Allá por el año 2015 y en formato Early Access para Steam, la desarrolladora Beam Team Games nos pondría en la piel de un naúfrago en aguas del Pacífico que tendría que eludir todo tipo de circunstancias adversas mientras hallaba la forma de volver a casa. Tras ir actualizándose paulatinamente y obtener la respuesta positiva de los usuarios de compatibles, el anuncio de la versión para consolas se hizo realidad, pero el lanzamiento del mismo se vió lastimosamente afectado por el hundimiento de Telltale. Pese a ello, hace unas semanas Stranded Deep desembocaría por fin en PlayStation 4 y Xbox One, y desde entonces nos hemos perdido en sus islas, surcando un mar tan lleno de peligros como de jugosas recompensas.

Todos somos iguales…

Nuestra desventura en Stranded Deep da comienzo tras el accidente aéreo de nuestro lujoso jet privado, secuencia introductoria que nos lleva a encontrarnos a la deriva, con la única ayuda de un bote salvavidas que nos aleje de las llamas de la que es pasto nuestra nave, al tiempo en el que a lo lejos se vislumbra una isla en la que arrancará nuestra odisea por la supervivencia y la búsqueda de una manera de recuperar nuestra vida sin morir en el proceso. No es que su narrativa tenga el mayor de los pesos ni sea el paradigma de la originalidad, pero sirve como correcto hilo conductor de la premisa del juego, que no es otra que el demostrarnos que ante la naturaleza y la supervivencia, da igual de donde vengas: sólamente importan el camino, y su desenlace.

Será en esta primera isla, de un océano generado procedimentalmente, donde el juego nos enseñará lo básico para sobrevivir: las primeras herramientas de “crafteo”, nuestra primera “presa” o cómo construir nuestros primeros utensilios, mediante un escueto tutorial que no nos explicará todo, pero que sí nos preparará lo suficiente como para poder arrancar y mantenernos vivos, siempre que también prestemos atención a los textos en pantalla, menús y “tips” que van apareciendo en las pantallas de carga.

Y, ahora sí, sobrevive mientras puedas y escapa. Como decimos, su pretexto no va a pasar a los libros de Historia, ni lo pretende. Eso sí, cuando nuestro protagonista va evolucionando, conociendo los peligros que le rodean, y el desenlace se va acercando, consigue transmitir unas sensaciones que, en ya demasiadas ocasiones, guiones que se antojan épicos ni se acercan, quizá condicionado por todo el esfuerzo que necesitaremos para solventar la aventura, cosa que veremos a continuación en el apartado jugable.

¡Vive!

El poderío de Stranded Deep y el éxito que mencionábamos antes en las críticas de los jugadores de la plataforma digital por excelencia, reside en su capacidad de hacernos progresar por su océano de forma satisfactoria y manteniendo siempre el nivel de interés, salvo quizá cuando nos estamos acercando al final por una mera razón de obvio frenazo en la progresión. Pero no nos equivoquemos, “el tío” engancha. Como indicábamos, nuestro Océano Pacífico particular se generará en cada partida de forma aleatoria, colocando no sólo la isla inicial, sino otras muchas en las que encontrar objetos que nos hagan mantenernos vivos, así como convertirnos en todos unos manitas, donde comenzaremos siendo unos meros enciende-fuegos para acabar transformándonos en unos supervivientes capaces de llegar a construir incluso vehículos a motor o fabricar nuestro propio bio-diesel. Además de estas islas, donde cohabitaremos con fauna y flora autóctonas de las que tendremos que hacer buena cuenta, también encontraremos naufragios donde hallar el botín más raro.

La extracción y obtención de objetos tiene un ratio positivamente destacable, excepto dos ítems que en mi opinión son importantes y que avanzada la partida se convirtieron en un bien escaso: la piedra y la arcilla. Aun con todo, se pueden llegar a farmear si se tiene paciencia, por lo que aunque resulte un pelín molesta su escasez, no es algo rotundamente negativo.

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Además de ir mejorando nuestras capacidades manufactureras de forma muy orgánica, a través de la sencilla fórmula “más construyes, más te voy permitiendo construir”, también iremos mejorando aspectos físicos de nuestro protagonista, como el aguante a los ataques o la respiración subacuática, todo en aras de hacer a nuestro avatar lo más fuerte posible, y ser capaces de enfrentarnos a los peligros más exigentes. Peligros que podemos elegir si son más llevaderos o no mediante el selector de dificultad que incorpora el juego al arrancar la partida, permitiéndonos incluso jugar con “permadeath”, algo que le da aún más empaque a la fórmula de supervivencia. El nivel normal ya tiene un nivel de exigencia lo suficientemente atractivo, pero en el nivel díficil es donde quizá se encuentra el equilibrio más efectivo, eso sí, cuidado que hasta una piedra será venenosa, al más puro estilo Australia, avisados quedáis.

Allá donde esté el señor Wils…¿Wollie?

Una vez descubiertas las bondades jugables de Stranded Deep, y mal que me pese, llegamos a esa parte del análisis que mi corazón no quería destapar pero que mi cabeza no deja de recordarme desde que mi protagonista encendió la Hogera Primigenia (de guiños va la cosa). Esta parte es en la que debo indicar es que a nivel técnico es un auténtico despropósito. Gráficos desfasadísimos, ausencia de animaciones por doquier, popping, dientes de sierra, caídas de frames rozando el absurdo, un esquema de control errático, sistema de colisiones infame… Ostras, comparas la versión que se ha puesto a la venta en consola con algunos vídeos que se ven de la versión actual de Steam y…parece el espejo del Early Access de 2015. Quizá se puede salvar el mar, las tormentas y los efectos de luz y oscuridad de los ciclos día y noche, pero…con muchas comillas.

Todo lo que sería el HUD de un juego al uso se establece en nuestro Smart-watch de forma clara, siendo este artilugio capaz de indicarnos toda la información del estado de nuestro personaje de forma rápida y eficaz. En cuanto a los menús, no resulta del todo intuitiva la forma de moverse por ellos y en ocasiones el salto por las diferentes páginas y submenús resulta lento y torpe, lo que agranda aún más el agujero negro sideral de lo que los ojos perciben al jugar a Stranded Deep.

En cuanto al apartado sonoro, ciertas melodías nos acompañan de forma errática y a ratos, tratando de generar tensión cuando un enemigo nos acecha o nos acercamos a algún secreto, llegando tarde en la mayoría de ocasiones. La voz del protagonista se escucha también en contadas ocasiones, resultando ciertamente anecdótica. Los textos, en castellano, resultan correctos en la gran mayoría de los casos, excepto en uno que me hizo especial gracia al principio, pero que me costó algún indeseado tramo a nado más tarde persiguiendo mi rudimentaria balsita, al confundirse subir con bajar para las velas de la misma.

 

Conclusiones

¿Stranded Deep es un juego recomendable? Por supuesto que sí. Pero lo es por su capacidad de mantenernos enganchados buscando la salida a nuestro naufragio más que por cualquier otra razón, y es que, a estas alturas de la generación y de lo cuidado de algunos juegos de bajo presupuesto, resulta chocante que un producto en un estado tan verde (y hasta feo) se ponga a la venta. Pero cuidado, si los juegos de “crafteo”, construcción, gestión y supervivencia no son lo vuestro, huid de él como de la peste: éste juego trata únicamente de eso. Dicho esto, también me gustaría señalar que pese a que en consola es disfrutable, quizá su mejor vertiente sea la de Steam, al lucir un aspecto más cuidado por lo que he podido observar.