Huelga decir que, algunos años antes de que esto sucediera, ya había tenido la posibilidad de probar algunos juegos de mesa clásicos entre los afines a este mundillo (gracias a la que en estos momentos es mi pareja desde hace años, que me abrió las puertas a un mundo maravilloso que pese al placer, de vez en cuando me arrepiento de haber cruzado). Aventureros al Tren, Sushi Go, Love Letter o Dungeon Petz (sí, lo sé, este último es un salto de gigante en cuanto complejidad se refiere… y así es como un principiante termina cogiéndole cierta tirria al bueno de Vlaada Chvátil). Otro juego del que tengo un recuerdo especial, es Cocos Locos, un juego infantil basado en encestar cocos en cestas haciendo uso de la palanca de los monos a modo de catapulta. A muchos les parecerá una tontería, especialmente cuando la partida se desarrolla entre cuatro universitarios, pero eh, dudo mucho que sea el único que disfruta con estas cosas, especialmente cuando las bolas terminan rebotando y golpean a alguien. De hecho, es muy posible que Throw Throw Burrito exista por y para gente como yo (y posiblemente para ti, que estás leyendo esta entrada a pesar de saber bien de qué va el juego que la protagoniza).
¿A qué vienen las divagaciones y especialmente la mención a Cocos Locos? Bueno, hoy os quiero hablar de Castillos y Catapultas, un juego de mesa distribuido en nuestro país por SD Games en el que, al igual que en ese juego de la feria que todos conocemos sobre lanzar bolas contra latas para derribarlas, hay que montar una catapulta para destruir el castillo del rival y acabar con todas sus unidades para alzarse con la victoria… aunque aquí no hay trampa ni cartón, no está permitido agregar un peso extra para impedir que las bolas derriben los muros del castillo. ¿Listos para comenzar con este divertido asedio? ¡Pues comenzamos!
Componentes
Castillos y Catapultas no tiene demasiados componentes, y es que, realmente tampoco los necesita, pues su propuesta es muy sencilla. Aunque soy consciente de que lo más llamativo son sus catapultas y las piezas de castillo, quiero comenzar hablando de los dos tableros de jugador, quizás lo único que podría haberse mejorado un poco más añadiendo algo de grosor, pero tampoco es que lo precisen realmente, ya que únicamente van a hacer las veces de soporte para nuestro castillo y unidades, al igual que podrían simplemente en la mesa, pero añadiendo algo más de inmersión con ese dibujo que muestra un campo con hierba, piedras y un camino de barro. Los tableros tienen un bonito acabado tipo lino, además de un efecto brillo, por lo que son de gran calidad.
Por otro lado, están las doce cartas de acción (seis por jugador) que, nuevamente, tienen un acabado tipo lino de calidad y un buen grosor. Igualmente, se añaden un par de indicadores de distancia, pequeños trozos de cartón que hacen las veces de regla para medir las distancias a la hora de colocar a las unidades y la propia catapulta cerca de los muros, y es que, en este juego hay reglas que requieren que se mida la distancia entre dos objetos a la hora de colocarlos. La distancia de uno equivale al ancho del indicador de distancia, mientras que la distancia de dos equivale al largo de dicho indicador.
Pasando al componente más maravilloso de Castillos y Catapultas por excelencia, toca hablar de las catapultas, unas estructuras de plástico diseñadas con unos acabados que intentar dar la percepción de que están fabricadas en madera, a las que únicamente hay que añadirles una goma (incluidas en el juego) para hacerlas funcionar. Los pasos vienen indicados en el manual y es extremadamente sencillo de realizar, ya que simplemente hay que poner la goma por la esquina izquierda de la catapulta para acto seguido, pasarla por detrás y engancharla al lado opuesto. Ahora, solamente queda añadir una piedra de goma, apuntar y disparar. Sobre las catapultas, creo que habría sido un bonito detalle pintar la cuchara, así como los tornillos y remaches de color gris, haciendo así coincidir la totalidad de los supuestos productos ficticios de fabricación de la misma, con los colores que realmente le correspondían. Entiendo que es más fácil y barato pintar en un único color, pero en pos de ganar en fidelidad, habría sido un punto extra a tener en cuenta.
