![[Artículo] Death Stranding, la soledad y la necesidad de sacar a la luz nuestros sentimientos](https://i0.wp.com/res.cloudinary.com/glide/image/fetch/https%3A%2F%2Fi.imgur.com%2Fr2rI3uJ.jpg?w=800&resize=800,0&ssl=1)
¿Qué ha ocurrido con Death Stranding? La última gran obra de Hideo Kojima ha estado levantando revuelo desde el primer minuto en que se supo de su desarrollo, y no es para menos, pues en todo momento ha estado rodeada de cierta polémica. Desde la salida de Konami, la rápida concepción del título, su posible conexión con MGS, sobre qué iba a tratar… Incluso tras su lanzamiento no ha dejado de crear controversia y dividir a la comunidad, pasando de ser considerado una obra maestra por unos a una decepción por otros. Y en este artículo no vengo a analizar el título, pues esto ya se hizo en su día (os invito a leerlo aquí), sino a hablaros de lo que a mí me transmitió este título, de lo que considero que Kojima quiso expresar con su juego y en general, por qué creo que es la obra más íntima del autor, una en la que nos abre la puerta a su alma y donde se nos permite ver los sentimientos más profundos del artista nipón, dándonos alas para no encerrarnos en nuestras propias emociones.
Death Stranding es una obra que habla de muchos temas, pero el que más destaca por encima del resto es la soledad, el miedo a hablar con los demás y la ansiedad social. Esto lo vemos reflejado en la gran mayoría de personajes del juego y en especial en el protagonista, Sam Porter Bridges. Desde el primer minuto de juego vemos como rechaza todo contacto físico, cómo a pesar de que su madre ha muerto este sigue sin poder tocarla o sentir la más mínima emoción. Sam es una persona vacía, anclada en los deseos de otras personas y ajeno a sus propios anhelos. Más que una persona, es una máquina al servicio de los demás, un ente depresivo incapaz de encontrar un punto en el que establecer sus emociones y sentimientos. Sin embargo, es durante el largo viaje al Este, como si del mismísimo Sun Wukong se tratara, donde poco a poco se encuentra a sí mismo. Y todo ello es gracias a que, durante ese viaje, consigue conectar consigo mismo, abriéndose poco a poco no solo a los demás sino también a él mismo. Death Stranding es un viaje de reflexión, superación y conocimiento de uno mismo. Un viaje que en algún momento de nuestras vidas todos necesitamos hacer.
El comienzo de la aventura de Sam no comienza en solitario, sino que arranca gracias a dos figuras clave en el desarrollo del mismo: BB y el propio jugador. BB es la clave del “renacimiento” de Sam, es la vida que depende de él y que le demuestra que no está solo. A lo largo de su vida solo contaba con el apoyo de Amelie, una figura que a pesar de darle cierto cariño nunca había estado realmente ahí. Todo era un grandísimo engaño y ello se demuestra en la falta de cariño del propio Sam. Pero una vez que entra en contacto con BB descubre el sentido de su existencia, el de cuidar de esa pequeña vida y, por tanto, ayudar a los demás. A pesar de que es algo evidente, es un muy bonito vínculo el que hay entre ambos y que se refleja con el cable que los conecta, símbolo del cordón umbilical. Son dos vidas atadas, una que nace y otra que nunca ha terminado de nacer. Y juntas consiguen crecer, desarrollarse y tener una cierta felicidad.
En cuanto al jugador, es interesante ver cómo el propio juego hace que el jugador se involucre con la tarea y los sentimientos del protagonista, pues todo lo que hace este lo repite el jugador. Y es que el perder el tiempo yendo de un lugar a otro durante 45 minutos no está hecho simplemente por alargar el juego, tiene su porqué, el que el propio jugador sienta el cansancio y las ganas de abandonar del propio Sam. Sí, no acabamos sintiendo el insoportable dolor de piernas que tiene que estar sufriendo, pero sí que puedes llegar a sentir agobio, cansancio o saturación jugando mientras te ofrecen una misión que consiste en ir a un punto B tras haber estado caminado por 50 minutos. A pesar de esto, es en esos enormes campos grises, o en los pequeños momentos de descanso huyendo de la lluvia, donde encontramos paz, donde podemos encontrar un momento para conectar con nuestras emociones. Para pensar, saber por qué estamos ahí o simplemente ver nuestros pensamientos en la vida. Y es donde ves que no merece la pena abandonar, que eso sería de cobardes. Si estamos ahí, y tenemos algo que hacer, el esfuerzo seguro que merece la pena.
