[Artículo] Final Fantasy XVI: ¿El fin de los cristales?

[Artículo] Final Fantasy XVI: ¿El fin de los cristales?

«El legado de los cristales ha conformado nuestra historia durante demasiado tiempo». Con una frase tan aparentemente insignificante, cerraba Square Enix el tráiler presentación de Final Fantasy XVI, la próxima entrega numerada de su saga estrella. En esta, que de momento ha revelado poco menos de 4 minutos de metraje, pudimos ver las primeras bases de una obra que promete ser un giro de 180º en aquellos que conocemos. Pese a tratarse de una vuelta a los orígenes, apostando por ese estilo medieval que tantas alegrías ha dado a la franquicia, hemos vislumbrado pequeñas pinceladas del mantra que planean seguir. La esperanza, por desgracia, parece que ya se perdió tiempo atrás, y en un mundo repleto de personajes llenos de odio queda poco lugar para la luz. Por ello, tras reflexionar durante un tiempo sobre las ideas de esta futura entrega, hoy nos planteamos si Final Fantasy XVI llegará a ser tan rompedor como aparenta.

 

La paz ya no es una opción

A estas alturas, a nadie le sorprende la influencia occidental en los JRPGs. El género japonés por excelencia, aún por encima de sus magníficos plataformas (Mario, Sonic), ha sentado las bases de la narrativa en la industria. En sus primeros pasos, los jugadores llegaban a sorprenderse con las capacidades narrativas de estos títulos, y a nadie se le escapa que el primer Final Fantasy salvó de la desaparición a Squaresoft. Pero, lo que muchos fans no entienden, es que este hito cumplirá el mes que viene 33 años. Final Fantasy XV, a mi parecer una entrega notable con luces y sombras muy marcadas, apostó por primera vez en la franquicia por un sistema de combate que no dejaba opción a los arcaicos turnos. Obras como Persona 5, Dragon Quest XI o Yakuza: Like a Dragon nos han demostrado recientemente que estos todavía tienen mucha guerra que dar, pero si algo ha diferenciado siempre a Final Fantasy, ha sido la búsqueda de innovación. Por este motivo, Square Enix parece haber acudido, una vez más, a la influencia occidental en su franquicia estrella. Y que mejor ejemplo que la franquicia que revolucionó la industria

Una hoguera es la encargada de abrir los primeros compases del tráiler de presentación de Final Fantasy XVI. Y esto no es casualidad. Si bien Demon’s Souls es el abuelo de este fenómeno, Dark Souls es el padre y causante de toda la vorágine que hemos vivido esta última década. Su apuesta por una narrativa más pausada que se sustenta en la exploración y el combate ha influenciado a numerosos títulos que, a estas alturas, ya se cuentan por decenas. Nioh o el reciente Mortal Shell son algunos de los ejemplos que más rápido asociamos a esta corriente, y todo apunta a que Final Fantasy XVI también será de la partida. Aunque, claro está, sin sumarse a esa polémica propiciada por la carencia de un modo fácil. Square Enix arriesgará, eso está claro, pero tampoco querrá pegarse un tiro en el pie. Con unos mundos llenos de castillos gigantescos, seres malditos y caballeros de armadura plateada, la obra de Miyazaki es reconocible al instante, contando con una esencia única que, posiblemente, veamos impregnada en Final Fantasy XVI.

En estos universos no existen héroes ni villanos, solo grises, y la tendencia actual de la industria discurre hacia esos derroteros. En The Last Of Us Parte II vimos como Naughty Dog nos ponía en la piel de ambos bandos, demostrándonos de qué son capaces unos personajes llenos de odio y rabia. Características que, lejos de ser cualidades, vimos presentes en el tráiler del futuro juego de Square Enix. Clive Rossfield, aparente protagonista del juego, no llega a esbozar una mísera sonrisa en todo el metraje mostrado. De hecho, oímos su voz cuando pronuncia que «matará, sin importar el coste». Así, la compañía nipona nos ha puesto en el foco a un personaje atormentado, un individuo frustrado que vive una vida que no desea. Su hermano pequeño, Joshua, consiguió erigirse como el Dominante del Fénix, una cruz que hasta el propio Clive consideraba que él debía portar. Y esta pequeña descripción, que podría parecer únicamente introductoria, ya nos da pistas de qué clase de juego vamos a enfrentar.

 

Dejando atrás los tormentos del pasado

Desde el lanzamiento de Final Fantasy XV ha pasado casi un lustro. La última entrega numerada hasta el momento, rescatada por Tabata del ostracismo, no consiguió convencer del todo a cierto sector de fans que parecen atrapados en el tiempo, como Bill Murray en el clásico de los 90. Desde la apuesta por el mundo abierto hasta los combates cargados de espectacularidad y combos, estos jugadores añejos consideraron que la décimo-quinta entrega no era merecedora de ser parte de la franquicia. Pero, antes que a esta, ya señalaron a la trilogía que compuso Final Fantasy XIII, alabando por aquel entonces al vilipendiado Final Fantasy XII que criticaron cuándo salió al mercado. Por desgracia, es la rueda que no para de girar, y contar con una influencia tan grande supone que, a la postre, tengan que soportarse críticas absurdas. Unos comentarios que, según parece, Square Enix ha dejado de escuchar.

Final Fantasy XVI supondrá un antes y un después en la franquicia. En los últimos compases del tráiler comprobamos cómo en esta ocasión se apostará por la violencia injustificada, un hecho que es el causante de llenar de sangre el rostro de Joshua, el pequeño que parece destinado a cargar con una parte importante de la trama en sus espaldas. Y Clive, como mencionamos anteriormente, es la víctima directa de todas las esperanzas depositadas en él. Los héroes quedaron atrás, pereciendo la paz con ellos, y todas esas acciones que aún desconocemos son las causantes de la guerra que está por venir. De momento, se conocen pocos detalles sobre la próxima aventura de Square Enix, pero si algo nos ha quedado claro con la información que conocemos hasta el momento, es que estamos ante un punto de inflexión. Retornando a la temática medieval, volveremos a ver una temática oscura, llena de personajes grises con mucho que ganar y poco que perder, dispuestos a arriesgarlo todo. Puede que sean cábalas precipitadas, o quizás no, pero esa frase con la que iniciamos el artículo parece ser la pesada losa de la que la compañía, tras varios años en piloto automático, parece querer desprenderse.