[Análisis] Extinction

De la mano de Iron Galaxy nos llega Extinction, un juego ARPG que bebe de sagas tan icónicas y distintas como pueden ser God of War o Shingeki no Kyojin. Los amigos de Iron Galaxy, conocidos por varios ports llevados a cabo en el pasado, como el de Skyrim a la portátil de Nintendo, el de Deadpool a las consolas de la actual generación o el de Borderlands 2 a la consola portátil de Sony entre otros.

Hoy nos traen Extinction, un juego ARPG / hack & slash con un enfoque innovador, pues además de enfrentarnos a hordas de enemigos claramente inferiores a nosotros, nos enfrentaremos también a sus versiones gigantes, dándole originalidad y un toque de frescura a un género que ya tiene su solera. El juego salió el día 10 de abril para PC, PS4 y Xbox One.

Historia

En Extinction controlamos a Anvil, el último de los Centinelas, una antigua orden  de guerreros entrenados para defender a la humanidad de los Ravenii, una especie de orcos gigantes que han acorralado a la humanidad hasta lograr casi su extinción. Sin embargo, estos bichos verdes gigantes no vienen solos, siempre traen a sus amiguitos, los Chacales, que son versiones en miniatura: mucho más numerosos pero también notablemente más débiles.

Anvil conjuntamente con su compañera Xandra, una habilidosa maga, logran conseguir el apoyo del Rey Yarrow para proteger lo que queda de la humanidad en este futuro distópico. A medida que avanza la historia podremos conocer más detalles del pasado de los protagonistas mientras vemos si logran o no su objetivo.

El mayor problema que tiene la historia es como está contada: bien es cierto que de vez en cuando aparecen escenas de animación bien trabajadas donde nos cuentan una parte de la historia; pero la mayor parte de esta nos es contada a través de cuadros de texto estáticos previos a cada misión, pudiendo a llegar a ser pesada, porque aunque sea interesante el desarrollo de los personajes, no da demasiado tiempo a que este desarrollo sea profundo porque la historia es bastante frenética.

Jugabilidad

En cada misión de la historia sigue un esquema más o menos parecido: nos sueltan en una zona poblada con edificios y debemos defenderla del ataque de los Ravenii. ¿Y cómo? pues tenemos que hacer varias cosas.

Lo principal es exterminar a los Ravenii que vienen a destruir a la ciudad. Esto lo haremos arremetiendo contra sus extremidades (ya sea las piernas para hacerlas caer o los brazos para evitar que nos molesten por un tiempo) y una vez estén en una posición más accesible, debemos rebanarles el pescuezo limpiamente a estos titanes.

Pero no será tan fácil como liarse a tortas con ellos en un uno para uno; pues para poder hacerles algo más que cosquillas a estos gigantes, debemos de golpearlos cada vez con el “golpe rúnico”. Esta habilidad es propia de los Centinelas, y para activarla requerimos tener una cierta cantidad de “poder rúnico“. Para obtener esta energía hay diversas maneras: eliminando a Chacales (como ya dije antes, son las versiones en miniatura de los Ravenii, y su objetivo es eliminar a cuantos humanos puedan) o salvando a ciudadanos una vez hayamos eliminado los chacales de la zona, acercándonos a los cristales teletransportadores creados por nuestra compañera Xandra para activarlos y así enviarlos fuera de peligro. Sin embargo, debemos de ser rápidos, pues si no lo hacemos a tiempo, puede que cuando lleguemos no quede ninguno vivo al que podamos salvar. Otras formas de rellenar nuestro poder es amputando las extremidades de los Ravenii o rompiéndoles las corazas que les protegen (para estas dos hace falta tener una cantidad previa de poder ya acumulado).

Además de poder sacar el poder rúnico cuando haga falta, Alvin puede realizar una serie de combos bastante vistosos a la par que efectivos cuando se encara a los Chacales. En contra de lo que pueda parecer, realizar estas secuencias de ataques es tan simple como pulsar machacar botón (alternándolo con otro en los combos más avanzados) y de vez en cuando saber esperar y realizar un timing adecuado. Los combates con los Chacales se acaban haciendo repetitivos, tanto por el método escogido para pelear como por la escasa variedad de enemigos. Con algunas peculiaridades especiales, tampoco hay tantos enemigos que enfrentar a lo largo de la historia, la cual por cierto no es excesivamente larga, y las fases se dividen en pantallas en las que debemos cumplir un objetivo principal y varios secundarios que son opcionales, pero si son recomendables (con ellos ganaremos dinero con el que podremos mejorar a nuestro héroe, como veremos más adelante).

