[Análisis] Detroit: Become Human

[Análisis] Detroit: Become Human

2018 está siendo uno de los mejores años en lo que a PlayStation 4 se refiere, concretamente por el número y nivel de exclusivos que estamos recibiendo y nos quedan por recibir. Hasta ahora hemos tenido la oportunidad de jugar títulos tan espectaculares como God of War, Ni no Kuni II, Yakuza 6, el remake de Shadow of the Colossus Dissidia Final Fantasy NT  (este último es broma, tranquilos), y aún quedan por llegar otros tantos como el juego dedicado a nuestro amigo y vecino Spider-Man. Pues bien, entre todos estos títulos nos encontramos también con la nueva obra de David Cage, que después de traernos Heavy Rain Beyond: Dos Almas, por fin ha dado con la tecla necesaria para crear una obra de arte como esta que conocemos bajo el nombre de Detroit: Become Human, del que ya hicimos unas primeras impresiones. Quizá nos encontremos ante el mejor juego del equipo de Quantic Dream, pero al igual que yo lo amo, tú puedes odiarlo, como ha pasado con la mayoría de sus juegos.

Únete a la rebelión

En Detroit: Become Human podremos controlar a tres androides: Connor, Kara y Markus.

Connor es el «androide definitivo» diseñado por CyberLife, uno sin fallos y capaz de prácticamente todo, siendo así designado como ayudante de la policía en todos aquellos casos que tengan relación con divergentes, es decir, con androides que ya no siguen órdenes, sino que se guían por su propio razonamiento. Connor deberá investigar el porqué de la divergencia con tal de erradicarla, y para ello iremos resolviendo multitud de casos al lado del teniente Hank, quien al principio nos odia por ser un androide.

Kara es otra androide, esta servía a Todd, quien tiene una hija llamada Alice. Tras diversos problemas, terminaremos escapando de esa casa de una manera u otra con tal de proteger a Alice de su padre, y trataremos de salir del país para estar a salvo de aquellos que se aprovechan o maltratan a los androides.

Markus vivía junto a Carl Manfred, un famoso pintor que no tarda en morir frente a él. A partir de ahí y siguiendo la última orden de su amo, Markus se dedica a ser, a dejar de ser otro androide para encontrarse a sí mismo, llegando así finalmente a Jericho, lo que cambiará la vida de nuestro tercer protagonista.

La importancia de tus decisiones

Para sorpresa de nadie, lo nuevo de Quantic Dreams es otra historia ramificada, donde cada decisión cuenta, ya que podría ser la última, y nunca mejor dicho, ya que hay personajes que una vez desaparecen, lo hacen para siempre, y no hay un momento determinado para que esto pase: puede morir en la primera media hora de juego, a las tres horas, al final de este, o directamente no morir.

No he jugado todas y cada una de las posibles rutas del juego, pero sí unas cuantas, y es una gozada ver cómo tarde o temprano todas están conectadas, así que lo que yo hago en el minuto X con Markus, puede afectar a todo el transcurso de la historia de Connor o al menos a más de una acción en su minuto Y, e igual con Kara. Algo que me ha gustado mucho es que no todas las acciones tienen 10-15 segundos para ser pensadas, hay muchas que tienen que ser al instante, es decir, te dan tres opciones y tienes dos segundos para elegir, o estás en medio de una pelea o escenario rápido y tu destino dependerá de que seas capaz o no de pulsar a tiempo los botones que te aparezcan en pantalla.

También desarrollamos algo más que una historia, y es que según nuestras decisiones incrementará o disminuirá el nivel de relación que tengamos tanto con los personajes principales de nuestro alrededor como de la opinión pública, o incluso con nosotros mismos. Tu divergencia depende de ti, ¿serás un androide sumiso a las órdenes de los humanos o te rebelarás y vivirás como desees? Ese es el dilema principal, pero no será el único.

Algo más que ver cinemáticas y decidir

Sí, como prácticamente todos los juegos de tomas de decisiones, hay mil y una cinemáticas antes y después de tomarlas, pero Detroit no es solo eso, también deberemos investigar escenarios e interactuar mucho con ellos, ya que a raíz de eso, se abren nuevas rutas, ya sea para ahora o incluso para el final del juego. El nivel de exploración que nos ofrece este juego es bastante amplio, por lo que no nos cansaremos de nada. Eso sí, también es cierto que hay aspectos (tanto de la historia como de las personalidades de los personajes) que entenderás mucho mejor si te dedicas a informarte a través de todo lo que podamos ir encontrando.