Por este, y otros motivos, considero que Death Stranding es la obra más intima de Kojima, una persona que si bien a lo largo de su obra ya ha reflejado ciertos pensamientos y emociones, no ha sido hasta ahora que nos ha mostrado sus propias ideas y sus más profundos sentimientos. La paternidad y la familia siempre han sido temas fundamentales en sus juegos, reflejando el dolor y afecto que tenía el propio Kojima a su padre, que por desgracia se fue de forma prematura, dejándole solo junto a su madre desde muy joven y marcándole para toda su vida. Tal era su necesidad de protección y de no preocupar a su madre que, tras su salida de Konami, evitó decirle nada a esta para que no se preocupara por la situación económica y sentimental de su hijo. Y Kojima decidió desarrollar Death Stranding con el objetivo de que fuera un éxito y poder contárselo a su madre. Por desgracia, durante las primeras fases del desarrollo del título su madre falleció, y esto fue algo que afectó de forma clave al resultado final de la obra.
La historia de Death Stranding es original e interesante, se cocina a fuego lento y tarda en arrancar, pero poco a poco va estableciendo una serie de ideas muy interesantes. Todos los personajes cercanos a Sam van teniendo arcos de desarrollo que les permiten abandonar sus miedos y sus vidas ancladas para ir más allá. Sam es la luz que les permite abandonar la soledad en la que viven. Y es que el propio Sam nos demuestra que hay que dejar atrás los miedos e inseguridades, y para ello uno se tiene que conectar consigo mismo. No podemos ayudarnos, y menos ayudar a los demás, si no empezamos a conectar con nosotros mismos, a conocernos. Todo el tiempo que Sam está viajando le permite conocerse cada vez más y ganar algo más de seguridad, y eso es algo que los demás comprenden y de lo que ganan inspiración. Gracias a Sam, parejas, hermanas y familias vuelven a conectar, abandonando la soledad y el miedo que rodeaba sus vidas. Y gracias a Sam, el jugador puede ganar cierta inspiración para luchar contra sus propios demonios internos. Porque todos, al igual que el propio Sam, necesitamos conectar más con nosotros mismos, conocernos en profundidad para darle un mayor sentido a nuestra vida.
Nunca es malo pasar un tiempo en soledad y aprender de nuestros pasos, pues nos permite conocer cómo somos y cómo nos sentimos. Death Stranding es una obra acerca de la soledad, de la necesidad de conectar con uno mismo y con los demás, y es una obra valiente al respecto. Quizá no sea el mejor juego de Kojima, porque en su repertorio tiene joyazas del nivel de Policenauts o Metal Gear Solid 3 (donde también se tratan estos temas, pero en menor medida), pero es en Death Stranding donde encontramos un mayor nivel de madurez en su discurso, ahondando mucho en temas que para muchos son considerados tabú. En mi caso, el jugar a este título fue una experiencia esclarecedora. Me permitió evadirme y, al mismo tiempo, reflexionar. Independientemente de si conocéis o no la historia del juego, os recomiendo jugarlo, no por su jugabilidad o su mundo abierto, sino por vivir la experiencia. Por tener la oportunidad de, en un videojuego triple A cargado de estrellas, poder parar, respirar y pensar. Disfrutar del silencio, de la soledad y de vosotros mismos.
Antonio Gallardo
Normalmente escribiría algo profundo que contara más sobre mi... ¿Pero de verdad alguien lee esto? Bueno, en ese caso... Me gustan los videojuegos y el cine. A veces unos más que otros, ya sabéis como funciona. Si queréis saber más, solo tenéis que leer lo que escribo.