Lovecraft es sin duda uno de los autores literarios más importantes dentro del género del terror, y, por esto, sus creaciones suscitan gran interés a la hora de dar vida un videojuego de esta temática, sobre todo, si deseas enfocarlo en el plano más psicológico, puesto que la locura y la cordura en sus obras cabalgan sobre una fina línea que, en muchos casos, suele tocarse e incluso fusionarse.
Hoy os vengo a hablar de The Sinking City, el título desarrollado por Frogwares y distribuido por Bigben Interactive, que bebe directamente de las oscuras y profundas aguas de las fuentes lovecraftianas, como ya lo intentó no hace demasiado tiempo Call of Cthulhu, cuya review podéis leer aquí. La pregunta es clara: ¿Habrá conseguido superar la locura o habrá sido presa de esta?
Unas vacaciones de “ensueño” en Oakmont
La narrativa de The Sinking City nos traslada a una ciudad costera estadounidense donde la pesca tiene una importancia capital, Oakmont. Nosotros tomamos el rol de Charles Reed, un investigador privado proveniente de Boston que llega hasta allí en busca de respuestas en relación con unos extraños sueños que padece y que parecen tener su raíz en ese siniestro lugar.
Una vez en Oakmont, Charles tendrá que hacer uso de sus dotes detectivescas para resolver diferentes problemas relacionados con una misteriosa inundación que afecta a la ciudad, con la esperanza de conseguir arrojar algo de luz sobre estas pesadillas tan vívidas, casi proféticas, que están plagando las mentes de los ciudadanos con la semilla de la locura. En este contexto, Charles se mezclará con los pobladores de este siniestro paraje, desde las grandes y adineradas familias que viven cómodamente en sus mansiones, hasta los grupos más desfavorecidos de ciudadanos que han decidido unirse para sobrellevar la situación como buenamente pueden.
Hay que tener en cuenta también que la acción transcurre en los años 20, por lo que la mentalidad de esta sociedad es diferente a la de nuestros tiempos. El juego avisa desde el primer momento de que el racismo está presente en pos de ofrecer una imagen lo más veraz posible de la época, puesto que al contrario de lo que muchos podrían pensar, esconder esta realidad y fingir que nunca existió sería una burda representación idílica de lo que nunca fue. Dicho esto, y teniendo en cuenta que la base de este juego son las obras de Lovecraft (autor cuyo racismo en sus textos ha generado una buena cantidad de estudios y debates), creo que sería absurdo criticar a la compañía por apostar por ofrecer un producto lo más realista posible, aunque por ello vayamos a ser testigos de un racismo hacia una raza de hombres pez muy poco querida en Oakmont.
Como veis, The Sinking City recicla varias ideas habituales que ya hemos podido ver en Call of Cthulhu, desde la ciudad pesquera y oscura azotada por una bruma de misterio y una ola rampante de locura, así como la profesión del protagonista, otro detective privado castigado con unos sueños que le conducirán a antiguos cultos ligados a los primigenios, donde como no podía ser de otra forma, jugará un papel central que afectará al devenir de la humanidad.
El investigador de lo paranormal
En lo jugable, la investigación es con total seguridad lo más destacable y entretenido del juego. Charles debe hacer de detective recadero constantemente, puesto que, para ayudar a alguien en una misión, probablemente terminemos por ir a ver a otra persona que nos proporcionará la información que precisamos si le solventamos algún que otro asunto (en Oakmont nada es gratis). Dichas investigaciones suelen comenzar por hablar con la gente para obtener información o buscar pruebas, que, en muchos casos, nos darán los datos necesarios para seguir avanzando. Es común, por ejemplo, dar con una nota o un fragmento de periódico, que nos invite a tirar del hilo usando esa información para terminar haciendo un viaje a la comisaria, periódico local o ayuntamiento, en busca de complementar con lo necesario rebuscando en los archivos de estos sitios.
Aunque The Sinking City dispone de un mapa y la ciudad de Oakmont está dividida por sectores, no esperéis una flecha que os indique el camino a seguir ni mucho menos un punto que indique el lugar exacto a visitar. Esto se basa en hacer labor de campo, por lo que la información que nos indique dónde ir es algo que debemos descubrir nosotros, y una vez hecho, dirigirnos hacia esa zona (pronto encontraréis de gran utilidad los marcadores del mapa). Por supuesto, esto es algo que agradezco, ya que sería absurdo que, siendo un investigador privado, el juego se dedicará a dirigirte constantemente cogiéndote de la mano.
Como no podía ser de otra forma, nuestro querido detective dispone de algunas habilidades sobrenaturales que le serán de gran utilidad durante sus investigaciones. Una de ellas le permite hacer reconstrucciones de los hechos en base a las pistas recabadas, así como descubrir objetos o salas ocultas gracias a una visión propia que le permite ver lo que los ojos normales no son capaces de captar. Es frecuente, además, que con estos trucos pueda ser guiado por unas figuras humanoides/animales/monstruosas hacia alguno de estos secretos antes mencionados.
