Una vez un viejo amigo me comentó que él viajaba para escribir. Es algo que solía recordar mientras avanzaba en Assassin’s Creed: OdysseyLa Grecia Antigua de Ubisoft es terriblemente vasta. Tanto, que se pierde en su propia concepción lúdica: recrear una odisea que esté a la altura de los que una vez fueron llamados Dioses.  

Después de varias semanas viajando entre las islas de la Hélade me vi a mí mismo sonriendo por lo ridículo que sonaba. Estaba viajando. Durante una pandemia que ha acabado temporalmente con los viajes. Realmente, no recuerdo en qué momento cambió el significado. De los instantes más excitantes a través del túnel de embarque del avión al encendido de una consola. De las primeras vistas de un lugar remoto que atraviesan la ventanilla a una pantalla de carga que se ha visto ligeramente mermada con la llegada de la nueva generación. 

Y así, sin darme cuenta, la ausencia de vuelos en mi vida se vio falsamente satisfecha por las recreaciones ambientales de los videojuegos que han acaparado el espacio físico y digital de mi Series X. Suena incomparable, y desgraciadamente lo es, mas he descubierto pequeños lienzos que unen las distintas sensaciones entre una y otra experiencia. Entre el viaje real y el ficticio. 

Sin ir más lejos, y al igual que mi buen amigo, estoy escribiendo en base al viaje realizado. Un periplo distinto, de eso no hay duda. Una travesía en la que he sido testigo de las muchas aventuras que ha vivido Kassandra y en las que he podido ser partícipe. Mitología, historia, ficción y fantasía cogidas de la mano y deconstruyendo el principio, hasta ahora único, de lo que significaba viajar.  

 

Telemaquia 

Todos conocen la Odisea de Homero. El mítico poema que narra las legendarias aventuras de Odiseo a lo largo y ancho de un viaje épico. No obstante, no todos están al tanto de la Telemaquia, que no es más que las primeras andanzas del poema. Sin ir más lejos, son los cuatro primeros cantos. Pero, ¿qué significa verdaderamente Telemaquia? El ya fallecido Giorgio Melchiori, autor y crítico literario, dio en el clavo al referirse a Telemaquia no solo bajo su significado literal, sino también atendiendo a su contexto etimológico.  

“[…] no tanto en su sentido específico de «epos de Telémaco, hijo de Ulises”», sino en el sentido etimológico: «epos del que lucha lejos de su patria»”. 

‘Epos’ podemos concebirlo como narración o poema épico. Así pues, tenemos como resultado una historia épica de aquel que ha de viajar y luchar lejos de su patria. Partiendo de este resultado, podríamos llegar a referirnos a Assassin’s Creed: Odyssey como una Telemaquia continuada.  

Antes de proseguir, he de avisar de que las próximas líneas contienen pequeñísimos spoilers parciales de la trama del videojuego. Y es que no podemos desengranar la obra de Ubisoft sin hablar, aunque sea mínimamente, de su personaje principal. Una joven Kassandra (verdadera y única protagonista, por supuesto) cuya patria espartana le da la espalda y ha de vivir (o sobrevivir) lejos de ella. Tan lejos que las disputas sociales y políticas de la época acaban llevándola a luchar… en el otro bando. Al menos en un principio, como mínimo. 

El viaje de Kassandra es largo y sinuoso. Grecia Antigua espera, postrada sobre su gran belleza, a que explores todas sus islas y rincones. Un periplo heroico (o no) que puede llevarte de nuevo a tu patria o todo lo contrario si decides recorrer otros caminos. 

 

La ciencia dice  

Habiendo descrito ya la superficie del viaje de Assassin’s Creed: Odyssey, volvamos al avión. Hay cierta magia, cierto romanticismo, en coger un transporte (el que sea) y abandonar momentáneamente el nido. El afán de descubrimiento del ser humano es una de las principales claves de la evolución, y para muchos es ahora la llave del éxodo. Porque viajar es bueno para la salud y no lo digo yo, lo dice la ciencia. 

Y es que la ciencia dice muchas cosas, pero no hace falta indagar demasiado para encontrar ciertas similitudes, salvando siempre las distancias. Por ejemplo, en lo referente al estrés. Viajar ayuda a desconectar, a librarte de esas tensiones tan ligadas con el día a día del español trabajador estándar (y con el del desempleado, también). En cambio, aparecen nuevos pequeños obstáculos estresantes: horarios de vuelos, estancias, las dificultades de un país desconocido. 

En Odyssey, hay cierto paralelismo idealista al escalar los fieros montes de Macedonia, al atravesar los recónditos bosques de Arcadia o al quedarse prendado por las puestas de sol que abarcan la eternidad del Mediterráneo. Es un videojuego, por lo que lo de la desconexión suele ir implícito, pero también hay otras sensaciones. Una energía parecida muy vinculada con el afán ya comentado de descubrimiento; unas ganas de ver y conocer más a medida que exploras. Incluso nacen tensiones: en vez de por los horarios, por la cantidad de tareas a realizar; en lugar de por las estancias, por el abrumador abanico de posibilidades. 

No es el viaje de mis sueños, ni pretendía serlo. Pero llegó en el momento idóneo. Como para muchos el Animal Crossing: New Horizons. O aquel libro, serie, película o stream. Durante unas buenas semanas, me permitió viajar cuando la vida me lo había prohibido. Y esa magia es la que define a la perfección la constatación del momento, la importancia del ahora y la capacidad insaciable de la historia de uno mismo.  

Así fue mi viaje pandémico en Assassin’s Creed: Odyssey.