A modo de colofón, hablo ahora de todo lo relacionado con las dos facciones, los Chaufort y los Cunningfields. El juego tiene diez unidades de plástico, divididas entre cinco por cada familia. Las figuras representan bien el carácter desenfadado del juego, ya que mientras que los de un bando hacen muecas a los rivales sacándoles la lengua, los otros parecen hacer caso omiso a las provocaciones mientras se beben tranquilamente una taza de café. Sí, estamos en mitad de una trifulca, pero no hay seriedad, a fin de cuentas hemos venido a pasar un buen rato, ¿no? Asimismo, cada jugador dispone de dieciséis bloques y una puerta, afines todas estas piezas al color de su facción (unos grises y otros beige).
A modo de conclusión, poco puedo decir negativo sobre los componentes de Castillos y Catapultas, y es que, pese a que pueda haber pequeños detalles que hubiesen servido para ofrecer una experiencia más realista y de agradecer, como el cambiar de color los detalles en la pintura de las catapultas, no deja de ser baladí, pues el componente en sí (la catapulta) está muy bien elaborado. Así pues, no puedo más que felicitar a los implicados en este proceso por las buenas decisiones tomadas en este sentido.
Como siempre, os dejo la lista completa de componentes a continuación:
- 2 tableros de jugadores
- 2 catapultas
- 8 piedras de goma
- 5 unidades de Chaufort
- 16 bloques de Chaufort
- 1 puerta de Chaufort
- 5 unidades de Cunningfields
- 16 bloques de Cunningfields
- 1 puerta de Cunningfields
- 2 indicadores de distancia
- 12 cartas de acción
Sinopsis
Dos familias, los Chaufort y los Cunningfields, igual de orgullosas, disfrutan de sus hermosos castillos. Si no fuera por el rencor que se guardan entre ellas…
Carguen, apunten y… ¡disparen las catapultas! Construye tu castillo, coloca tu ejército, carga las catapultas y utiliza tus astutas maniobras para conquistar el territorio enemigo. ¡Derriba todas s las unidades de tu oponente para ganar!
Objetivo del juego
Ponte en la piel de un general para liderar tu ejército a la victoria… o a una derrota devastadora. Construye un castillo para proteger a tus unidades y emplea tu catapulta para lanzar piedras al enemigo. La batalla termina cuando todas las unidades de un ejército hayan sido derribadas. Si el rival aún tiene alguna unidad en pie, este se alza con la victoria.
Desarrollo de la partida
La partida se desarrolla en una serie de rondas que constan de cuatro fases, y se perpetúan en el tiempo hasta que uno de los dos bandos consigue derribar a la última unidad del rival, dejándole así sin ningún hombre en pie en su castillo (o en lo que quede de este, que posiblemente sea poco…). Así pues, el turno de cada jugador se divide en las siguientes cuatro fases: maniobras, apuntar, disparar y mantenimiento.
- Fase de maniobras: Si quieres, puedes elegir jugar una de las cartas de acción de tu mano y resolver su efecto, descartándola una vez que hayas terminado.
- Fase de apuntar: Puedes colocar o rotar la catapulta en cualquier posición siempre que sea válida acorde a las reglas.
- Fase de disparar: ¡Carga una de tus piedras y dispara contra el castillo rival!
- Fase de mantenimiento: Si después del impacto algún bloque se ha salido del tablero o alguna unidad ha quedado derribada, es hora de hacer limpieza y retirarlas de la zona de juego para devolverlas a la caja. Recuerda robar una carta de acción cada vez que pierdas una unidad, así como recuperar las piedras lanzadas.
¡Derribar un castillo nunca fue tan divertido!
