micro Machines.

El auténtico corazón de Kirby Air Riders es Pruebas urbanas, heredado y expandido respecto al título de GameCube. En lugar de lanzarte directamente a una carrera, te deja cinco minutos en una gran ciudad abierta para buscar piezas, mejoras de estadísticas y nuevas máquinas, mientras saboteas a los rivales a base de empujones, ataques y trampas. Lo que podría ser un simple “lobby glorificado” se convierte en una batalla improvisada constante: decidir si arriesgas entrando en zonas de alto valor plagadas de peligros, si robas la máquina perfecta de otro jugador o si te conformas con un set-up seguro pero menos explosivo. Todo esto desemboca en un evento final (carrera, reto de salto, arena de combate, etc.) que pone a prueba lo que has construido, y que ahora incluso puede ramificarse en varias pruebas simultáneas según las elecciones de cada jugador.

Por último, Escapada actúa como la “campaña” del juego y es, para muchos, la gran sorpresa del paquete. En lugar de una simple copa de circuitos, plantea un viaje a través de una cadena de biomas donde cada nodo del mapa es una decisión: qué prueba haces, qué recompensa priorizas, cómo ajustas tu ruta pensando en los jefes que vendrán después. Esa estructura casi roguelike convierte cada run en una pequeña historia emergente, mezclando carreras estándar con minijuegos extraños, desafíos contra el reloj y enfrentamientos especiales que obligan a exprimir al máximo las particularidades de tu máquina. A ello se suman escenas pre-renderizadas sorprendentemente cuidadas, que tejen un relato casi poético sobre una civilización obsesionada con correr, muy en la línea de las rarezas que Sakurai se permite de vez en cuando.

 

Progresión, logros y desbloqueables: el laboratorio de Sakurai

Si los modos son el esqueleto de Kirby Air Riders, el sistema de progresión y desbloqueos es la musculatura que los mantiene en movimiento constante. Aquí se reconoce de inmediato la “firma” de Sakurai: menús repletos de estadísticas, desafíos, tablas y coleccionables que convierten cada sesión en una pequeña lluvia de recompensas. El juego incluye cientos de retos internos (en torno a 600, repartidos entre los distintos modos), que van desde objetivos sencillos (ganar X carreras o usar cierto tipo de máquina) hasta desafíos muy específicos que te obligan a cambiar tu manera de jugar.

Desbloquear personajes, máquinas y cosméticos no depende solo de acumular horas, sino de explorar el “laberinto” de objetivos: tal vez necesites ganar una Prueba urbana sin cambiar de vehículo, completar un bioma concreto en Escapada con penalizadores activos, o dominar una pista de A vista de pájaro con restricciones autoimpuestas. Ese enfoque hace que el juego siempre tenga algo nuevo que proponerte, evitando la sensación de estar repitiendo las mismas tres carreras en bucle solo para rellenar una barra de experiencia.

Además, Kirby Air Riders sorprende por el nivel de opciones de accesibilidad y personalización de la experiencia. Puedes ajustar la velocidad global de las carreras, la dificultad de los rivales, la intensidad de la vibración, remapear botones e incluso modificar parámetros específicos de Road Trip sin penalizaciones permanentes. No es solo un juego que premia la maestría, sino que también hace un esfuerzo consciente por acomodar a distintos tipos de jugador, desde el crío que solo quiere ver colores y chocar, hasta el fan devoto de la fórmula Sakurai que va a perseguir el 100% del listado de desafíos.

En conjunto, todos estos sistemas convierten a Kirby Air Riders en algo más que “otro arcade simpático”: es un pequeño ecosistema en el que siempre hay una barra que llenar, una máquina que dominar o un reto absurdo que tachar de la lista. Y esa sensación de que siempre hay una meta más que perseguir es, precisamente, lo que ha hecho que otros trabajos de Sakurai, como Smash Bros., sigan vivos años después de su lanzamiento.

 

Una explosión de color y simpatía

Kirby Air Riders es, ante todo, un juego que te alegra la vista. Olvida el realismo gris; esto es una fiesta de colores vibrantes que captura a la perfección esa estética cozy y redonda de Kirby. Los menús están llenos de vida, con botones que brillan como caramelos y efectos de purpurina que te dan la bienvenida antes incluso de empezar a jugar.