Obviamente, pese a que lo considero un muy buen juego, tiene sus momentos de bajón, y eso hace que a ratos sea pesado o repetitivo, pero afortunadamente estos momentos son escasos y, aunque el juego dure bastante poco (he tardado entre 10 y 13 horas en pasármelo desde cero cada vez que lo he jugado), se hace tremendamente disfrutable.

Además, Chloe, la androide que aparece en el menú del juego y nos habla, me encanta, ya que su personalidad y sus conversaciones con nosotros también varían según vaya avanzando la historia.

No es la historia de tres androides, es tu historia

No, no digo esto porque seas tú quien controla, sino por la capacidad que tiene este juego de hacerte llegar todos los sentimientos y emociones que este contiene, empatizando contigo a niveles insospechados, provocando que empieces a llorar, enfurecerte o ponerte eufórico en más de una ocasión. Hará que no dejes de pensar en ningún momento, ya que como he dicho antes, cada decisión cuenta, y créeme cuando te digo que tendrás el corazón en un puño en muchísimos casos. De hecho, y esto ya es tirando por lo personal, en uno de los finales de Kara acabé llorando como una magdalena, y cuando salí a por pañuelos porque se me habían acabado y necesitaba más, me di cuenta de que había llegado hasta aquí por todo lo que había hecho antes, no es algo que estuviese destinado a pasar sí o sí, y eso me sentó como una punzada en el corazón, y necesitaba otro final para ella.

Al fin y al cabo, por muy humanos que seamos, no podremos evitar sentirnos como los divergentes, querer ayudarles, entender sus razones, sentirlos, quererlos. Los androides también tienen derecho a ser tratados bien, a ser felices. No son solo unas máquinas que podamos usar para lo que queramos, pueden ser nuestros amigos. Podríamos ser ellos.

Apartado audiovisual

En cuanto a gráficos y sonido se refiere, todos sabemos lo increíbles que son las personas de Quantic Dreams y cómo cuidan esto, y, el que es para mí su mejor juego, no iba a ser menos. Tiene unos gráficos totalmente realistas, yo he jugado en una tele que no tiene ni Full HD, es decir, llega solo a 720, y me ha sorprendido que, con la baja resolución de mi televisión, fuese capaz de ver tantos detalles que pensé que no vería hasta que mi cartera me permitiese hacerme con un monitor mejor. Está tan bien hecho que muchas veces no podrás diferenciar entre juego como tal y cinemáticas, o incluso entre juego y vida real, ya que os prometo que el nivel de realismo de Detroit en cuanto a gráficos se refiere, es de otra liga.

Pensando en su banda sonora, poco más puedo añadir a lo ya dicho: es Quantic Dreams, no podemos esperar menos que una banda sonora espectacular. Aparece cuando debe, y hace que los sentimientos que ya te atacan normalmente, vengan armados hasta los dientes para que te sea imposible resistirte a ellos. Ya indiferentemente de su momento de aparición en la historia, las piezas musicales son más que dignas de ser escuchadas de manera individual, ya que es una de esas bandas sonoras que no te puedes cansar de escuchar, especialmente para mi gusto, ya que tiran mucho de instrumentos clásicos (mi debilidad) mezclados con sonidos más modernos. Ah, y el doblaje es muy bueno también, aunque a mí personalmente no me importa jugar en inglés o español, se agradece que juegos así se doblen y que se haga de esta manera.

¿Compro Detroit: Become Human entonces?

Sí, sin duda alguna. Es un juego que disfrutarás todas las veces que decidas pasártelo ya que nunca será igual, por lo que compensa su corta duración con una rejugabilidad increíble, permitiéndote completar el juego de manera distinta unas 6 o 7 veces, descubriendo cada vez más secretos de Detroit. Súmale a eso la genial historia que nos muestra, la capacidad que tiene de hacerte empatizar y el gran apartado audiovisual y te queda un juego magnífico. Así que, por si no ha quedado claro, lo repito: debes darle una oportunidad a Detroit: Become Human, porque aunque al principio he dicho que tú puedes odiarlo, no he sido capaz de encontrar razones de peso por las que hacerlo.