Cuando ya hemos avanzado lo suficiente en la investigación, toca unir todas las piezas del puzle en el Palacio de la Mente. Lo mejor de todo esto, es que siempre se puede llegar a diferentes conclusiones, y depende únicamente de nosotros apostar por una cosa u otra. Sirva de ejemplo el primer caso, para evitar así spoilers de otros casos posteriores, aunque mucho más jugosos. Siendo un caso de asesinato, debes posicionarte en base a las pruebas recopiladas sobre si el asesino estaba realmente pasando por un momento de locura transitoria que le llevó a perpetrar el crimen contra su voluntad, o si realmente es todo una burda excusa y hay un móvil real detrás más allá de eso. Una vez que hemos decidido si es otra pobre víctima más o un mero asesino mentiroso, podemos escoger si deseamos informar al que nos ha contratado sobre el culpable (con las consecuencias que esto vaya a tener) o si simplemente compramos la versión de este y engañamos a nuestro cliente haciéndole creer que el asesino está muerto, para evitar así posibles represalias contra el susodicho. Inclusive, podemos vender al asesino aceptando un soborno para no decir nada al que nos ha contratado, e igualmente visitarle para explicarle quién ha sido y su paradero (moralmente cuestionable, pero doblemente recompensado).
Disparando y buceando
En bastantes ocasiones deberemos hacer frente a bestias deformes poco agradables para la vista del jugador y la cordura de Charles. El gunplay es bastante básico, simplemente hay que apuntar y disparar. En principio solamente dispondremos de una pistola, pero el repertorio se ampliará rápidamente conforme avancemos en la historia principal. Las balas son limitadas y se pueden encontrar dispersas o ser fabricadas gracias a un sencillo sistema de crafteo, que permite también crear botiquines para la salud y la cordura, además de otros útiles como explosivos o trampas (cualquier ayuda es poca contra estos infraseres del averno).
Asimismo, si no disponemos de balas o queremos ahorrarlas, se puede golpear con la culata del arma, no obstante, hay que tener en cuenta cuando esto es una opción aceptable y cuando no. Es aconsejable contra monstruos pequeños que se mueven bastante y nos llevan a fallar disparos, puesto que mueren de un golpe y apenas nos quitan vida si nos alcanzan. Por otro lado, es mucho más sensato mantener las distancias y evitar recurrir a esto contra monstruos del tamaño de un armario empotrado que acostumbran a hacernos un destrozo en la barra de salud si nos atacan.
El agua es un componente importante en The Sinking City, y es que, Oakmont es una especie de Venecia venida a menos, llena de aguas contaminadas de basura y cadáveres de animales marinos. El caso, es que para desplazarnos entre los distintos distritos habrá que usar alguna de las muchas barcas distribuidas por la ciudad. Otra forma de desplazarnos por Oakmont (y la más deseable para ahorrar tiempo), es el viaje rápido mediante cabinas telefónicas (para ello, hay que dar con estas).
Nuestras investigaciones no se limitarán únicamente a tener los pies sobre la tierra, ya que en sendas ocasiones deberemos enfundarnos el traje de buzo para bajar a las profundidades marinas de Oakmont. Allí, nuestro mejor aliado será una especie de arpón que dispara bengalas y balas, para iluminar y dañar (sí, nos esperan tentáculos con pinchos y seres con una buena dentadura con ganas de cazarnos).
Una ambientación resultona y un rendimiento terrorífico
Visualmente, The Sinking City no hace grandes alardes, presentando un acabado bastante modesto. La ambientación es buena, Oakmont es prácticamente como cualquiera podría imaginarse la típica ciudad costera lovecraftiana ligada a los mitos de Cthulhu. La inundación que separa los distritos, la decadencia que impregna cada calle, entre basura, vagabundos peleando y pidiendo unas monedas, algunos “iluminados” predicando por las calles, los monstruos confinados en zonas peligrosas mediante barricadas que te indican que pasar por ahí es una mala idea, etc. Todo en su conjunto se antoja creíble con lo que el juego de Frogwares quiere ofrecer.
El problema, viene con otras tantas cosas relacionadas con los gráficos y el rendimiento. Desde caras completamente recicladas entre personajes secundarios, pasando por texturas que demoran bastante en cargar, a popping, personajes que aparecen y desaparecen de la nada delante de nosotros, o incluso, glitches que, aunque no afectan al juego (como ver NPCs flotando o con medio cuerpo enterrado bajo el asfalto), permiten ver que algo más de tiempo extra para pulir el juego no habría venido mal.
A esto, hay que añadirle algún que otro error de traducción puntual y bajones de fps que llevan a tirones con cierta frecuencia. Además, siempre acusé cierto retardo entre pulsar el botón del menú y lo que este tardaba en abrirse. Tristemente, tampoco ayudaba ver determinadas pantallas de carga bastante gratuitas por el simple hecho de cruzar una puerta (que a veces aparecían y otras no, al contrario que cuando usas el viaje rápido, que siempre hay pantallas de carga). Añado, que el título se ha jugado en una PlayStation 4 base.
Las investigaciones ligadas a la historia principal se pueden superar en unas 10-12 horas aproximadamente. A esto, hay que sumarle varias investigaciones secundarias y la presencia de distintos finales, por lo que probablemente si deseamos pasar más tiempo por Oakmont, podamos hacerlo.
Conclusión
The Sinking City destaca por su asfixiante y oscura atmósfera presente en la ciudad de Oakmont, así como por todo el proceso de investigación que conlleva cada caso y sus múltiples opciones.
La parte negativa, es que es imposible pasar por alto sus muchos problemas de rendimiento, que van desde tirones, a un surtido glitches varios y pantallas de carga que aparecen un poco a placer. El caso, es que, a día de hoy, con el juego ya en el mercado, estos fallos aún persisten, por lo que, si deseáis comprarlo por su precio de salida, deberías tener todo esto en cuenta (y comprobar si en otras versiones están igual de presentes).
Kalas
Veterano en esto de escribir sobre videojuegos, pero un día me cansé y decidí fundar mi propia web. No soy amante de las marcas, sino de los buenos juegos, aunque Nintendo ha estado muy presente en mi infancia. Sobrevivo en mi lucha por convertirme en un especialista en Asia Oriental.