
Super Mario Galaxy y su secuela irrumpieron en 2007 y 2010 como un doble golpe creativo que devolvió a Mario el asombro universal con un diseño orbital que reinventaba salto, cámara e inercia a través de planetoides con gravedad propia. La primera entrega abrazó por vez primera una orquesta sinfónica en la saga, hilando una fábula cósmica que alternaba hub, cuentos de Estela y estrellas con una elegancia que hoy sigue sintiéndose moderna. Su recepción fue apabullante: además de ventas millonarias, llegó a alzarse con el BAFTA a mejor juego absoluto en 2009, dejando huella más allá de su ventana de lanzamiento. Super Mario Galaxy 2 apostó por ser todavía más ambicioso si cabe, puliendo la fórmula con un enfoque más directo por mundos y un Yoshi juguetón, cosechando una lluvia de premios a juego del año y cifras iniciales que superaron a su predecesor.
Ahora, la recopilación de Super Mario Galaxy + Super Mario Galaxy 2 para Switch no solo invita a revisitar ese momento dulce de Nintendo, sino que lo hace con una capa técnica que acomoda la nostalgia sin congelarla en ámbar. En la híbrida original, el objetivo de 1080p a 60 fps sostiene con solvencia la claridad del diseño, mientras que la nueva máquina de La Gran N eleva la nitidez hasta 4K con un rendimiento más rocoso y materiales mejor definidos. El resultado es una presentación que acerca modelos, texturas y lectura de entornos a estándares actuales sin rescribir lo que sigue funcionando por pura ingeniería de juego. A ello se suman ajustes de calidad de vida discretos, como un Modo Asistencia y acceso curado a la banda sonora, más una presentación que trata a cada título como entidad con voz propia.
Volver a estas galaxias también significa reencontrar una filosofía de diseño que lanza ideas, las exprime y las deja ir antes de repetirse, algo que explica por qué la conversación “mejor que Mario 64” dejó de sonar herética para muchos. En pleno 40 aniversario del personaje, recuperar este díptico es celebrar un tramo de la historia en el que Nintendo volvió a sorprender después de Super Mario Sunshine, recordando que los grandes saltos del medio no siempre son tecnológicos, sino de imaginación aplicada a reglas cristalinas. Esta edición conjunta funciona a la vez como homenaje y como puerta de entrada, con el punto justo de modernización para que veteranos y recién llegados vean por qué estos dos juegos siguen en la órbita de los mejores plataformas de todos los tiempos.
Estrellas y cuentos cósmicos
El primer Super Mario Galaxy arranca con el centenario Festival de las Estrellas en el Reino Champiñón, una celebración que Bowser convierte en invasión cósmica al llevarse a Peach y su castillo rumbo al espacio exterior. Mario despierta en un planetoide donde conoce a Estela (Rosalina), guardiana melancólica del universo acompañada de sus Destellos (Lumas), y se embarca en una odisea a través del Planetarium del Cometa para recuperar las Superestrellas robadas que alimentan esta nave-observatorio. La trama abraza un tono contemplativo y casi poético, especialmente en la biblioteca donde se desvela el cuento ilustrado de Estela (ahora ampliado con páginas adicionales), una historia de pérdida, compañía y renacimiento que aporta una dimensión emocional poco común en la saga. El clímax, con colapso estelar, agujero negro y sacrificio cósmico, convierte el rescate de Peach en una fábula sobre ciclos universales, muerte y renacimiento que resuena mucho más allá del «salva a la princesa» tradicional.

Super Mario Galaxy 2 opta por una estructura más directa con el mapa mundial como hub, arrancando con Bowser agrandado por Superestrellas robadas y una Peach de nuevo en apuros, pero el foco narrativo se desplaza hacia la pura inventiva y la celebración del juego por el juego. Aquí la aparición de Yoshi como compañero jugable amplía las posibilidades de interacción y movimiento, mientras que personajes como Destrella/Lubba (capitán de la Astronave) aportan humor y carisma sin aspirar a la profundidad emocional de Rosalina. Es una secuela que abraza la ligereza y se permite experimentar sin compromisos narrativos pesados: más galaxias, más mecánicas, más ideas que se presentan, se exprimen y se abandonan antes de repetirse, convirtiendo cada estrella en una sorpresa autocontenida que no depende de un arco mayor para brillar.

Gravitando hacia la perfección
La premisa de gravedad y planetoides sigue siendo una clase maestra de juego de expectativas, al retorcer salto, inercia y cámara para que cada nivel plantee una lectura nueva del espacio sin perder claridad ni ritmo. El primer Galaxy destaca por una coherencia casi poética entre hub, cuentos y rutas, mientras que la secuela exprime más la inventiva nivel a nivel, con ideas que se presentan, explotan y se desechan antes de repetirse. A día de hoy, los microajustes aplicados —de interfaz más limpia a pequeños añadidos de accesibilidad— ayudan a que el conjunto se lea mejor sin “modernizar” lo que no necesita modernización.