Los circuitos son los verdaderos protagonistas. Tienes desde la calidez otoñal de Cumbres Otoñales, donde las hojas caen suavemente mientras derrapas, hasta el misticismo de Recodos Cavernosos, una cueva llena de cristales brillantes que iluminan el camino con tonos púrpuras y azules neón. Cada pista se siente como un diorama vivo, con detalles «muy Nintendo» como cataratas por las que puedes atravesar o ruinas antiguas flotando en el cielo de Ruinas de Aerotopia. Mención especial a los propios personajes: ver a Kirby (que parece una gominola blandita) y sus amigos sobre las naves es pura simpatía. Las animaciones están cuidadísimas, desde cómo se inclinan en las curvas hasta las pequeñas estelas de estrellas que dejan al acelerar. Es un juego que, simplemente, se ve bonito y se siente feliz

Para la música, HAL Laboratory ha tirado la casa por la ventana uniendo a Shogo Sakai (veterano de la saga) con el legendario Noriyuki Iwadare (famoso por Grandia y Ace Attorney). El resultado es una inyección de dopamina pura. El tema principal, «Starlit Journey», es el ejemplo perfecto: una composición llena de «momentum» ascendente y progresiones de acordes que siempre van hacia arriba, diseñadas para evocar una sensación constante de vuelo y optimismo. A diferencia de otros juegos de carreras que buscan agresividad en sus temas, aquí la música busca ser una celebración de la velocidad y el color. Los efectos de sonido mantienen esa esencia clásica de Nintendo, pero con una nitidez que acompaña perfectamente el caos en pantalla sin saturar.

 

Conclusión

Kirby Air Riders es la redención perfecta de una idea que siempre estuvo adelantada a su tiempo. HAL Laboratory ha conseguido trasladar la fórmula caótica del original de GameCube a la tecnología actual sin perder ni un ápice de su carisma, ofreciendo una experiencia que se siente fresca y nostálgica a partes iguales. No es un Mario Kart ni pretende serlo; es un juego de carreras con alma de brawler donde la estrategia y la improvisación importan tanto como saber trazar una curva.

Lo que más destaca es su capacidad para ser accesible y profundo al mismo tiempo. Cualquiera puede coger el mando y divertirse con la simpleza de usar un solo botón, pero dominar las mecánicas de las máquinas, los eventos aleatorios de City Trial y el nuevo sistema de habilidades requiere dedicación. Es un título que recompensa la curiosidad y que brilla especialmente en el multijugador local, recuperando esa sensación de «party game» de sofá que tanto se echa de menos en la industria moderna.

Sin embargo, no es perfecto. El caos inherente a sus mecánicas puede resultar frustrante para quienes busquen una competición pura y técnica, ya que el factor aleatorio a veces tiene demasiado peso en el resultado final. Además, aunque visualmente es una delicia, en los momentos de mayor saturación de efectos y jugadores en pantalla, la legibilidad de la acción puede resentirse, haciendo que pierdas el hilo de lo que está ocurriendo durante unos segundos cruciales.

En definitiva, Kirby Air Riders es un imprescindible para los fans del personaje y para cualquiera que disfrute del caos controlado. Es una celebración del color, la velocidad y la diversión sin complejos, demostrando que Kirby se mueve tan bien sobre una estrella remolque como absorbiendo enemigos. Una joya pulida que justifica sobradamente su regreso.

Kirby Air Riders
Sinopsis
Elige a un Piloto, luego selecciona una nave... ¡y prepárate para participar en una vertiginosa competición! Enfréntate a los rivales en combates frenéticos o en carreras a velocidades de escándalo, tanto por tierra como en el aire. Tienes un amplio elenco de Pilotos a tu disposición, entre ellos, Kirby, Meta Knight o el Rey Dedede; y también un montón de naves, como la estrella remolque, Wheelie Moto o el carruaje.
Pros
El modo City Trial sigue siendo una genialidad adictiva, ahora más grande y con más opciones estratégicas
Visualmente precioso, con un uso del color y la iluminación que entra por los ojos desde el primer minuto
Contenido para aburrir: gran variedad de máquinas, coleccionables y un modo historia que sorprende por su profundidad
Contras
Puede resultar demasiado caótico y aleatorio para los puristas de los juegos de carreras
En momentos de mucha acción, la pantalla se satura tanto de efectos que es difícil entender qué está pasando
Algunas pruebas secundarias y minijuegos se sienten de relleno y no están al nivel del resto del paquete
8
Recomendado

Veterano en esto de escribir sobre videojuegos, pero un día me cansé y decidí fundar mi propia web. No soy amante de las marcas, sino de los buenos juegos, aunque Nintendo ha estado muy presente en mi infancia. Sobrevivo en mi lucha por convertirme en un especialista en Asia Oriental.