Algo que no hay que perder de vista durante nuestras partidas es un numerito situado arriba a la izquierda, que representa el medidor de exterminio (el porcentaje de la ciudad que no ha sido destruida). Esto es de suma importancia; pues no perderemos cuando Anvil muera (solo reapareceremos y perderemos algo de tiempo en volver al fragor de la batalla) sino cuando este medidor llegue a 0% y la ciudad haya sido completamente arrasada.

El otro factor fundamental de Extinction además del combate, es el movimiento. Manejando a Anvil podemos movernos a velocidades rápidas, además de brincar, saltar, correr por las paredes, trepar y avanzar a toda caña a un punto utilizando su látigo para impulsarse. ¿Pinta bien, no? Pues me llevé una decepción con el movimiento. Es cierto que la mayoría de las veces el personaje responde “bien” a nuestras órdenes, pero en algunas ocasiones se producen fallos como el que sea obstaculizado por un grupo de civiles al que acaba de salvar y no puede moverse hasta que estos desaparecen (afortunadamente solo tardan unos segundos), por paredes inescalables o varias caídas intentando llegar a la espalda de los Ravenii para finiquitarlos. De entre todos esos problemas, el último es el más repetido y también el más sangrante, pues con el paso del tiempo se regeneran, y hay que volver a abatirlos e iniciar nuevamente el proceso de escalada a su espalda cuando apoyan una mano en el suelo. Al ser una acción tan repetida en el juego, llega un punto en el que este problema se convierte en un desafío extra que no debería estar ahí, dando la sensación a veces de ser injusto por resbalar por un brazo en el que estás subido. Y si tenemos en cuenta que siempre estamos contra el reloj, esto nos perjudica aún más.

Otro defecto grave en la jugabilidad de Extinction es la cámara. No es habitual que en este tipo de juegos haya que moverla rápidamente para fijar el próximo objetivo o cambiar de dirección. El problema llega cuando en no pocas ocasiones, la cámara cobra vida propia y decide que hacernos caso no es una buena idea. Esto por desgracia es un mal bastante común, haciéndonos la vida difícil en varias ocasiones.

Además, el juego contiene otros modos entre los que se encuentran un desafío diario que va cambiando cada día, y otro que nos proporciona un mapa aleatorio en donde podemos competir para obtener la mejor puntuación con nuestros amigos si les pasamos la contraseña. A pesar de tener otro nombre, no cambia apenas nada con respecto a las partidas del modo historia.

Como decía antes, existe un sistema de desbloqueo de habilidades: con el dinero obtenido en las misiones pagamos para ir desbloqueando nuevas habilidades para Avil.

Además, me dio la sensación pesonal de que en el minimapa podrían dar algo más de información sobre donde están otros cristales para ir rápidamente a salvarlos y no tener que estar deambulando por el mapa perdiendo el tiempo buscándolos. Aunque cuando muere uno de los civiles sí que sale un aviso en pantalla y una dirección aproximada, a veces se echa de menos algo más de información para ayudar a planificarnos y optimizar el tiempo. Por no encontrar más civiles que salvar o enemigos con los que pelear, me he visto obligado a repetir alguna misión más de una vez, y creedme, acaba siendo frustrante.

Gráficos y sonido

En el tema artístico, Extinction levanta cabeza, ese toque de cartoon le sienta bien al juego, dándole una estética bonita. Los escenarios son diferentes y variados. Las animaciones no son gran cosa, pero están bien para el frenesí que lleva el juego, y son precisas cuando aparecen.

En cuanto al sonido, podemos decir que la banda sonora acompaña al juego, pero que no hay nada destacable en ella. Se acaba haciendo repetitiva a medida que seguimos jugando por tratarse de las mismas canciones siempre.

Conclusión

Es un juego que plantea un concepto interesante, pero al cual aun le falta trabajo detrás, y esta falta de trabajo se muestra en pequeños defectos que afectan de forma importante a la jugabilidad y disfrute del título. Por un precio de 59,99€ en la versión de PC, aún faltan cosas por pulir.