El puntero por giroscopio funciona bien con Pro Controller o Joy‑Con, pero no iguala la precisión “quirúrgica” del apuntado por puntero del Wii Remote, lo que obliga a recentrar el cursor con cierta frecuencia. A cambio, el conjunto añade Modo Asistencia que duplica la vida, permite recuperar salud al quedarse quieto y rescata en burbuja tras una caída, un salvavidas útil para novatos o quien quiera priorizar descubrimiento sobre presión. Vuelve el “Co‑Star Mode” para un segundo jugador que apunta y ayuda, y en Switch 2 incluso se puede usar la función de “ratón” para mover el cursor con mayor precisión, un detalle moderno y bien resuelto.
La opción cooperativa ligera funciona como acompañamiento familiar o para sesiones de apoyo, sin convertirse en un modo paralelo que distorsione el diseño pensado para un jugador. La recopilación incluye además opciones de escuchar banda sonora desde el menú, una golosina para quienes quieren volver a pistas emblemáticas sin entrar a partida. Son añadidos discretos pero agradecidos que cumplen su cometido: acercar, modular y celebrar sin sobrecargar.

Mundos que brillan más que nunca
El salto técnico se aprecia en texturas más nítidas, materiales con más detalle y modelos que aguantan mejor a distancia, especialmente en Switch 2 a 4K, donde hierba, paredes y estrellas brillan con limpieza actual. En Switch original, el objetivo de 1080p y 60 fps se cumple con pocos tropiezos, y en Switch 2 los descensos son todavía más raros, consolidando estas versiones como las más vistosas y estables. El matiz menos brillante: las cinemáticas prerenderizadas se mantienen a 1080p incluso en Switch 2, con compresión y banding en cielos puntuales, un compromiso visible frente al gameplay mucho más nítido.

Las partituras orquestales conservan su brillo y emoción, y el acceso a la banda sonora desde el menú refuerza la celebración de dos OST que siguen definiendo identidad sonora en la saga Mario. La mezcla de efectos y música continúa empujando a saltar al vacío con confianza, señalando ritmos y marcando clímax con ese pulso cinematográfico que ya era avanzado en Wii. El resultado es una presentación audiovisual que, sin rehacerlo todo, sí eleva el estándar para revisitar dos clásicos con dignidad técnica y sensibilidad intacta.
La cámara, proeza de ingeniería en su día por lo que consigue con gravedad variable, deja ver pequeñas costuras hoy: giros que piden un latido extra o ángulos que requieren corrección manual, sin llegar a enturbiar la lectura general. Son roces puntuales más perceptibles por el aumento de resolución y la memoria muscular actual, pero el mérito de que funcionen tantas secuencias “imposibles” sin mareo ni caos sigue siendo remarcable. En lo ergonómico, el control por giroscopio cumple su papel con sobriedad, especialmente con Pro Controller, sin impedir que el conjunto brille por lo que importa: idea, ritmo y claridad.

Un precio que divide
El pack llega con un PVP oficial de 69,99 € en la eShop para el recopilatorio, una cifra que coloca la propuesta en la franja alta y ha generado debate al tratarse de dos títulos de Wii con mejoras, pero sin un compendio amplio de extras históricos o museísticos que justifiquen del todo el posicionamiento para parte del público. Como alternativa, cada juego puede adquirirse por separado en digital, una vía especialmente lógica para quien ya posee Super Mario Galaxy vía 3D All‑Stars y sólo busca sumar Galaxy 2 sin pagar el conjunto completo. Huelga decir que el precio ha arrastrado cierta controversia.
A favor del pack pesan las mejoras técnicas y de acceso, pero el valor percibido habría escalado con añadidos de archivo (documentales, arte conceptual comentado, materiales de prototipos) o incentivos para veteranos (descuento por propiedad previa de Galaxy en 3D All‑Stars), que aquí no existen como política oficial. En este contexto, la recomendación práctica queda así: el pack “compensa” a precio completo si es primera toma de contacto con ambos títulos o si se desea la edición física unificada; si ya se posee Galaxy en Switch, la compra individual de Galaxy 2 en digital es la opción más eficiente a falta de promos mejores.

Apuntando a las estrellas
Super Mario Galaxy y Super Mario Galaxy 2 siguen siendo un hito de diseño que la remasterización trata con respeto, claridad y un toque justo de modernización, firmando las ediciones más nítidas y accesibles hasta la fecha. El 4K en Nintendo Switch 2, la limpieza de interfaz, las páginas de cuento añadidas, el Modo Asistencia y el cooperativo ligero suman sin restar, aunque los vídeos a 1080p y el apuntado por giroscopio por debajo del puntero original sean recordatorios de su herencia. Para quien llega por primera vez, es magia embotellada; para quien vuelve, es una excusa perfecta para redescubrir por qué estos dos juegos están en la conversación de los mejores plataformas de siempre.

Kalas
Veterano en esto de escribir sobre videojuegos, pero un día me cansé y decidí fundar mi propia web. No soy amante de las marcas, sino de los buenos juegos, aunque Nintendo ha estado muy presente en mi infancia. Sobrevivo en mi lucha por convertirme en un especialista en Asia Oriental.