Sí, soy consciente de que más de uno pensará: “¿Qué esto? Ni de coña, esto no es para mí”. Ojito, reconozco que yo mismo llegué a pensar eso antes de probarlo, aunque ya sabéis lo que se dice, no hay que juzgar un libro por su portada, y es que, Castillos y Catapultas es realmente divertido, abogando por una una propuesta directa de acción rápida, y ya os adelanto que, si bien será recibido con los brazos abiertos por los más pequeños de la casa, una pareja de treinta y tantos, como es nuestro caso particular, puede disfrutar perfectamente de este juego, de hecho, un servidor celebraba cada muro y rival derribado como si hubiese metido un gol en un partido de Champions. Joder, es que aunque pueda no parecerlo desde fuera, es enormemente gratificante pegarle un pelotazo a algo y tirarlo, sobre todo cuando llevas varios intentos fallidos.
Dicho esto, aunque pueda parecer un añadido menor, el hecho de tener unas cartas de acción consigue dotar de variedad a un juego que, sin ellas, viviría de la monotonía de simplemente lanzar y pasarle el turno al siguiente. Las acciones son diversas, desde reconstruir bloques de tu castillo (siempre respetando las normas de colocación, claro está), lo cual viene fantásticamente para guarecer a nuestras guarniciones más expuestas después del asedio enemigo; hasta disparar dos veces en el mismo turno o una de las más caóticas y divertidas, utilizar la catapulta del contrario para disparar a su castillo, algo que sin duda podría decantar rápidamente la ofensiva a nuestro favor, pero mucho ojo, apuntar desde tan cerca tampoco es fácil como parece, lo digo por experiencia (…aunque también es posible que yo sea un negado para estas cosas). ¡Ah, y no dudéis en hacer uso de vuestras cartas cuanto antes! Tened siempre presente que existe una carta que permite al rival robaros una de la mano.
¡Por cierto! Según el propio manual, se supone que la distancia entre los castillos de ambos jugadores debe de ser de un metro y medio, por lo que, a menos que se disponga de una mesa grande o una abatible, es posible que toque jugar en el suelo, algo que el propio reglamento recomienda, ya que es más fácil cumplir distancias así. Además, es más improbable que una de las piedras de goma termine impactando (Dios no lo quiera) en la televisión o cualquier otro objeto frágil, costándonos así un disgusto. Eso sí, juguéis como juguéis, mentalizaos para buscar esas piedras que acabarán debajo de la mesa o del sofá.
Conclusión
Castillos y Catapultas es una experiencia realmente divertida, especialmente recomendable para los más pequeños de la casa, más ahora que se van acercando las compras navideñas. Pero vuelvo sobre mis palabras para recordar que, si bien el target objetivo es este, no quiere decir que cualquier adolescente o adulto pueda pasar un buen rato lanzando catapultazos a los muros del rival.
Quizás es que yo sea demasiado infantil a veces, pero no me cabe duda de que Castillos y Catapultas será un juego que saque a mesa en diversas ocasiones, porque a fin de cuentas, no solamente de Uwe, Lacerda o Wallace vive el jugón, de vez en cuando toca descansar la mente y sacar juego directos como este, que te brindan un entretenimiento rápido y sin necesidad de pensar.
Confío de corazón en que al juego de Kristian Fosh le vaya bien en cuanto a ventas en nuestro país y pronto podamos ver por estas tierras las expansiones Asedio y Artificer’s Tower, que agregan entre otras cosas nuevas armas de asedio. Por el momento, SD Games ha confirmado el lanzamiento de la primera para 2023, y un poco antes, en diciembre de este mismo año, Ammo Dice y tapetes de neopreno, que ofrecerán mejoras al juego base.
Por todo lo dicho hasta el momento, otorgo a Castillos y Catapultas un Meeple Plata/Meeple Caballero.
(Si queréis conocer nuestra forma de valorar juegos de mesa, os dejamos aquí un enlace a nuestra política de reviews para comprender nuestro sencillo sistema de meeples)
Kalas
Veterano en esto de escribir sobre videojuegos, pero un día me cansé y decidí fundar mi propia web. No soy amante de las marcas, sino de los buenos juegos, aunque Nintendo ha estado muy presente en mi infancia. Sobrevivo en mi lucha por convertirme en un especialista en Asia Oriental.