Por mucho que pueda entristecernos, al final, todos los viajes tocan a su fin, independientemente de que el camino pueda ser más o menos largo, dependiendo también en buena medida de si hemos disfrutado o no de este, puesto que realmente, este factor siempre es fundamental en este aspecto. Ahora, pasado ya algo más de un año desde los primeros pasos de los hermanos Díaz en Life is Strange 2, Dontnod Entertainment pone el punto y final a este periplo, que nos ha dejado una buena cantidad de momentos de interés, que han apelado a nuestros sentimientos, algunas veces para bien, otras para mal.

En cualquier caso, y puesto que no deseo extenderme demasiado, ya que siendo el capítulo final lo menos que quiero es incurrir en spoiler alguno, procedo a explicaros un poco más sobre este último episodio y la sensación final del conjunto. Antes de meterme en el tema, os invito a echar un vistazo a las reviews de los capítulos anteriores.

 

Apostando por la fraternidad y los problemas sociales

Donde la propuesta original del estudio francés con Life is Strange consiguió que muchos terminásemos prendados de Max y Chloe, así como de sus vivencias en Arcadia Bay, y por supuesto, de su profunda relación que llevaría a Max a tomar una complicada decisión final, ya que, a fin de cuentas, hacía uso de sus poderes en pos de salvar a su amiga desde el primer minuto de juego. Era sencillo dejarse llevar por esa corriente bien elaborado entre las dos adolescentes, donde se trataban muchos temas que suelen rondar nuestras mentes en esa época de la vida, siempre a fuego lento, sin necesidad de tomar la vía rápida.

En esta segunda entrega, la relación parte desde un punto concreto, el familiar, los hermanos Díaz, la pareja de lobos que, ahora huérfana de su progenitor y en constante huida de las autoridades (mientras acumulan algún que otro delito por el camino), aboca a Sean al papel de protector y referencia para Daniel. El problema, es que, aunque haya altibajos en la relación, en gran parte por la soberbia que a veces desprende Daniel arropado por su poder, no hay ese fluir natural que existía entre las dos muchachas, puesto que, en nuestro rol de protector, muchas veces somos guiados por el juego a tragarnos algún que otro berrinche o decisión estúpida protagonizada por nuestro pequeño hermano.

Desde Dontnod nunca han tenido reparos en tratar temas que algunos considerarían sensibles o incluso tabú, tales como el suicidio, la homosexualidad, las drogas o el racismo. Aquí, el carácter político de la obra está presente en todo momento. En el análisis del primer episodio, ya os adelantaba que el racismo era algo recurrente en la obra. Es habitual escuchar noticias sobre policías estadounidenses que disparan antes de preguntar, y en este caso, el perjudicado es el padre de Sean y Daniel que recibe un disparo. Conforme el capítulo continuaba, la actitud racista continuaba in crescendo, haciéndose comentarios al muro de Trump y la imperiosa necesidad de su construcción para evitar que los latinoaméricanos pudiesen cruzar la frontera. En este último capítulo, el muro es ya una realidad y la supremacía blanca y el odio hacia los latinos, una realidad, hasta el punto de existir grupos de particulares que patrullan el muro intentando “dar caza” a aquellos que intentan colarse en América (con el beneplácito de algún oficial de policía corrupto).

Por supuesto, Life is Strange 2 no se queda en esto, ya que trata algunos otros temas como la homofobia, el fanatismo religioso y más. No obstante, el racismo es la base de todo este edificio, siempre omnipresente. No hay nada de malo en que decida apostar por este camino, ya que son actitudes totalmente deplorables que es justo demandar, apostando siempre por su rechazo. La pega en todo esto, es que se presentan de una forma mucho más directa y artificial que en la primera obra, algo, que no ha conseguido convencerme tanto como me hubiera gustado.

En cuanto al uso de los poderes, el planteamiento de viaje temporal de Max aportaba situaciones más interesantes que el devastador poder de levantar y desplazar que posee Daniel. Además, el hecho de tener que hacer uso de este para las decisiones importantes, es algo que, aunque se carga sobre nuestros hombros (ya que nos corresponde elegir), afecta igualmente a Daniel, para bien o para mal (al ser la mano ejecutora). A esto, hay que sumarle que el sistema de elecciones parece estar mucho más dirigido por la historia, dando una falsa sensación de libertad que realmente, no siempre deja ver que estas decisiones se traduzcan en una influencia real (algo que ya comenté en anteriores reviews).

Wolves cuenta con siete finales diferentes. ¿De qué depende sacar uno u otro? Bueno, todo está relacionado con las decisiones tomadas por el camino. ¿Cuál ha sido nuestro comportamiento hasta ahora para con el resto de las personas y la ley? ¿Hemos enseñado a Daniel valores morales adecuados o hemos aceptado que derivase hacia un comportamiento impertinente e irresponsable? No olvidéis, que en este caso no hablamos de dos amigas, dos iguales que se retroalimentan negativa y positivamente. En Life is Strange 2, nosotros tenemos la batuta, somos el director de orquesta que debe reprender a Daniel si pensamos que hace algo mal (siempre desde nuestro juicio) y alentarle si sus acciones son buenas para con los demás. Al menos, siempre y cuando sea posible, ya que, aunque el planteamiento es este, en la práctica hay veces que esto escapa a nuestro control.

 

Conclusión

Life is Strange 2 plantea una narrativa interesante, eminentemente centrada en los problemas sociales y políticos (particularmente el racismo), por lo que pone ante nosotros un mensaje muy relevante. Es bueno en términos generales y seguramente muchos disfrutaréis de este, eso sí, probablemente si habéis jugado al primero, caigáis en comparativas en las que este segundo juego salga perdiendo.

 

Kalas

Veterano en esto de escribir sobre videojuegos, pero un día me cansé y decidí fundar mi propia web. No soy amante de las marcas, sino de los buenos juegos, aunque Nintendo ha estado muy presente en mi infancia. Sobrevivo en mi lucha por convertirme en un especialista en Asia Oriental.